vitoria. Antes de que la Copa del Rey focalice todo el interés de los aficionados al baloncesto al Baskonia le toca esta tarde realizar un último baile en la Liga. No será con la más fea, pero casi. El Power Electronics Valencia -además de rivalizar en nomenclatura rimbombante con Valladolid o Fuenlabrada- es a día de hoy el primer ocupante del vagón de los segundones, que acechan el reinado de los tres primeros clasificados aunque un tanto alejados de la locomotora principal. Para enfrentarse a uno de los tres únicos equipos que le han vencido esta temporada en la ACB, el Caja Laboral podría contar por segunda vez consecutiva con toda su plantilla al completo. O no. Todo dependerá del concurso del hombre que tiene pendiente de un hilo al cuadro baskonista. Teniendo en cuenta que el pasado jueves jugó nada menos que 27 minutos cuando nadie contaba con él, la presencia de Tiago Splitter sobre el parqué del Buesa Arena debería estar asegurada.

Pero después de lo que ocurrió frente al Khimki todo es posible, incluso que aun estando el brasileño disponible para jugar algunos minutos su entrenador opte por darle descanso con vistas al enfrentamiento copero ante el Bizkaia Bilbao Basket. La versión oficial dice que el cinco azulgrana será duda hasta última hora, pero a partir de ahí se abre un mundo de posibilidades. Sin embargo, lo cierto es que la fortuna ha sonreído al conjunto baskonista, aunque no en lo que respecta a su plantilla. El Valencia de Neven Spahija acude a la capital alavesa con una ausencia -ésta totalmente confirmada- que cercena notablemente sus opciones de triunfo. Rafa Martínez se ha visto obligado a quedarse en la ciudad del Turia por culpa de la microrrotura que se produjo en su choque de la Eurocup ante el Galatasaray, e incluso su presencia en el torneo del KO es aún una incógnita. Pero ahí estarán Nando de Colo o Víctor Claver para suplir a su compañero en línea exterior.

De cualquier forma, cuesta creer que el Caja Laboral se permita el lujo de perder dos partidos consecutivos en su feudo. La derrota ante el Khimki, aunque enormemente dolorosa, no puede hacer perder los nervios a los hombres de Ivanovic, y mucho menos a unos pocos días de que toda la hinchada azulgrana deposite en Bilbao su esperanza de celebrar el primer gran título de la temporada. La Copa asoma en el horizonte, y nada mejor que un rival de alta enjundia para calibrar la recuperación moral del cuadro vitoriano. Todos, jugadores y afición, lo necesitan.