La recuperación del ocio nocturno en Vitoria va poco a poco, de forma sosegada, a pesar del levantamiento de las restricciones. Al menos es la sensación en bares, pubs, discotecas y salas de conciertos de la ciudad donde, no obstante, subrayan que tres semanas no son tiempo suficiente para una valoración en profundidad.

Con todo, los hay que piensan que la deseada vuelta a la normalidad quizá no vaya a ser tan normal como se deseaba. Influyen motivos varios: pérdida de clientes por miedo al virus o cambio de hábitos, menos población joven, mucha oferta para poco público, etc. No cabe duda de que dos años sin apenas ocio nocturno han pasado factura. Aun así, las salas de conciertos y discotecas se amoldan retomando actuaciones pospuestas y programando otras nuevas.

El grupo Sex Museum ha regresado a Hell Dorado. A la tercera va la vencida. Esta banda, pionera en abrazar la cultura alternativa de carretera y garito estaba en cartel para el 5 de enero, víspera de Reyes en la que ya tiene por costumbre tocar en este local, pero no se pudo; tampoco el 5 de febrero.

"Normalmente, las entradas se agotan dos semanas antes; este año, a cuatro días del concierto todavía no están todas vendidas; la venta de entradas no va todo lo ágil que nos gustaría, la gente se retrae a la hora de comprar, ha habido tantas cancelaciones que ya está harta", cree el responsable de Hell Dorado.

Juan Uriarte afirma que es pronto para valorar si el ocio nocturno se ha recuperado en Gasteiz o no. "Llevamos solo tres semanas abiertos", aunque su impresión es que va a costar. "Hay público que no ha vuelto y no va a volver, bien por miedo, bien por cambio de hábitos". Percibe que la gente tiene ganas de salir de fiesta, pero no de esa forma tan desaforada como cuando la hostelería reabrió en octubre; en esta ocasión "la reacción ha sido distinta, no veo demasiada alegría".

A ello se suma la "brutal" oferta de conciertos que hay en Vitoria, ya sea en bares, pubs, garitos en polígonos..., "demasiada oferta para menos público". Recuerda que la temporada alta para el ocio nocturno gasteiztarra es el invierno, cuando hace mal tiempo y llueve, porque en cuanto empieza el calor la gente hace otros planes, se va al monte o a la playa, y "ya nos han jodido el invierno y las Navidades".

De capa caída

Covid aparte, ve un ocio nocturno si no muerto un poco de capa caída, "a no ser que de repente nos lleguen 35.000 ucranianos de entre 30 y 40 años", ironiza. Se refiere a que "Vitoria es una ciudad de ancianos, tremendamente envejecida; cada vez hay menos jóvenes y los que hay no tienen capacidad económica; a día de hoy, los que frecuentan el ocio nocturno son las generaciones de 40, 50 y más años, un tipo de ocio nocturno al menos", reflexiona.

"Esta forma de ocio, la de consumo en hostelería, termina con nuestra generación; no solo pasa en Gasteiz, pero aquí se nota más porque no es una ciudad turística y los turistas que vienen van a ver la Catedral".

Iker Arroniz, otro conocedor del ocio nocturno de la ciudad, ha traído este fin de semana a la banda valenciana Valira para actuar en la sala Kubik de General Álava y al grupo Hermana Furia. A este local nocturno enfocado a una música más comercial acuden habitualmente los más jóvenes, chavales de 18 a 23 años. "A esa edad todavía es una obligación salir todos los fines de semana por la noche", agradece. Por contra, la Jimmy Jazz de Coronación, que también regenta, es "sobre todo y ante todo una sala de conciertos, con un ocio nocturno más programado y un público mucho más mayor y deseoso de volver a asistir a conciertos en directo", explica.

En su caso, estas tres semanas después del levantamiento de las restricciones "han ido bien, los clientes han regresado y el reencuentro con el público ha sido emocionante, la gente está deseando salir de fiesta", valora.

No obstante, coincide con el responsable de Hell Dorado en que "la venta de entradas se retrasa más ahora que antes, ya no se agotan con tanta antelación, el público teme todavía nuevas prohibiciones y cancelaciones.

La pandemia ha sido muy dura emocionalmente y muy larga; demasiados conciertos suspendidos o pospuestos; sobre todo fue un mazazo tener que volver a cerrar en Navidades, el invierno es para nuestros locales la temporada alta". Además, "hay demasiada oferta para ser una ciudad pequeña".

Con el fin de las prohibiciones toca organizar el puzle de nuevo, poner en marcha la agenda de conciertos y, aunque el reencuentro con el público y las bandas está siendo "bueno", la incertidumbre no ha desaparecido del todo. En este periodo de transición todavía se percibe miedo al virus. "Se nota sobre todo en las bandas americanas, temen que nuevos contagios les obliguen a cancelar", apunta. "Veremos hacia dónde va este mundo loco...", deja en el aire Iker Arroniz.

Movimiento en la calle

En el Casco Viejo, los tasqueros de Cuchi, ahora más bares de día que de noche, intentan ver la luz y dejar el túnel atrás. "¿Hay alguna noticia nueva? Es que mi psiquiatra me ha prohibido ver la tele", bromea Carlos Sobrón. "La gente está con ganas de salir, pero creo que va a costar un poco recuperar el ocio nocturno hasta alcanzar el momento prepandemia". ¿Ambiente? "Se ve movimiento en la calle, pero estamos en Vitoria , recuerda.