Vitoria. Susana Niso, miembro del centro multidisciplinar Bizia, tiene amplia experiencia trabajando en la conducta de los jóvenes y adolescentes. De hecho, desde su centro abarcan varios campos como la pedagogía, logopedia, psicología y fisioterapia, entre otros. No obstante, en los últimos meses, están trabajando con mayor fuerza la conducta y los efectos que el coronavirus está dejando en los más jóvenes. En este sentido, esta profesional asegura que los jóvenes "están cambiando sus emociones" y habla sobre los efectos que esta pandemia está originando en esta generación.

¿La pandemia del coronavirus está cambiando las emociones de los más jóvenes?

-El covid ha tenido un gran impacto en la salud mental de los jóvenes. Sus valores y sentimientos han cambiado en estos meses y están menos motivados para realizar actividades que normalmente disfrutaban. De hecho, todas las medidas adoptadas para combatir el virus, como las restricciones de movilidad o el cierre de locales han provocado un sentimiento de desconexión respecto a los amigos o a los ligues, algo esencial en esta edad. Por ejemplo, han tenido que cancelar sus graduaciones, sus campeonatos deportivos, el 18 cumpleaños,€ actividades que llevaban años esperando.

¿Esto merma el aprendizaje de habilidades sociales?

-Sí. En esta etapa evolutiva, la interacción con grupos entre iguales tiene un papel esencial en el desarrollo de su identidad y aprendizaje de aquellas habilidades sociales que nos preparan para la vida. Si esto es un gran cambio que se da en esta etapa evolutiva en estos meses, el riesgo de presentar alteraciones emocionales debido al aislamiento social como miedo a contagiar a sus seres queridos y estar mucho en casa, cultiva sus pensamientos negativos y en personas más vulnerables su salud mental se tambalea.

¿Ha empeorado la fobia escolar?

-En nuestro gabinete tenemos algún ejemplo con un paciente que es introvertido, con fobia escolar y está situación se ha agravado de tal manera que tiene que ir acompañado de su madre para acudir a la universidad y con miedo de relacionarse con sus compañeros, de tocar. Esto acaba en crisis de angustia y no querer estar con sus amigos. Solo quiere relacionarse a través de las tecnologías digitales. Otros también abusan de las tecnologías teniendo dificultades de sueño y conflictos familiares y teniendo pensamientos sobre la muerte o el suicidio, o trastornos obsesivos compulsivos, entre otras patologías.

Ante estas emociones, ¿los jóvenes piden ayuda?

-No. Lo malo de esto es que los jóvenes suelen tratar de esconder sus problemas por vergüenza y por no preocupar a sus familiares. Pero el familiar es el que debe de observar y estar atento a estos síntomas para ofrecer en un primer momento un diálogo, para enfrentarse a estos momentos de soledad, desesperanza e incertidumbre. También sería aconsejable que a corto o largo plazo lo abordase el sistema sanitario.

¿Cree que han aumentado los casos de enfermedades mentales?

-Sí. La pandemia ha provocado un gran aumento de casos de enfermedades mentales siendo las dos enfermedades con las que se está trabajando en estos momentos a raíz del coronavirus, la ansiedad y la depresión.

¿Cómo ven el futuro los jóvenes?

-Ven el futuro muy incierto. Algunos de ellos con contratos precarios, se han visto afectados a tener que dejar de trabajar ya que, sus trabajos tienen que ver con los sectores más castigados por la pandemia como pueden ser la atención al cliente o la hostelería. Siendo vulnerables frente a los efectos económicos de la pandemia. Esto también repercute en su estado de bienestar mental. Los jóvenes también hacen acciones positivas frente a la pandemia, como ayudar a las personas mayores, pero se resalta de ellos acciones menos cívicas. Parece contradictorio pero los jóvenes se exponen menos a los efectos del coronavirus a nivel de salud, pero tienen muchos más problemas para encontrar trabajo. Esta crisis aumenta el problema de la desigualdad intergeneracional.

¿En todas las edades?

-Por ejemplo, los menores de entre 16 y 24 años se han visto menos afectados por el cambio laboral por el impacto de la crisis sanitaria, porque viven con sus familiares. En cambio, los jóvenes de entre 25 y 34 años están siendo más perjudicados porque algunos han tenido que volver a su casa con sus padres por estar en el paro. Están preocupados por su futuro. Han cambiado la capacidad de tomar decisiones y resolver problemas. Tienen más problemas de concentración, sentimientos depresivos y desesperanza. Además, los jóvenes reclaman una reforma del mercado laboral para facilitar el acceso a un puesto de trabajo digno, como crear modelos de contratación en sectores de la hostelería, repartidores, dependientas donde encuentran su primer trabajo.