Un sábado más, parte del equipo que integran Olivia, Julia, Laura, Irati, Erlaitz y Elena vuelve a reunirse en el polideportivo de Elburgo para madurar uno de los innovadores proyectos con los que este año se va a presentar a la liguilla tecnológica en la que compiten centros escolares. En esta edición, con el reto de diseñar un mecanismo para introducir en un espacio reducido, como un autobús o un vagón de tranvía, elementos para que los viajeros puedan practicar ejercicio físico durante sus desplazamientos diarios en transporte público. "Igual que existe un vagón-restaurante en los trenes, pues crear un vagón-gimnasio", ejemplifica Fidel Gómez, responsable del Tecnoclub de Elburgo.

El coronavirus no ha podido, de momento, con el programa educativo internacional First Lego League, que Innobasque, la agencia vasca de la innovación, organiza en Euskadi con la colaboración de la Universidad de Deusto, Fomento San Sebastián y Mondragon Unibertsitatea.

"Es un complemento importante al temario que los alumnos estudian en sus ikastolas, ya que les plantea problemas reales y les hace pensar cómo solucionarlos", indica Gómez. "Por ejemplo, en la escuela estudiamos cuál es la longitud de la circunferencia, pero muchos no se han visto nunca en la necesidad de saber cuánto avanza una rueda en función de su radio", ejemplifica.

Además, "les ayuda a trabajar de verdad en equipo porque en la vida real todos trabajamos en equipo", indica. De hecho, el equipo de Elburgo sabe que la única forma de acabar el proyecto para finales de abril, fecha a la que se ha retrasado la competición por culpa de la covid, es colaborando. Y es que, "el conjunto es más que la suma de cada uno de ellos", sostiene el tutor.

La liga escolar sobrevive a la pandemia sanitaria y reta este año a los alumnos a repensar el concepto del juego y proponer una solución innovadora para conseguir una sociedad más activa y así hacer frente a los problemas de sedentarismo que padece la sociedad de hoy en día.

Los colegios pueden inscribirse a esta nueva edición hasta el 15 de febrero. De momento, son 31 centros escolares los apuntados, con 80 equipos entre las dos categorías. Supone el 65% de las inscripciones anteriores, lo que "está muy bien si tenemos en cuenta las circunstancias de pandemia sanitaria", valora la organización.

Gómez anima a los equipos que otros años han participado y a otros nuevos que pueden surgir a que no lo dejen. "Sabemos que este año hay más dificultades por la pandemia, pero se puede hacer", anima. Considera que "los beneficios para los chavales son muchos. Merece la pena el esfuerzo para no dejar caer la iniciativa", apela.

En Elburgo ya son veteranos de First Lego League, un certamen en el que han llegado muy alto desde hace diez u once años que debutaron, y en el que desde finales de septiembre ya trabajan en varias ideas innovadoras. "Fíjate si somos veteranos que ya hay alumnos que han terminado la carrera universitaria. Yo mismo tenía pelo cuando empezamos esta aventura", bromea. Ligados al Tecnoclub de esta localidad de la Llanada, esta edición se presentan con tres o cuatro equipos entre mayores, de 13 a 15 años, y pequeños, de 7 a 9 años. Normalmente se reúnen los sábados por la tarde, aunque en Navidad han aprovechado las vacaciones para trabajar más días en un entorno muy familiar, ya que los más pequeños suelen ser, en muchas ocasiones, hermanos de los mayores.

Los pequeños se están conociendo y todavía les falta por definir el proyecto con el que concurrirán, como ya han avanzado los más mayores. De hecho, para concretar su solución a la escasez de movimiento en el juego han realizado una encuesta que les ha permitido concluir que el principal problema de la gente para practicar deportes es la falta de tiempo libre al acabar del día entre las horas de trabajo las de desplazamiento. Por eso, han encontrado la solución al reto en el transporte público y, raudos y veloces, se han puesto en contacto con distintos fabricantes de vagones y metros para concretar cómo introducir elementos de práctica deportiva en los vehículos.

Y en eso están. "La verdad es que saben moverse muy bien, saben cómo pedir información y redactar su idea para que despertar el interés de las empresas", se congratula Fidel. Es una buena forma de agudizar el ingenio, ya que son proyectos muy pegados a la realidad y la creatividad les sale por los poros. No te imaginas la tormenta ideas que surgen... Me río yo de Filomena".

Su participación en First Lego League también deja en los escolares una estela de pasión por la ciencia y la tecnología hasta el punto de que, después, se decantan por estas ramas en sus estudios futuros. "Hay de todo, de hecho, una de nuestras pioneras acabó cursando Turismo, pero sí es verdad que existe cierta inclinación por la ciencia y tecnología, y que muchos de nuestros participantes se han decantado por estudiar ingenierías o FP de electro mecánica...", explica el tutor.

Lo cierto es que los equipos de Elburgo han sabido adaptarse a la era covid y no renunciar a participar en el certamen que tantas alegrías les ha dado. El Ayuntamiento les ha cedido el polideportivo y, cuando el tiempo lo ha permitido, han sustituido las aulas por el jardín, un espacio al aire libre apto para protegerse del virus. Trabajan por parejas y limitan el tiempo que permanecen juntos. Además, han aumentado el tiempo de trabajo online y las videoconferencias, lo que les ha permitido amoldarse al hecho de haber tenido a un participante confinado, por ejemplo.

Para ellos, la pandemia no es cosa de ahora. El año pasado les afectó "y mucho", indica Fidel. El equipo se clasificó para la final de marzo en Tenerife, pero el coronavirus no les permitió viajar a la ciudad tinerfeña y la cita se pospuso a junio de forma on line. "Al final, conseguimos salvar los muebles", indica. Algo similar les sucedió con la cita internacional Orlando, también cancelada por el virus. "Para los chavales , no es lo mismo trabajar pensando que si te clasificas te espera un viaje a Orlando que si no", reconoce el responsable de Tecnoclub de Elburgo. Por eso, la competición se ha retrasado unos meses. "Lo que actualmente se suele hacer por San Prudencio, esta edición nos va a coincidir por La Blanca, a ver si para entonces remiten los contagios", anhela Fidel.

Ciencia, tecnología y juego son los ingredientes con los que la juventud vasca tiene que preparar una receta innovadora para reinventar el concepto de juego y conseguir una sociedad más activa acercándose al mundo científico-tecnológico y al de las competencias digitales de una manera diferente y divertida. Además, este año marcado por la pandemia, mantener el impulso del espíritu y la educación steam (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas) desde una edad temprana se ha tornado, si cabe, más necesario que nunca.

"Básicamente es una competición técnica y robótica, pero no sólo eso; también caben otras sensibilidades. Así, si un año tenemos miembros de un grupo de teatro, pues intentamos que la presentación del proyecto sea más teatralizada o si alguno es músico pues la acompañamos con piezas musicales. Intentamos sacar el máximo partido al potencial de cada chaval", señala Gómez.