- La totalidad de las residencias para mayores de Álava está ya libre de coronavirus. Desde que el pasado día 8, cuando los centros volvieron a recibir las visitas de familiares, la Diputación Foral de Álava anunciara que las once residencias públicas no tenían ningún usuario con la enfermedad, el covid-19 daba aún sus últimos coletazos en los centros privados. Sin embargo, según anunció ayer el diputado general, Ramiro González, este fin de semana la última persona afectada por coronavirus en las residencias, una mujer, se recuperó del covid, dejando el contador a cero entre los usuarios de las 96 residencias públicas y privadas, las viviendas comunitarias y los apartamentos tutelados del territorio.

"Por fin podemos dar un dato completamente positivo al 100%", se congratuló el mandatario alavés en la habitual rueda de prensa posterior al consejo de gobierno foral. Tres meses después de que la residencia Sanitas del barrio de San Martín sufriera el primer positivo conocido en el territorio, los centros para mayores se despojan por fin del coronavirus.

De este modo, a la espera de que se pueda producir un temido rebrote, un total de 415 hombres y mujeres residentes en los centros para mayores de Álava se han contagiado de coronavirus desde que arrancara la pandemia el pasado mes de marzo. De ellos, 140 usuarios han fallecido, 68 en el hospital y 72 en sus centros residenciales. Entre los fallecidos, 73 residían en residencias privadas, 65 en estancias forales y los dos restantes en viviendas comunitarias de municipios de menos de 20.000 habitantes.

Las 96 residencias de Álava acumulan 36 días sin que se produzcan nuevos contagios y tres semanas sin muertes. Además, los dos últimos usuarios que permanecían en la residencia Zadorra, convertida en el centro de la lucha contra el covid-19 para atender a los pacientes con la enfermedad derivados de hospitales y otros centros, han sido ya dados de alta y trasladados de nuevo a sus respectivas residencias. En total, la residencia Zadorra ha atendido a 47 personas durante la pandemia.

Por su parte, el departamento de Políticas Sociales subrayó ayer que en el ámbito de las residencias de personas con discapacidad no se registraron cambios desde la última actualización de datos.

Sobre el futuro de los centros residenciales del territorio, el diputado general subrayó que el debate no debe centrarse en si deben ser públicos o privadas, sino en que "la atención sea de calidad y los mayores estén como en sus casas". En este sentido, la Diputación trasladó recientemente su intención de que el modelo asistencial del territorio avance hacia un sistema "más cercano a un hogar" para las residencias de mayores, en entornos que "traten a los mayores más como personas y menos como pacientes", según apuntó González.

Con este objetivo, el gobierno foral pretende llevar a cabo adaptaciones progresivas de los centros y convertir la futura residencia de mayores Arabarren, que la Diputación levantará en Lakua junto a la comisaría de la Ertzaintza, con un modelo de gestión público-privado de la mano de una cooperativa de iniciativa social, en la primera piedra de ese nuevo modelo asistencial.

Así, el nuevo recurso, que en principio empezará a construirse el año que viene para su inauguración en 2022, no será una macro residencia, sino un conjunto de pequeñas residencias con módulos de convivencia para un máximo de 25 usuarios, en un espacio global que contará con cien plazas residenciales para mayores, junto a otras 25 para personas con discapacidad física grave y 25 de centro de día.

La Diputación busca así alcanzar un modelo en el que "además de satisfacer las necesidades detectadas, se respete la forma de ser de la persona residente y sus diferencias personales: hábitos, gustos, preferencias y deseos personales", según aseguró el mandatario foral cuando presentó la hoja de ruta de este nuevo modelo al que aspiran, para que las residencias no sean vistas como hospitales sino como hogares. Con todo, González recordó ayer que el objetivo foral es que, en la medida de lo posible, los mayores estén en su casa el mayor tiempo posible, pero que cuando ya no sea factible ingresen en un centro en el que puedan "mantener sus relaciones sociales y familiares" y ser atendidos al mismo tiempo.