l finalizar la temporada 1930-31, la inicial del Deportivo Alavés en Primera División, sus mejores hombres fueron traspasados a otros clubes estatales. La profesionalización galopante que vivía el fútbol no le permitía ninguna otra opción al conjunto albiazul. De esta manera, se fueron marchando de Mendizorroza Ciriaco, Quincoces y Olivares (Real Madrid, Madrid a secas durante la II República), Beristain y Albéniz (Real Sociedad, Donostia en aquellas fechas) y Chomin Rey (Athletic de Madrid hasta 1939, luego Atlético Aviación y a partir de 1942 Atlético de Madrid). Seis jugadores, tres de ellos internacionales absolutos, dejaron de vestir de una tacada la camiseta albiazul. Casi nada. ¿Un club podía soportar tanta descapitalización? ¿Podía un equipo mantenerse en una Primera compuesta por diez equipos con tanta marcha? La respuesta en todos los casos

era no. Pero el Deportivo Alavés tenía un mago en su organización, un encantador de serpientes, un prestidigitador de objetivos imposibles, que respondía al nombre de Amadeo García de Salazar y Luko, sí el de la Plaza del aparcamiento de Mendizorroza, y que en 1934 fue nombrado seleccionador nacional por su sapiencia futbolística. Don Amadeo, doctor en medicina, volvió a conformar un equipo competitivo, pero al que le faltaba gol.

La marcha de Olivares, 10 goles en 14 partidos en Primera, era muy difícil de llenar. En las seis primeras jornadas el conjunto albiazul había competido en casi todos los encuentros disputados: derrotas mínimas frente a Racing, Athletic y Donostia, goleadas encajadas frente a Madrid y Barcelona, ambas fuera de Mendizorroza, y una sola victoria frente al Espanyol (4-1) en casa. Los albiazules eran colistas a un punto de la salvación, teniendo como referencia al Unión de Irún (sin el Real en la II República). Como buen mago y patrón de pesca, así llamaban entonces a los secretarios técnicos, García de Salazar iba a sacar un conejo de su chistera para apuntalar el ataque. En la anterior campaña, 1930-31, ya había puesto el ojo en un delantero centro que brillaba con luz propia en el Portugalete FC en la Serie B de Vizcaya.

En 1929, cuando Ildefonso Fernando Sañudo contaba 17 años de edad y estudiaba interno en los Sagrados Corazones de Miranda, había intentado García de Salazar su fichaje. Antes había despuntado, en las filas del equipo de su localidad natal, Torrelavega (Cantabria). En la temporada 1931-32 Solorzano, así se hacía llamar Sañudo, estudiante de Derecho en Deusto, para que su padre, un industrial de Torrelavega no supiese que jugaba al fútbol, era una de las figuras del fútbol regional vizcaíno y muchos equipos estaban llamando a su puerta, el que más insistentemente el Barakaldo.

El cántabro debuta en Primera y con el Deportivo Alavés, tras una hábil jugada en los despachos. El 17 de enero, aún contaba con 19 años de edad, juega frente al Arenas en Ibaiondo, perdiendo los albiazules por 4-2 y Sañudo, que juega con el nombre de Alfonso, lo iría alternando con los de Solórzano y García, por el tema paterno, no marca en su debut, pero interviene en la jugada de los dos goles y muestra su peligrosidad. Una semana más tarde hará el gol de la victoria sobre el Valencia (2-1) y seguirá con los dos goles sobre el Unión de Irún (0-2). Cinco goles en 10 partidos marca Sañudo con el Deportivo Alavés en Primera, la tercera mejor media histórica tras Wilson y Olivares y descontando a Murua, un gol en un partido jugado. Al finalizar la temporada el Alavés sigue en Primera. Sañudo que prosiguió su carrera en el Valladolid, Real Madrid, Aviación Nacional y en conjuntos cántabros, no llegó a ser internacional pero si a estar seleccionado

“El Deportivo ha encontrado un gran delantero centro. Desde el principio del partido ha tenido aciertos. Marca de cabeza el gol del triunfo a falta de 8 minutos y jugadores y público se confunden en el field entre abrazos y apretujamientos muy efusivos”.

“El aliciente máximo del partido, no hay duda, era el debut en Mendizorroza del jugador X, nuevo elemento que ha pescado el patrón del Deportivo en sus ya poco deterioradas redes. El jugador X triunfó en toda la línea e hizo triunfar a su equipo”.

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