Dentro de la delicada situación por la que pasa el equipo, nadie puede negar que el Deportivo Alavés está dejándose la vida sobre el verde para revertir el rumbo. Contra viento y marea, con Antonio Sivera expulsado al inicio de la segunda mitad y Antonio Blanco en la recta final, los pupilos del Chacho Coudet amarraron los tres puntos en Mendizorroza más de cuatro meses después. Tremendo ejercicio de resistencia (1-0).
Solo hubo una novedad en el once albiazul respecto a la visita a Son Moix, pero no fue una cualquiera. El técnico argentino decidió sentar a Carlos Vicente en favor de Pau Cabanes, una decisión que, aún defendible por las últimas actuaciones del maño, no dejó de ser muy sorprendente. El ‘7’, cabe mencionar, había sido titular en todos los partidos de Liga de esta temporada salvo en uno, ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu.
El Alavés saltó al césped intenso, dispuesto a llevar la batuta del encuentro. Eso que se había echado mucho en falta del equipo en sus últimas actuaciones como local, aunque con una atmósfera más favorable que nunca. Cómo no iban a salir los albiazules con una marcha más que el Villarreal después de escuchar el himno a capela. Antes del pitido inicial, además, se homenajeó con motivo del 8M a las abonadas más longevas.
Y el éxtasis no tardó en llegar a Mendizorroza. A los 11 minutos de juego, Nahuel Tenaglia puso un centro al área, Manu Sánchez apareció desde atrás y exigió al máximo a Diego Conde, que salvó el tanto en primera instancia. Afortunadamente, el lateral madrileño pudo cazar el rechace a su propio testarazo y enviar la pelota a la red (1-0). Se notó que había ganas de celebrar un gol en casa. Todos corrieron al córner como locos.
Lo que no le benefició al Alavés fue que bajaran las pulsaciones de la contienda al poco de adelantarse en el electrónico. En un ritmo de juego menor, la calidad marca todavía más la diferencia y ahí el Villarreal aprovechó su ventaja. Hasta tres ocasiones claras tuvieron los groguets para poner las tablas: dos de ellas, de Pépé y Ayoze Pérez, las sacó Antonio Sivera y la tercera, de Yéremi Pino, se marchó por encima de la portería.
Pese a sufrir en defensa, los babazorros consiguieron llegar al intermedio con el 1-0. Y no hubo mejor noticia que esa. Habían sabido sacar provecho de su arreón inicial y también aguantar cuando tenían que hacerlo. Ahora bien, algo tendrían que cambiar de cara al segundo tiempo. Si seguían cediendo oportunidades, lo acabarían pagando. Pocos equipos hay en LaLiga con la calidad del submarino amarillo de Marcelino García Toral.
SUSTO Y EXPULSIÓN
La reanudación fue accidentada. Sivera salió veloz a despejar un balón dividido con Ayoze y, en la disputa, se llevó un fuerte golpe en la cabeza. Las asistencias saltaron al césped y, después de cinco minutos atendiendo al de Jávea, este pudo marcharse por su propio pie. Menos mal. Eso sí, lo hizo expulsado. El balón le tocó en la mano y Ortiz Arias, una vez revisado el VAR, decidió mostrarle la tarjeta roja por ocasión manifiesta.
Adrián Rodríguez, debutante con el primer equipo, se puso los guantes y ocupó su lugar en la portería, siendo Cabanes el sacrificado. Con un futbolista menos, al Alavés no le quedaba otra que achicar aguas. Para ello, el Chacho volvió a meter un tercer central, como ya hizo en Son Moix. Facundo Garcés reemplazó a Joan Jordán y también saltó Carlos Vicente (Carlos Martín). Moussa Diarra (Manu) y Asier Villalibre (Kike García) lo hicieron más tarde.
Ya en la recta final, que tuvo una prolongación de 15 minutos, el Villarreal buscó el empate de todas las maneras posibles: con jugadas trenzadas, mediante centros al área, a través del balón parado… Pero los babazorros aguantaron. Y lo hicieron con Ortiz Arias perjudicándolos en cada acción y expulsando a Antonio Blanco. La afición no dudó en cargar contra la ineptitud del trencilla, aunque llevando en volandas a su equipo, que ejecutó un espectacular ejercicio de resistencia.