Eduardo Coudet es un entrenador con ideas firmes. Así lo demostró en su etapa previa en LaLiga (Celta) y del mismo modo se está viendo en sus primeras semanas al frente del Deportivo Alavés. Cuando confía en alguien y este le responde, al argentino le cuesta probar otras cosas. Y no solo a la hora de elegir el once inicial, también durante los partidos. El banquillo es un recurso poco explorado salvo que haya contratiempos.
Dos de los futbolistas que más están notando esa confianza son Antonio Blanco y Joan Jordán, dueños del doble pivote albiazul. Ambos han sido titulares en los tres duelos ligueros que ha dirigido el Chacho hasta el momento (Osasuna, Athletic y Valencia) y su situación no parece que vaya a cambiar a la vuelta del parón navideño. Se entienden bien, cada uno con sus tareas, y encajan en la idea de juego que busca el técnico porteño.
Lo de Jordán, eso sí, ha sido una sorpresa. El barcelonés, cedido este verano por el Sevilla, apenas había contado para Luis García Plaza y, en el momento de jugar, tampoco sus actuaciones fueron nada del otro mundo. Nadie ignoraba su talento, pero se daba por hecho que le costaría un tiempo volver a competir al más alto nivel después de un año y medio con escasos minutos en Nervión. Y así fue mientras estuvo el madrileño al mando.
Aunque con Coudet se le siguen viendo las costuras por la falta de ritmo, sobre todo cuando le obligan a replegar, su incidencia en el juego está siendo mucho mayor que en las primeras jornadas. No se esconde sobre el césped, tampoco le quema el balón en las botas, y no duda en tomar responsabilidades si el equipo lo necesita. Su ejecución del penalti en Mestalla fue sublime, solo al alcance de alguien al que le sobra calidad.
Lo que no ha llamado tanto la atención es que Blanco se haya mantenido en el once. El Chacho necesita a alguien que sujete la medular para poder “atacar con cinco”, como a él le gusta decir; y el cordobés está acostumbrado a hacer ese trabajo menos vistoso, sin olvidar su capacidad para sacar el balón limpio desde atrás. Su primera parte en Mestalla fue notable en ambos sentidos, aunque fue a menos como el resto del equipo.
Buena muestra de la relevancia de Blanco en el Alavés, sin importar quién se siente en el banquillo, es que ha sido titular en 14 de los 18 compromisos ligueros. No es suplente, además, desde la derrota ante el Rayo en Vallecas y solo Antonio Sivera, Carlos Vicente, Abdel Abqar y Nahuel Tenaglia han jugado más minutos que él en Liga. Su único punto negro es su participación en la debacle copera, si bien fue un fracaso colectivo.
GUEVARA, EL DAMNIFICADO
El gran perjudicado de la confianza que Coudet está brindando a Blanco y Jordán es Ander Guevara. El gasteiztarra ha perdido el rol principal que tuvo en su primer curso como albiazul y no le queda otra que apretar para ganarse minutos. Su suplencia, eso sí, no sorprende, pues no ha estado a la altura de su propio talento y jerarquía cuando ha jugado. Y eso que Luis García insistió con él para ver si podía recuperar su mejor versión.
A favor de Guevara juega que el Alavés confía en él, tanto el club como la afición. La ovación que se llevó en el derbi con el Athletic, contra quien no estuvo nada mal, es buena muestra de que Mendizorroza ansía verlo brillar como lo hizo durante gran parte de la temporada pasada. Él es uno de los que debe liderar el proyecto babazorro a medio plazo. Aptitudes y sentimiento de pertenencia no le faltan para ello.
PROTESONI, LA INCÓGNITA
Por otro lado, la situación de Carlos Protesoni es una incógnita. Su perfil, tan diferente al del resto de mediocentros, podría venirle muy bien a Coudet, pero no ha disfrutado de continuidad en toda la campaña. Arrancó con la vitola de suplente, se lesionó cuando iba a ser titular y recayó cuando el técnico argentino tomó las riendas. Lo bueno para el charrúa es que tiene semanas para demostrar de lo que es capaz.
Más adelante, también en la sala de máquinas, no hay dudas. Jon Guridi es indiscutible. Cuando el balón pasa por sus botas, el Alavés juega a otro fútbol y va a ser difícil que alguien le quite protagonismo si no es por lesión. Tampoco Stoichkov ha rendido lo suficiente en las últimas jornadas para siquiera abrir el debate.