Tras sufrir un error arbitral, lo normal es que la indignación vaya a menos con el paso de las horas, pero a la afición del Deportivo Alavés le está ocurriendo lo contrario. Por si la derrota en Balaídos (2-1), marcando el gol decisivo un futbolista, Iago Aspas, que debía haber sido expulsado al poco de arrancar el encuentro, no era ya de por sí lo suficientemente amarga, los audios del VAR han aparecido en escena para echar todavía más leña al fuego

La polémica, cabe recordar, ocurrió en el minuto seis y medio del partido. En ese momento, durante una acción más del juego, el mencionado Aspas golpeó con su antebrazo a Antonio Blanco en el cuello y el colegiado principal, Quintero González, le mostró la tarjeta roja por agresión. Una decisión que habría cambiado por completo la contienda, pero en la que acabó interviniendo el VAR, con Trujillo Suárez al frente, de manera improcedente

“Alejandro, te recomiendo que vengas a hacer una revisión para evaluar la acción de conducta violenta”, comienza el audio publicado por la RFEF en Twitter. “Es que la roja me parece mucho”, prosigue el propio Trujillo Suárez. Ahí, este último está condicionando por completo, y a través de una interpretación propia y no empleando el reglamento, lo señalado por el árbitro de campo, quien sí había considerado suficiente el golpe de Aspas. 

La paupérrima escena, asimismo, da más de sí. Trujillo Suárez, en busca de mayor protagonismo, añade otro comentario innecesario, que además es mentira: “Lo que yo valoro  es que se apoya el jugador en la parte del hombro y cuello”. Algo con lo que, curiosamente, no coincide Quintero González, pues él sí ve que Aspas le “pega” a Blanco, pero “no con el puño, sino con el antebrazo”, lo que le hace cambiar de opinión, mostrando la amarilla. 

A través de esta errática actuación, el CTA sienta un precedente muy peligroso. Siendo, sin lugar a dudas, más que clara la intención de Aspas en la acción con Blanco, tanto el VAR como el árbitro valoraron solo que no fue lo suficientemente fuerte, por lo que, a partir de ahora, cualquier futbolista y en cualquier momento tiene la opción de golpear con el antebrazo a un rival si no excede un límite que, por supuesto, no se puede establecer.