Por pequeñísimos detalles que se escaparon a la lógica, el estreno liguero del Deportivo Alavés se saldó este viernes de la peor manera posible en Balaídos. Tras un partido de ida y vuelta, la desigual pegada de unos y otros determinó un resultado final adverso y cruel para los intereses babazorros.
El 'Glorioso' perdonó hasta en tres ocasiones tras sobreponerse a la furibunda reacción celeste al comienzo de la segunda mitad y lo terminó pagando muy caro con una derrota que no entraba en los pronósticos tras el esperanzador tanto inicial de Kike García.
Villalibre erró un clarísimo mano a mano ante Iván Villar, previamente Novoa había desperdiciado otro balón franco dentro del área tras una brillante conducción de balón gracias a sus piernas frescas y el propio Kike García, autor del primer albiazul este curso tras un perfecto testarazo al filo del cuarto de hora, también había tenido el 1-2 en sus botas después de un envenenado centro de Rioja al área. Entre líneas, Stoichkov brindó oxígeno al ataque albiazul y supo revivir a un equipo agobiado por el ímpetu de un Celta volcado en pos del empate.
Sin embargo, el Alavés no dio con la tecla para lograr el mayor tesoro dentro del fútbol como es el gol y el castigó fue letal gracias a la perfecta definición de un delantero rival sobrado de pólvora.
Nueve goles al 'Glorioso'
Iago Aspas ajustició 'al Glorioso' con su instinto asesino habitual. Este viernes le endosó el noveno gol en su carrera al cuadro vitoriano, que en más de una ocasión ha probado la medicina mortal de necesidad de un futbolista que, eso sí, para entonces podía haber estado tranquilamente en el vestuario purgando un error de juvenil.
En una acción que no venía a cuento e impropia de un futbolista con tantos años de experiencia en Primera División, golpeó con su antebrazo por la espalda en el cuello de Antonio Blanco sin que el balón estuviera en juego
Y es que el veterano delantero de Moaña se vio indultado por el VAR al poco de arrancar el choque. En una acción que no venía a cuento e impropia de un futbolista con tantos años de experiencia en Primera División, golpeó con su antebrazo por la espalda en el cuello de Antonio Blanco sin que el balón estuviera en juego. Quintero González apreció la acción con nitidez y, sin apenas titubear, le mostró la tarjeta roja directa mientras Balaídos se llevaba las manos a la cabeza.
Sin embargo, al colegiado andaluz, debutante en Primera a sus 31 años, se le vino el mundo encima cuando recibió la llamada de Trujillo Suárez desde el VAR. Entonces se vio intimidado a la hora de refrendar su decisión inicial.
Tras visionar la jugada en el monitor, terminó echándose para atrás y la roja fue transformada entonces en amarilla. Como consecuencia de ello, Aspas pudo seguir en el campo pese a que su agresión es una de esas acciones en las que el criterio del árbitro de campo debería pesar.
Finalmente, el gallego –al que el fuera de juego semiautomático también le había anulado un gol al filo del descanso tras un pase de Douvikas que estaba ligeramente adelantado– se erigió en el verdugo albiazul en un partido que se escurrió de las manos debido a la escasa pegada acreditada en los últimos metros.
El equipo de Luis García se mostró superior durante una larga hora al Celta, pero dos errores defensivos –uno muy grave en la salida de balón– y la poca mordiente de sus delanteros en situaciones francas le privaron de sumar, al menos, un punto en tierras gallegas.
La buena imagen, en líneas generales, no se vio traducida en el marcador y el Alavés acabó con las manos vacías, aunque ni mucho menos existen motivos para llevarse las manos a la cabeza. Con Mendizorroza como principal aliado, la visita del Betis debe servir para que los albiazules se saquen la mala espina.