El Deportivo Alavés hizo mucho, y muy bien, en Balaídos; pero falló en los momentos clave, viendo así amargado su estreno liguero. Después de que Kike García diera ventaja a los babazorros en una primera mitad de notable, Swedberg puso las tablas en el mejor momento de los locales e Iago Aspas, que debió haber sido expulsado en el minuto 7, culminó la remontada (2-1). Antes, eso sí, los visitantes perdonaron lo imperdonable.
Para su primer once del campeonato –de circunstancias por la escasez de efectivos en la retaguardia–, Luis García Plaza optó por siete futbolistas con los que ya contaba el curso pasado y, por ende, solo tres caras nuevas. Sivera ocupó la meta; Carlos Vicente, Abqar, Tenaglia y Diarra formaron la línea defensiva; Blanco, Guevara y Guridi tomaron las riendas en la medular; y Kike García, junto a Romero y Conechny en las bandas, arrancó en punta.
El Alavés saltó al césped de Balaídos sin miedo, dispuesto a competirle la batuta del partido al Celta y con la meta del portero local, Iván Villar, entre ceja y ceja. Tal actitud hizo a los babazorros superiores, sobre todo por su capacidad para mantenerla durante todo el primer tiempo. Ni siquiera la polémica inicial, en la que el VAR salvó a Aspas de una tarjeta roja merecida -el colegiado se la mostró por agresión a Blanco-, les hizo perder el foco.
Esto último ocurrió a los seis minutos y medio de juego, tardó varios más en revisarse y dejó una evidente sensación de ardor en el banquillo albiazul. Algo lógico, cabe decir, teniendo en cuenta que, siendo la acción gris y el gesto del capitán celeste claramente voluntario, tendría que haber prevalecido la decisión inicial de Quintero González. Por fortuna, el fútbol no tardó en hacer justicia a los méritos de los hombres de Luis García.
En una de los varios acercamientos del Alavés al área del Celta, Blanco aprovechó el espacio que le brindaron los locales en tres cuartos de campo y, tras varios amagos, envió el balón a la posición de Kike García, quien no perdono. El de Motilla de Palancar, bien apodado como el 'obrero del gol', le ganó la posición a zaguero Domínguez y, con un certero testarazo, batió a Villar para marcar el primer gol babazorro de la temporada 2024-25 (0-1).
A partir de ese momento, los locales se vieron obligados a dar un paso al frente, pero lo cierto es que, salvo en los minutos finales, el equipo alavesista no sufrió en exceso. Se le vio cómodo con el balón, alternando transiciones lentas y rápidas, y el único peligro fue Bamba. Este, fuerte y veloz por la banda, le exigió mucho a Carlos Vicente y, en una de sus arrancadas, llegó la mejor, y única, ocasión para los de Giráldez de la primera parte.
La acción, anulada por fuera de juego gracias a la nuevo sistema de revisión semiautomática, nació de un centro lateral que recibió Douvikas en el punto de penalti para, de espaldas, dejarle el gol a placer a Aspas. Hubiera sido, sin duda, demasiado premio para alguien que, en ese momento, tendría que haber estado fuera del césped por la agresión previa. Nada, por cierto, pudo hacer Sivera al potente remate cruzado del de Moaña.
DRAMA DE CARA A PUERTA
Ya en la segunda mitad, no hubo que esperar demasiado para ver el primer cambio de Luis García. Tras hacer Giráldez tres para la reanudación, y antes de la hora de juego, el técnico del Alavés respondió con el debut de Hugo Novoa, aunque pronto se vio obligado a hacer más, pues el paso por los vestuarios le vino genial al Celta. No supieron los visitantes parar las ofensivas viguesas, y eso les hizo perder la ventaja que tanto habían merecido.
El tanto del empate (1-1) llegó en un inapelable disparo de Swedberg, uno de los tres revulsivos mencionados, pero pudo haberlo hecho en cualquiera de los acercamientos previos. Los balones a la espalda fueron un problema para la retaguardia del Glorioso y ya había avisado Aspas con un cabezazo minutos antes, con aparición estelar de Sivera. Lo positivo fue que, pese al varapalo, los babazorros no se desconectaron del choque.
El Alavés supo recuperar la batuta y, a través de los cambios, generó ocasiones de sobra para ponerse por delante de nuevo. Kike primero, Novoa y Stoichkov después y Villalibre por último pudieron marcar el 1-2, pero ninguno de ellos acertó, con todo a favor, de cara a portería. Y esa falta de efectividad, como mandan las leyes no escritas del fútbol, la castigó el Celta, quien marcó la única que tuvo, en la que Aspas fue el artillero y gran protagonista (2-1).