Pese a que dejar atrás el lugar en el que uno ha sido feliz no es tarea sencilla, tal y como ha podido comprobar Ander Guevara en las últimas horas, lo cierto es que ese proceso se hace mucho más ameno si el resultante es volver a casa. Más aún, en el momento que la otra parte, el Deportivo Alavés y su afición, muestra el mismo entusiasmo que tú por verte triunfar en un escenario, Mendizorroza, donde seguro soñaste jugar de albiazul alguna vez.

Así se lo ha imaginado en infinidad de ocasiones también su aita, Carlos Guevara, y con él se ha puesto en contacto este periódico para conocer cómo ha recibido la familia esa noticia de que, después de más de una década en la Real Sociedad, el jugador gasteiztarra va a defender la camiseta del Glorioso de nuevo.

La última vez que lo hizo fue, en concreto, a los 15 años, cuando integraba uno de los planteles de la categoría cadete del club babazorro. 

“Consciente del reto que supone volver a casa, pero encantado de que Ander vuelva a vestir la zamarra albiazul. Ojalá esta experiencia le sirva para mejorar al máximo y, de esta manera, ayude al equipo a conseguir la permanencia. A mí me toca disfrutar, y también sufrir, en las gradas”, explica Carlos, quien, según ha admitido su hijo durante su presentación de este mediodía en Mendizorroza, ha sido uno de los más se ha emocionado por el traspaso.

Esa ilusión que transmite su aita, además, también la tiene el propio Ander, sobre todo, tras la multitud de mensajes de apoyo que le ha mandado la afición del Glorioso desde que se anunció su regreso: “Sabíamos que su vuelta sería bien acogida por el alavesismo, pues, durante años, mucha gente me ha preguntado sobre si llegaría o no, pero los cálculos se nos han quedado cortos. La verdad es que los últimos días han sido muy bonitos”. 

Abrazo entre Ander Guevara y su aita Carlos sobre el césped de Mendizorroza. Alex Larretxi

Y el gran artífice de que esta unión haya sido posible, tal y como manifiesta Carlos Guevara, tiene nombre propio: Sergio Fernández, el director deportivo babazorro. “Es el principal culpable, y héroe, de que Ander esté en el Alavés. Desde que se fijó en él, aún cuando jugaba en el Sanse, Sergio ha tenido muy claro que lo quería en Vitoria-Gasteiz y este verano, afortunadamente, se han puesto de acuerdo todas las partes”, apunta.

La decisión de dejar Donostia y la Real, eso sí, no ha sido nada sencilla para Ander. Su aita le ha visto “soltar varias lagrimillas” en las últimas horas, lo cual es lógico teniendo en cuenta todo lo que ha vivido en Anoeta y Zubieta. “La emoción está siendo tanto por la bienvenida como por la despedida. Es duro, y se le nota en la cara cuando lee los mensajes de sus excompañeros, pero eso lo salva la ilusión que tiene por el nuevo proyecto”, añade.

Según Carlos, en referencia ya al aspecto deportivo, su hijo es capaz de aportar al Alavés ese talento diferencial que, por ejemplo, pidió Luis García nada más certificar el ascenso de categoría: “Si bien las asistencias y los pases de ruptura suelen ser lo más llamativo de su juego, creo su habilidad con el balón en los pies puede dar mucha tranquilidad al equipo. A ver si, además, se anima y marca algún que otro gol”. 

Ahora bien, hablar solo de su talento futbolístico sería un error, ya que también destaca por su factor humano. “No va a tener ningún problema para adaptarse. Aparte de que en el Glorioso ya hay un gran grupo, lo cual ha sido clave en el reciente éxito, su capacidad de trabajo y trato cercano hace que le quiera todo el mundo. En estos once años que ha estado en la Real, solo me han llegado buenas palabras sobre él”, subraya.

PADRE E HIJO ALBIAZULES

Por último, es digna de mención una peculiaridad que comparten padre e hijo y es que, en el momento que Ander debute oficialmente, ambos habrán defendido el escudo del primer equipo del Alavés. Algo muy poco habitual en la historia albiazul, pero que, eso sí, no ocurre por primera vez. Ya lo hicieron en el pasado, por ejemplo, Julio y Alberto María Roth; Manuel, Manuel II y Luis María Arana; y Modesto y Félix Echevarría.