En las fiestas del pueblo alavés de Urarte de este pasado fin de semana a las que estaba invitada la familia de Ekaitz también se desató la locura cuando Villalibre marcó el gol en el último suspiro en un final épico del partido. En ese momento, Ekaitz, un niño vitoriano de 12 años, no lo dudó: cogió su trompeta para tocar una y otra vez el himno del Alavés que emocionó a todos.
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