El empate cosechado el domingo en Mendizorroza no es bueno, pues lo ideal hubiera sido tomar ventaja en la eliminatoria, pero tampoco malo. Pese a que no será una tarea nada sencilla, el Deportivo Alavés aún mantiene muchas opciones de jugar la próxima temporada en Primera División. Para ello, al quedar detrás en la fase regular, deberá superar al Levante en el Ciutat de València, donde, en caso de otro empate, ambos irán a la prórroga.
Esto último, sin ir más lejos, es la gran diferencia entre el duelo de este sábado y el que se vivió hace unas semanas frente a Las Palmas. La otra es que, al contrario que en el Estadio de Gran Canaria, ya no quedan más oportunidades para jugar la próxima campaña en la máxima categoría. Si el Glorioso no consigue asaltar Orriols, dentro de unos meses deberá empezar otra vez de cero en su fiel propósito de regresar a la élite.
Es por ello que, aunque nadie duda de que la plantilla se ha dejado todo durante el curso, ha llegado el momento de quemar las naves. Ya sea desde el inicio del partido o ya avanzado el mismo, dependiendo de lo que plantee Luis García, el Alavés debe ofrecer su versión más agresiva en ataque, ya que solo así podrá superar a una retaguardia granota que, tal y como ha podido observarse en el encuentro de ida, está preparada a conciencia.
Para ver la imagen más peligrosa del conjunto babazorro arriba, será indispensable que el miedo al error desaparezca de la mente y, por ende, las botas de los jugadores. Las finales, normalmente, las deciden aquellos futbolistas que se crecen en los escenarios de tensión. Esos, en concreto, que no dudan en dar un paso al frente y se muestran dispuestos a tomar el esférico y comandar así el juego de su equipo.
Lo que no puede suceder, y se vio el domingo, es que las opciones del Alavés en ataque se limiten únicamente a una arrancada brillante de Rioja o alguna acción aislada a balón parado. En una contienda tan igualada, son las individualidades las que deciden, pero partiendo siempre desde una base colectiva. Poco pueden hacer los nueves, por ejemplo, si están aislados y no disponen de ninguna ocasión para buscar portería.
Ese ha sido, probablemente, el principal punto débil del Glorioso en esta recta final de temporada. Pese a que ha habido partidos en los que la parcela ofensiva ha creado bastantes remates claros, también se han vivido otros en los que, como mucho, ha habido uno o dos. Algo que, a veces, puede ser suficiente, pero que no suele ser así, pues los rematadores de este equipo han demostrado necesitar varias oportunidades para marcar.
Ahora bien, esto último no es un contratiempo reciente, se sabe desde que arrancó la temporada. Salvo en La Romareda, donde casi toda la proyección ofensiva acabó en el fondo de la red aragonesa, el Alavés nunca se ha caracterizado por su eficacia arriba, sino debido a su capacidad para crear muchas más situaciones de peligro que sus rivales. Eso, sumado a su fortaleza defensiva, es lo que le ha permitido pelear por el ascenso durante todo el curso.
NOMBRES PROPIOS
Entre los jugadores que deben dar un paso al frente, los nombres que más resuenan, como es lógico, son los de los delanteros. Sylla, titular durante el play off de ascenso; Villalibre y Miguel de la Fuente –sin olvidar a Panichelli– tienen que desatar su olfato y, en esa labor, necesitan la ayuda de los demás integrantes del ataque. Comenzando por la primera línea, la cual forman Rioja, Abde, Jason y Alkain, y siguiendo con los que llegan por detrás.
Es fundamental que Guridi y Rober, también Moya y los laterales, ofrezcan mucho más a la parcela ofensiva. Con una participación activa, cuentan con la capacidad para crear espacios a sus compañeros y, además, sacar provecho de todas esas jugadas que, el domingo en Mendizorroza, acabaron en nada. No puede ocurrir en Orriols que un balón suelto en el área granota no encuentre algún rematador. Luego, acertar o no, será otra cuestión.