El Deportivo Alavés se llevó un solo punto de su expedición a El Molinón, pero, a la vista de lo acontecido durante el encuentro, este fue más que suficiente para abandonar tierras asturianas con buen sabor de boca. Los babazorros no fueron capaces de generar el peligro necesario para echar abajo la muralla rival y, en la recta final, fue el Sporting de Gijón, al que el VAR le anuló el gol decisivo, quien intentó y mereció más.

Obligado por las circunstancias, Luis García Plaza reestructuró casi por completo la línea defensiva del Glorioso, donde solo Tenaglia mantuvo su sitio. Ante la ausencia de Abqar y Sedlar, Laguardia y Duarte formaron en el centro de la zaga, Javi López lo hizo en el lateral izquierdo y, a estas tres variaciones, se sumó también la de Villalibre, quien volvió a jugar de inicio, y como referencia, después de tres jornadas arrancando en el banquillo.

Una titularidad esperada, con la idea de reservar a Sylla para una fase del partido más favorable, pero que, por desgracia, apenas dio fruto a los gasteiztarras durante la primera mitad. Desde que el colegiado señaló el comienzo de la contienda, las imprecisiones de uno y otro reinaron sobre el césped de El Molinón y, por ende, tanto Cuéllar como Sivera se convirtieron en meros espectadores de las constantes disputas en el centro del campo. 

Así las cosas, lo único reseñable por parte del Alavés fue que, al contrario que en el duelo frente al Andorra de hace varios días, esta vez sí que fue capaz de llevar el control del juego en diferentes momentos. Algo que le permitió no sufrir demasiado atrás y, al mismo tiempo, merodear el área rival, aunque sin excesivo peligro debido a su desacierto en el último pase, provocado en parte por el buen hacer de la retaguardia local.

También influyó, en relación con lo anterior, el hecho de que varios jugadores sintieran la necesidad de hacer la guerra por su cuenta. Pese a que el Sporting opuso resistencia en todo momento -y en cualquier zona del campo-, al Glorioso le aparecieron distintas ventanas para triangular, por lo general al contragolpe, y todas ellas terminaron en nada debido a la obcecación de sus atacantes. Rioja fue el mayor ejemplo de esto último.

Para sorpresa de los aficionados, rojiblancos y albiazules, presentes en El Molinón, la segunda parte se reanudó con bastante más ritmo y, en ese escenario, el Alavés pudo crear su mejor, y casi única, ocasión hasta ese momento. Originada por un centro raso hacia el punto de penalti, primero Tenaglia y después Jason buscaron portería sin éxito llegando desde atrás. Se notó sobremanera, sobre todo en el argentino, que no son hombres de área.

Tras esa acción ofensiva de los babazorros, el juego se mantuvo parado cinco minutos por motivos técnicos, lo que ralentizó, de nuevo, la contienda, y los cambios en una y otra escuadra tomaron protagonismo. Tratando de suministrar físico a su sala de máquinas, Luis García optó por dar entrada, inicialmente, a Benavídez y Moya en lugar de Blanco y Salva Sevilla. Más tarde, saltarían al verde Arroyo (Laguardia), Rober (Jason) y Sylla (Villalibre).

Los relevos, sin embargo, muy poco o nada le aportaron al Alavés en el aspecto ofensivo. Fue el Sporting quien se creció en la recta final del encuentro, a la que se añadieron diez minutos, y los babazorros se vieron superados en todas las transiciones. Avisó Aitor, con un remate desde fuera del área que se marchó al palo, y sentenció Campuzano, pero su gol fue anulado, afortunadamente, por un fuera de juego previo revisado por el VAR.