Luis Rioja pertenece a una especie de jugadores casi en extinción dentro del fútbol. Un extremo puro, capaz de desbordar a través de la velocidad para después colgar envíos al área constantemente. Sin embargo, a pesar de que el futbolista andaluz se haya consagrado como uno de los pilares del Glorioso desde su llegada en julio del 2019, el conjunto babazorro no está aprovechando del todo las aptitudes del extremo sevillano, inmerso en un mal momento como el resto de compañeros y de quien se esperaba un paso al frente cuando vienen mal dadas en la presente temporada.
Cuando un equipo de fútbol -o de cualquier deporte- no atraviesa una buena dinámica de resultados como le sucede de un tiempo a esta parte al Alavés, prácticamente todos los jugadores que componen la plantilla se resienten y parecen estar uno o dos peldaños por debajo de lo que realmente son. Pues bien, en este sentido los futbolistas de la escuadra babazorra continúan presos de esa ansiedad que genera estar hundidos jornada tras jornada en las catacumbas de la tabla clasificatoria. Rioja no es ajeno a ello.
El extremo sevillano no termina de erigirse en ese puñal que brinde desequilibrio y dinamismo por la banda izquierda y el aterrizaje de Mendilibar tampoco ha servido para reactivarle. No en vano, el técnico de Zaldibar tiene muy definido el papel que realiza cada extremo de su plantel. Rioja es quien se encarga de ensanchar el campo y generar peligro a través de su punta de velocidad, pero su gris rendimiento se mantiene en consonancia con el del colectivo.
A pesar de que sea uno de los futbolistas de LaLiga con mayor desborde, el impacto de Rioja de cara a gol no ha sido nunca su mejor virtud -este curso solo ha marcado en el Camp Nou tras aquella perfecta dejada de Joselu- y eso tampoco le ayuda a incrementar su confianza. En el carril contrario, por contra, Edgar Méndez casi ejerce como un segundo punta que acostumbra a merodear mucho más el área rival.
La falta de competencia en su puesto también está jugando en contra a la hora de que Rioja brinde un plus. En la plantilla se echa de menos desde hace tiempo un sustituto natural del extremo sevillano. Mientras la banda derecha cuenta con un abanico de posibilidades muy amplio -Edgar Méndez, Jason y Pellistri pueden desenvolverse en dicha zona-, en el zurdo tan solo figura Rioja.
Quien ha ocupado esa plaza en momentos puntuales ha sido Manu Vallejo, un futbolista a priori llamado a comandar la dupla ofensiva junto a Joselu y que ha relevado al andaluz en los minutos finales de algún encuentro liguero. Esta misma carencia de un escudero de garantías provoca un desgaste continuo en Rioja, quien ha disputado hasta ahora el 94% de los minutos totales de la temporada. Pese a no ser el de la pasada campaña, ningún aficionado es capaz de cuestionar su titularidad por razones obvias.
El Alavés aspiraba a que esta fuera la temporada de la explosión definitiva de un futbolista por el que hizo una ambiciosa apuesta meses atrás con su renovación hasta 2025. El trasfondo del movimiento era claro para tratar de obtener algún rédito a nivel económico. El sevillano se mantiene como un posible foco de negocio para la entidad de Mendizorroza, aunque si el equipo no acaba de enderezar el rumbo en las próximas semanas y se consuma el descenso difícilmente recibirá alguna oferta tentadora por sus servicios en el mercado estival.
Con todo, a pesar de que en el aspecto realizador y asistente no esté encontrando su momento más dulce, es innegable que el carácter guerrero de Rioja continúa siendo de vital importancia para un Alavés que no va sobrado de alternativas y recursos en ataque. Además de ello, el veloz extremo zurdo jamás ha bajado los brazos y, por ello, es cuestión de tiempo que se reencuentre con aquella versión que maravilló a la parroquia albiazul.
La única certeza en este instante es que, para poder creer en la salvación, los futbolistas más desequilibrantes como Luis Rioja y aquellos que están más arraigados a lo que significa el Alavés han de dar un paso al frente para afrontar las últimas jornadas con las posibilidades intactas de salvar la categoría.
El sevillano, que ocupa la única posición del campo que no está doblada, no está siendo ese jugador con desborde del pasado curso
El lado positivo es que hasta en los momentos más bajos jamás baja los brazos y su consabido carácter guerrero permanece intacto