- El encuentro de esta tarde en el remozado Ciudad de Valencia se presentaba, a priori, como una excelente oportunidad para que el Deportivo Alavés diese un paso al frente y asentase un proyecto demasiado titubeante en el tramo inicial del curso. El plantel vitoriano se presentaba en la cita en el mejor momento de la temporada, tras enlazar dos jornadas sin perder y con el subidón de haber aguantado a todo un Barcelona con un hombre menos sobre el césped. Los brotes verdes comenzaban a atisbarse y esta contienda -justo antes del parón para los compromisos de las selecciones- con un rival directo por la permanencia que no atraviesa precisamente por una situación idílica se antojaba un escenario propicio para regalarse una pausa sin nervios.

Sin embargo, un inesperado seísmo ha trastocado todas las previsiones apenas unas horas antes de que la pelota comience a rodar. O quizás habría que reconocer que el terremoto entra dentro de lo previsible. Porque como no podía ser de otra manera en los tiempos actuales ha sido provocado por los efectos del coronavirus. Tanto albiazules como valencianos se han encontrado con un positivo en sus respectivas plantillas que inevitablemente han puesto patas arriba la preparación del encuentro. Y esa es precisamente la principal misión con la que viajó en la tarde de ayer la expedición del Glorioso, evitar por todos los medios que el susto arruine la ocasión que tenía encima de la mesa.

Afortunadamente, el positivo inicial de Burgui no fue secundado por ningún otro integrante del plantel gasteiztarra y en las pruebas a las que fueron sometidos el viernes y ayer mismo todos los resultados fueron negativos. Un resultado que permitió al Alavés ejercitarse por la mañana en Ibaia y viajar después sin más bajas que las ya conocidas de Ximo Navarro, Pere Pons (ambos por lesión), Peleteiro por sanción y el citado Burgui.

Salvado este primer escollo, el segundo y no menos complicado es conseguir que la incertidumbre vivida a lo largo de estos días no haga acto de presencia sobre el césped y afecte al rendimiento de unos profesionales a los que resultará difícil abstraerse de la preocupación. Al menos, el siempre caprichoso destino ha querido situar a ambos contendientes en igualdad de condiciones y el positivo del levantinista Roger -conocido en la maña de ayer- ha situado a los de Paco López en un escenario muy similar. O quizás peor porque sin duda la importancia del delantero en los planes de su técnico es mucho mayor que la de Burgui en los de Machín.

Llegados a este punto, en cualquier caso, aquel que sea capaz de centrarse en lo futbolístico y dejar aparcado todo lo de alrededor tendrá mucho ganado en el duelo de esta tarde. Una tarea que, por otro lado, no será sencilla para un Alavés que se presenta sin varias piezas habituales de su once inicial y que tendrá que afrontar la enésima reconversión de la temporada.

En este sentido, el primer movimiento de piezas debe tener lugar en la defensa, donde hay que cubrir el hueco de Ximo Navarro. En principio Martín parte como el mejor colocado, aunque no puede descartarse que el joven Tavares disponga de una oportunidad desde el inicio. En el centro del campo no estará Jota Peleteiro por sanción y Luis Rioja, reforzado tras su buen papel ante el Barcelona, ocupará en principio la banda izquierda mientras que Edgar Méndez, Pina y Battaglia completarían la línea albiazul en la medular. Por último, Joselu y Lucas Pérez deberían recuperar la titularidad para volver a integrar la vanguardia alavesista tras su inespera suplencia ante el Barça, aunque la evolución del tobillo del segundo podría provocar que arrancase el partido desde el banquillo.

Los positivos de Burgui por parte albiazul y Roger en el cuadro granota han alterado la tranquilidad en ambas escuadras