Vitoria - Desconcierto. Con esa simple palabra que tanto explica se puede definir el sentimiento de muchos pequeños accionistas del Deportivo Alavés cuando ayer tuvieron acceso a la documentación para la junta general del club que se celebrará el próximo 26 de diciembre. Ahí descubrieron la operación financiera por la que la entidad del Paseo de Cervantes se ha hecho con la mitad del capital social de la Sociedad Baskonia Kirol Hiria, propietaria de la actual ciudad deportiva Bakh y cuya titularidad hasta el pasado mes de marzo en el que se llevó a cabo esta operación era exclusiva de Saski Baskonia, a cambio de 5.733.769 euros. Una inversión de enorme consideración mediante la cual Josean Querejeta y su equipo de trabajo, según se afirma en dichos informes, pretenden integrar en un mismo emplazamiento todo el complejo de entrenamientos y centro de alto rendimiento de Glorioso y Baskonia -el plan contempla la adquisición de una parcela anexa al recinto y la mejora y modernización del mismo-, pero que genera el recelo de los pequeños propietarios del club de fútbol al pasar a ser titularidad del Alavés una ciudad deportiva que ha supuesto una pesada losa económica para la entidad del Buesa Arena desde su construcción en 2008 y sobre la que todavía pesa una importante carga hipotecaria que a partir de ahora será repartida a partes iguales entre las dos sociedades anónimas deportivas. Una operación que permite el control de la mayoría absoluta del capital social alavesista -no en vano, con el 82% del accionariado en poder de Querejeta y su entorno permite llevar a cabo casi cualquier tipo de operación sin tener que dar parte a nadie-, pero que requerirá de una explicación detallada en la junta del próximo 26 de diciembre, que se prevé caldeada por el enfado creciente de los pequeños accionistas por esos gastos asumidos por el club que nada tienen que ver con el día a día de la gestión deportiva del Alavés.

Cada vez más gasto Más allá del plan estratégico de la construcción de una nueva ciudad deportiva para el que se han buscado un sinfín de alternativas que no han terminado por cuajar para plantear ahora en Bakh un proyecto que en nada se parece a la idea inicial de contar con un gran complejo que diese cabida en un solo espacio a toda la estructura de trabajo deportivo de la entidad del Paseo de Cervantes, la preocupación cada vez más palpable del entorno y la masa social alavesistas viene marcada por la creciente carga monetaria que se está depositando sobre las arcas albiazules para aliviar la tesorería del Baskonia. La misma arrastra lastres del pasado, como por ejemplo su propia ciudad deportiva, que le mantienen en una situación financiera mucho más complicada que la de su homólogo balompédico, convertido actualmente en una fuente de ingresos -ahí está vigente por tercera temporada consecutiva el 4% del presupuesto alavesista que desde el Buesa Arena se percibe por la gestión que se realiza en Mendizorroza y que también generó un enorme malestar entre los pequeños accionistas cuando fue desvelado en la junta de 2017- indispensable para que el Baskonia pueda mantener al menos el mismo nivel de gastos y su situación monetaria haya mejorado de manera considerable desde el regreso del Glorioso a Primera División y, con ello, el aumento cada año de los ingresos y con ello también del pago asignado por la gestión. Un capítulo que, con un presupuesto de 76 millones de euros para la campaña 2019-20, redundará en un pago a las arcas del Buesa Arena ligeramente superior a los tres millones de euros en su cuarta campaña de vigencia.

Un crédito hasta 2031 La ciudad deportiva Bakh, que hace poco cumplió once años de edad -fue inaugurada en octubre de 2008-, ha supuesto desde su puesta en marcha uno de los grandes quebraderos para la economía baskonista, que con la grave crisis financiera de aquellos años y la obligación de abonar varios salarios importantes se hundió irremisiblemente. Aunque en un principio se ideó con la intención de generar recursos atípicos, lo cierto es que en ningún momento la ciudad deportiva ha llegado a ofrecer los réditos esperados y tampoco se ha podido cerrar ninguna de las operaciones de venta que se han intentado con la instalación para recuperar la potente inversión realizada. De momento, sigue siendo una carga importante para las arcas baskonistas, pero ahora dicha responsabilidad de pago pasará a ser compartida por un Alavés que pasa a ser partícipe de la mitad del crédito de veinte millones de euros que se solicitó para su construcción desde el Buesa Arena y cuyo vencimiento -según la última información hecha pública de las cuentas de Saski Baskonia, que data del ejercicio 2016-17- no cumple hasta julio de 2031, habiéndose devuelto hasta la fecha solo una mínima parte de la cantidad inicial del señalado préstamo. - DNA