Vitoria - El Deportivo Alavés no se llevó por muy poco la victoria en el derbi del sábado contra el Athletic y el empate no le permitió recuperar la séptima plaza, pero tanto el duelo contra el conjunto bilbaíno como el inmediatamente anterior contra el ya campeón Barcelona le han servido al cuadro albiazul para rearmarse anímicamente tras un último mes muy negativo en todos los sentidos. Las opciones de disputar competiciones europeas por la vía directa se esfumaron al regreso del último parón y tampoco resulta sencilla la pelea por esa séptima plaza que da acceso a las eliminatorias previas a la Liga Europa, pero el conjunto vitoriano se convenció en San Mamés de que puede disputarle de tú a tú esa plaza al Athletic en los tres partidos que quedan para que se resuelva la temporada y los jugadores consideran que la actual desventaja de tres puntos todavía es salvable si se mantiene la imagen ofrecida en los dos últimos encuentros. La máxima de este club desde hace unas temporadas dice que El Glorioso nunca se rinde y a esa idea cabe agarrarse ahora que viajar por tercera vez en la historia de la entidad por el Viejo Continente se ha puesto tan complicado después de haberse rozado con la yema de los dedos hace no tanto tiempo.
La sensación del Alavés en Bilbao es que lo peor de la tempestad ha quedado ya atrás en unas semanas que han sido demoledoras para esas aspiraciones europeas. Hundimiento deportivo, cese de la actividad de Iraultza 1921, relación quebrada entre la directiva y el entrenador... Es difícil explicar cómo le han sucedido tantos avatares tan complicados de explicar a un club que estaba protagonizando una de las mejores temporadas de su historia y que se encontraba muy cerca de alcanzar un hito inesperado. Lo positivo de todo es que el equipo ya había asegurado la permanencia con mucha antelación, por lo que esta grave crisis que ha ido del césped a la grada y al palco no va a tener consecuencias mayores en el corto plazo, ya que es evidente que la inestabilidad del entorno en nada ha ayudado a la plantilla a salir del bache en el que se había metido.
Tres finales Ahora todo lo que se diga no es otra cosa que especular, pero parece evidente que si la situación hubiese sido de absoluta normalidad, tal y como debería, muchos de los puntos que se han quedado últimamente por el camino no se hubieran perdido. Los más evidentes, los empates contra Leganés y Valladolid, cuando Mendizorroza era lo más parecido del mundo a un funeral y el equipo era la viva imagen de un cadáver sobre el césped. Para dejar clara la desilusión de la masa social basta con reflejar que en un derbi como el del sábado en el que El Glorioso prácticamente se jugaba Europa poco más de un centenar de alavesistas se acercaron hasta San Mamés a apoyar al plantel. Muy difícil de explicar y mucho más de entender.
A pesar de ello, el Alavés consiguió recuperar buenas sensaciones en el derbi, que venían a unirse a la correcta imagen ofrecida ante el Barcelona. De nuevo, un bloque granítico y competitivo, capaz de ponerle un nudo en la garganta al más pintado. Y que a punto estuvo de dar un paso de gigante hacia Europa de haber aprovechado mejor sus oportunidades, que las tuvo y claras. La desventaja de tres puntos cuando solo quedan nueve ya por jugarse obliga a los de Abelardo a firmar un final de curso perfecto. Lo primero es cumplir con lo propio ante Real Sociedad, Valencia y Girona -el calendario es complicado- y después aguardar el fallo del Athletic en su serie contra Valladolid, Celta y Sevilla para poder solventar la desventaja de tres puntos, que actualmente son cuatro por el gol average general aunque la diferencia es solo de seis goles y podría cambiar la situación actual. En todo caso, el objetivo es pelear hasta el final.