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0-1, minuto 34: Zaza. Balón mal sacado por Diéguez que recupera pereira, sirve a Zaza y el potente disparo del italiano roza en Alexis y supera a Pacheco.

1-1, minuto 49: Alexis. Saque de esquina de Munir, entre Gabriel, Rodrigo y Garay no cierran el espacio y Alexis cabecea cruzado a la red. 1-2, minuto 66: Rodrigo, de penalti. Mano de Ely tras un centro lateral por llevar el brazo arriba y Rodrigo marca de disparo raso al centro.

Amonestó a Gabriel (minuto 17), Vigaray (minuto 23), Santos (minuto 34), Ely (minuto 65), Diéguez (minuto 76), Manu García (minuto 86).

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Vitoria - “En el fútbol no siempre gana el mejor equipo”. No pudo ser más profética la frase que dejó Gianni De Biasi en la previa. Lo que no podía prever el entrenador italiano es que esa afirmación no llevase asociada la victoria de su Deportivo Alavés ante el Valencia. Y es que El Glorioso fue ayer por muchos momentos un volcán en erupción que a punto estuvo de arrasar a su rival, pero que acabó condenado por dos errores graves y por la propia indigestión de su locura. Los problemas que tiene este equipo para transformar en goles su superioridad es enorme y tras empatar en el arranque de la segunda parte se fue a buscar a su oponente a pecho descubierto para acabar cometiendo un error mortal que le dejó de nuevo sin esos puntos que tanto necesita.

Respetó De Biasi el sistema 5-3-2 que dispuso en la visita al Betis, pero lo hizo introduciendo un cambio por línea. La gran sorpresa fue el estreno liguero del joven Diéguez, que lo hizo bien el martes en Copa y que ayer dejó fuera a Maripán; en el centro Pina dio relevo a Torres, mientras que en la dupla ofensiva Santos aportó un perfil diferente en esa posición al de Medrán.

Comenzó impetuoso el cuadro albiazul, una vez más subido a lomos de Pedraza que amenazó claramente en su primera cabalgada por el carril zurdo. La réplica la daba el Valencia con esa idea que el propio Alavés quiere implantar de cerrar los espacios, recuperar y salir rápido lanzando el juego por las bandas, con Zaza cabeceando alto en esa ocasión primigenia.

Ganaba el cuadro visitante la posesión y amenazaba con los despliegues de Guedes y Pereira, pero cuando los vitorianos eran capaces de recuperar y salir la amenaza era evidente. Sobre todo, en las apariciones de un Pedraza desatado a la carrera por el costado, aunque no tan afinado a la hora de dar el pase definitivo, pecando de exceso de conducción en sus llegadas.

Insistía El Glorioso con llegadas con futbolistas de perfil muy diferente y siempre que veía el espacio buscaba el disparo. Así, ensayaron tanto Pina como Ely desde lejos antes de que Neto detuviese abajo un lanzamiento de falta de Munir. Por intentarlo no iba a quedar, sobre todo en el enorme despliegue por la banda izquierda, donde Wakaso ponía la fuerza y el incombustible Pedraza la velocidad.

Estaba muy bien el cuadro albiazul hasta que llegó uno de sus errores mortales. Falló Diéguez en la salida, su pase rebotó en Pereira y el extremo le llevó el esférico a un Zaza que sacó un disparo potentísimo que, una vez más, rozó en Alexis para superar a Pacheco. No había hecho nada el Valencia, pero lograba desequilibrar la balanza y con esa ventaja se fue el cuadro visitante al descanso, haciendo el baldío en enorme esfuerzo local.

Cogieron aire los albiazules en el descanso y salieron de nuevo a la carga. A Munir le faltó una chispa de velocidad ante Gabriel para forzar el mano a mano con Neto, pero el defensa envío el balón a córner y el propio delantero madrileño sirvió desde la esquina a la cabeza de un Alexis que se elevó sobre toda la zaga para cabecear a la red.

La onda expansiva del gol en Mendizorroza metió el encuentro de lleno en la locura. De Biasi pedía cabeza desde la banda, pero en el césped se jugaba con el corazón. Munir descerrajaba la espita del desenfreno y el equipo entero se subía a la cresta de esa ola. Mientras, el Valencia aguantaba la tormenta como malamente podía y se dedicaba a esperar su oportunidad con el paraguas desplegado de par en par.

Las ocasiones a balón parado seguían sucediéndose, también los remates de Munir. Todo era azul y blanco en el desenfreno, pero en medio de esa avalancha volvió a cometer el Alavés un fallo inconcebible. En esta ocasión fue Ely, que en un centro lateral saltó con el brazo arriba y le golpeó el balón. Penalti claro que marcó Rodrigo para que el cuadro che, que había sobrevivido al alud, volviese a marcar sin hacer absolutamente nada.

El equipo vitoriano se hundió a partir de ahí en sus propias miserias, aunque aún tuvo para un arranque de simple fe, infructuoso en los minutos finales ante los de Marcelino García Toral, que recurrieron a esa manga ancha que tienen los colegiados para permitir que no se juegue y resistieron la acometida final para hacer insuficiente el enorme esfuerzo del cuadro vitoriano, castigado por sus errores.

Un despliegue descomunal durante todo el encuentro en el que con su esfuerzo, sacrificio y calidad impuso su potencia a lo largo y ancho del campo. Impresionante.

Mal en las áreas. El técnico italiano consiguió desconectar el juego del Valencia y el Alavés protagonizó los mejores minutos del año, primero de la mano de Pedraza y, tras el empate, volcado sobre la portería rival. Desgraciadamente, a este grupo le penalizan muy gravemente sus errores en las áreas y ayer cometió dos muy graves atrás y no atinó adelante. Inexplicable que quitase a Munir.

El brasileño cometió un error muy difícil de entender cuando saltó con el brazo en alto y el intento de remate de Rodrigo golpeó en su mano y acabó en gol de penalti.

Dos errores, dos goles. El Alavés completó un equipo soberbio en líneas generales, pero cometió dos errores muy gruesos que el Valencia castigó con sendas dianas. Primero fue un fallo en la salida de balón de Diéguez que acabó en gol de Zaza; después, un penalti por mano inexplicable de Ely que transformó desde los once metros Rodrigo.

Avalancha con poco premio. El cuadro albiazul percutió en la primera parte por mediación de Pedraza, pero sus jugadas no encontraron final feliz. Tras el gol de Alexis en el arranque de la segunda parte, el juego alavesista fue un volcán en erupción que amenazó con abrasar a un Valencia que se salvó de la quema.