vitoria - El culebrón se acabó finalmente antes de lo previsto y a media tarde de ayer se confirmó de manera oficial el escenario de la próxima final de la Copa del Rey que enfrentará al Deportivo Alavés con el Barcelona el 27 de mayo. Será el primero en aparecer en todas las quinielas y el único que lo había solicitado de manera oficial. Es decir, el estadio Vicente Calderón de Madrid que, de esta manera, pondrá con este enfrentamiento la guinda a su larga vida antes de que el Atlético lo abadone para trasladarse en el inicio de la próxima campaña al nuevo Wanda Metropolitano.

En definitiva, la Federación ha terminado por imponer su criterio pese a los intentos iniciales de los implicados por encontrar sedes alternativas. Porque lo cierto es que tanto albiazules como blaugranas preferían que la gran final se disputase en otro lugar aunque, por diferentes motivos, sus deseos eran harto complicados.

En el caso del combinado del Paseo de Cervantes, sus máximos responsables apemas tardaron unos minutos tras asegurarse el billete para el duelo definitivo en manifestar públicamente sus preferencias. Lo hizo Josean Querejeta en unas declaraciones en las que aseguraba que al conjunto albiazul le “gustaría” jugar en San Mamés. Este primer globo sonda se convirtió rápidamente en una solicitud oficial a través de un comunicado. Sin embargo, desde el primer momento pareció más un brindis al sol que una opción con posibilidades reales de salir adelante.

Y es que el terreno de juego vizcaíno acoge el 30 de mayo -es decir, apenas tres días después de la final- el concierto de la banda de rock Guns N’ Roses, con todo lo que ello conlleva. Precisamente el argumento utilizado por el Athletic y el resto de integrantes de la sociedad San Mamés Barria (responsable de la gestión del estadio y que debía dar su visto bueno) para negarse a solicitar acoger la final. Según su explicación, las labores de montaje y desmontaje de un evento de esta magnitud requieren al menos de una semana, por lo que resultaría materialmente imposible poder compaginar ambos actos.

La solicitud vitoriana y la posterior respuesta rojiblanca, en cualquier caso, ha servido para volver a escenificar las malas relaciones que en estos momentos mantienen ambos clubes y que, al margen de la existencia o no del concierto, complicaban sobremanera que la final se disputase sobre el césped de San Mamés.

Desde la otra parte afectada, el Barcelona, se apostó primero por el Santiago Bernabéu y tras recibir el habitual no de Florentino Pérez se intentó repetir la experiencia de 2015, cuando se midió al Athletic en su propio estadio. Como aliciente adicional, se presentaba la posibilidad de doblar los ingresos para el Deportivo Alavés debido a la mucha mayor capacidad del Camp Nou. Sin embargo, la directiva vitoriana rápidamente dejó claro su firme deseo de que el duelo se escenificase en un escenario neutral, lo que evidentemente daba al traste con esta posibilidad. A partir de ahí surgieron otras alternativas como Mestalla o el estadio de La Cartuja sevillano. Todas, en cualquier caso, con bastante más ruido que nueces.

Compromiso previo Finalmente ayer, en la junta de la Federación Española, se produjo la esperada fumata blanca. Aunque el tema principal de la reunión era la convocatoria de las próximas elecciones, se aprovechó el hecho de que estuvieran representadas todas las partes para tratar la cuestión de la final. Y los responsables federativos optaron por mantener el criterio inicial y designar el Vicente Calderón como sede del encuentro. En ello tuvo mucho que ver el compromiso previo que se había alcanzado con la entidad rojiblanca meses atrás, cuando habían apalabrado con su presidente, Enrique Cerezo, que el viejo estadio del Manzanares sería despedido con el brillo de los focos que acompañan a la pelea por un gran título. Pese a que en los últimos días han surgido voces desde la masa social atlética rechazando esta opción al considerar inapropiado que el Atlético no esté presente en el último partido oficial que se juegue en su estadio, finalmente se ha mantenido el criterio inicial.

De esta manera, el Vicente Calderón albergará la final de la Copa del Rey por segunda vez consecutiva, tras la disputada el año pasado por el Barcelona -que ha estado presente en las cuatro últimas- y el Sevilla. Se trata en cualquier caso de un escenario habitual, ya que también acogió tres de las seis más recientes (2012, 2016 y 2017). En total ha recibido trece finales de Copa, la primera la del curso 1972-73.