Vitoria - Enero es mes de fichajes, pero la entrada del nuevo año también abre la puerta para que los jugadores que concluyen contrato el 30 de junio puedan negociar su futuro. En el Deportivo Alavés el último mes ha sido de ardua tarea dentro de las oficinas en busca de los refuerzos que completasen el equipo, pero las miras de la dirección deportiva tienen que comenzar a mirar ya hacia el futuro en el caso de algunos jugadores que son patrimonio del club y con los que se debe asegurar la continuidad de manera inmediata para evitar lamentos en el futuro. La sensacional campaña que está cuajando el equipo vitoriano no escapa a ojos de ningún observador y, aunque en la mayoría de los contratos existen cláusulas adicionales que se aplicarán en caso de alcanzar los objetivos estipulados, hay casos en los que es necesario sentarse a negociar cuanto antes para atar cabos antes de que sea tarde.

Fernando Pacheco y Víctor Laguardia tienen contrato en vigor hasta el 30 de junio de 2018, mientras que Einar Galilea, Iñaki Sáenz, Gaizka Toquero y Manu Barreiro concluyen su vínculo en la misma fecha de 2017. Estos seis jugadores son los únicos que, en estos momentos, tienen su futuro asegurado en la entidad del Paseo de Cervantes para la próxima campaña. En teoría, claro está. Y es que a nadie escapa que, de no mediar ascenso como albiazules, los dos primeros son carne de Primera División con la camiseta de cualquier otro club.

En el caso de los fichajes del presente curso, en sus contratos se recoge, mayoritariamente, la opción de ampliar la vinculación, ya sea automáticamente por la consecución de diversos méritos (partidos jugados, ascenso...) o mediante una opción preferente y unilateral del propio club. Así ocurre, por ejemplo, en el caso de Hernán Bernardello, al que el Alavés se guarda el derecho de renovar automáticamente en caso de ascenso. O, por poner otro ejemplo, en el de un Kiko Femenía que firmó por una temporada con otra segunda opcional, situación similar a las de otros compañeros llegados este año a Vitoria.

Estas bazas han sido habituales en la entidad del Paseo de Cervantes desde la llegada de Javier Zubillaga a la dirección deportiva. La nefasta experiencia de Josean Querejeta en su primera temporada en el club, con contratos muy onerosos y multianuales con jugadores que dieron nulo rendimiento, condujo a firmar, de manera mayoritaria, vínculos de un año de duración con renovaciones ligadas a objetivos. Se evitaba de esta manera acarrear con sueldos de jugadores que no entraban en los planes del equipo para la siguiente temporada y, al mismo tiempo, se contaba con una barrera de protección de cara al exterior con las renovaciones por rendimiento que automáticamente ampliaban la duración del contrato de los futbolistas que más y mejor jugaban.

Eso sí, en estos casos también se han producido sus excepciones. Por ejemplo, tener que asumir las rescisiones de jugadores como Nano, Pepe Mora o Iñaki Goitia, que firmaron por varias temporadas al ser jugadores de caché, ofrecieron un nivel muy bajo y al final fueron rescindidos a cambio de una compensación económica. En el laso contrario de la balanza, a jugadores como Álex Quintanilla, Juanma Delgado o Dani Toribio se les quiso mantener, pero las negociaciones tras concluir su vínculo de un año con el club no llegaron a buen puerto.

Piezas destacadas Dentro de la relación de albiazules que concluyen contrato el 30 de junio y no tienen cortapisa para comenzar a negociar ya su futuro hay tres casos especiales. Son los de Raúl García, Manu García y Sergio Llamas. Con el primero el club tiene claro que solo podrá sentarse a negociar en caso de ascenso. El gallego ya manejó ofertas del mercado nacional y europeo el pasado verano y si no abandonó Vitoria fue por la postura del Alavés de remitirse al pago de su cláusula de rescisión íntegra. De nuevo lo está jugando todo y se encuentra en un escaparate inmejorable, por lo que la única opción del club pasa por subir a Primera División y ofrecerle un contrato y un rol importantes.

El del capitán es un caso peculiar, sobre todo desde el punto de vista emocional. Su rendimiento ha ido mejorando con el paso de cada temporada y ahora es uno de los pilares del equipo y, al mismo tiempo, del club. Imagen del alavesismo, estrechamente ligado a la entidad y a Vitoria, con un compromiso y liderazgo incuestionables... Todo lo que se ponga en la balanza habla en favor de Manu García y sería difícil de entender que, llegado el momento de sentarse a la mesa, ambas partes no fueran capaces de entenderse. Eso sí, el salto de calidad del jugador es algo que vale dinero y también hay ojos atentos a la figura del vitoriano.

La complejidad de Llamas Sin embargo, la cuestión más espinosa, y de largo, es la que atañe a Sergio Llamas y que dentro de un año tendrá a Einar como protagonista. El centrocampista de Ariznabarra, al igual que el central, lleva ya dos años completamente asentado en el primer equipo y destilando su calidad cada vez que se le presenta la oportunidad, pero el club no le ha tramitado la ficha profesional y sigue actuando y cobrando como si estuviese en el filial. Una solución que pudo ser lógica en 2014, pero difícilmente explicable en 2015 al contar el Alavés con dinero más que suficiente para hacer frente a la tramitación de la ficha y también del salario mínimo en Segunda División.

La voz de los canteranos no se ha alzado en ningún momento y han llevado la situación con total normalidad, pero en este momento la sartén la tiene por el mango Llamas como dentro de un año la tendrá Einar. Es evidente que el Alavés querrá retener a jugadores formados a su amparo, pero la competencia que se va a encontrar puede ser feroz -el rendimiento de los dos se sigue con lupa en el entorno cercano, donde, además, se maneja mucho más dinero que en el Paseo de Cervantes- y, a cambio simplemente del pago por los derechos de formación, podría verse privado de dos perlas formadas en Ibaia, un final que, de producirse, sería ciertamente difícil de digerir para el alavesismo y que obliga al club a sentarse cuanto antes a una mesa para comenzar a trazar un futuro afín a sus intereses.