Vitoria - Por mucho que se resista, el Deportivo Alavés tiene cada semana más paladas de tierra encima del ataúd en el que lleva semanas metido y del que, haga lo que haga y lo intente cuanto lo intente, no es capaz siquiera de asomar un poco la cabeza. La jornada se presentaba tremendamente propicia para volver a recuperar esa esperanza que se ha ido dilapidando a base de puntos perdidos, pero este Glorioso se acaba chocando siempre contra un muro, el de sus propios errores, que se le hace infranqueable. El repertorio de todo el curso es tan extenso que ya muy pocas cosas pueden sorprender, pero este equipo se supera, para mal, cada día. Los dos goles encajados ayer son puro humor negro. Como para echarse a llorar, levantarse del asiento y marcharse directamente a casa. Pero esta plantilla por lo menos tiene orgullo y es capaz de levantarse una y otra vez por muy duro que le peguen. Lo que pasa es que con semejantes concesiones resulta casi imposible que esa insistencia en mantenerse en pie vaya a servir para algo. Los trenes pasan por la estación de Mendizorroza, pero este Alavés es incapaz de subirse a ningún vagón e incluso el de cola ya se le escapa.
Alberto le dio una nueva vuelta completa a la alineación con siete caras nuevas, pero visto está que en este equipo ya no es cuestión de nombres. El relevo en la portería estaba cantado después de las últimas lamentables actuaciones de Goitia, pero tampoco fue Crespo la solución. Los mismos males que afectaron al vizcaíno se trasladaron al cántabro, que se llevó en la primera parte dos goles que son ciertamente difíciles de entender y que vienen a completar todo un catálogo de desastres absolutos de incomprensible explicación. A los 11 minutos, un centro en un saque de falta lateral acabó en la red albiazul después de que ni defensas ni guardameta, con una salida de puños espantosa, fuesen capaces de despejarlo. Instantes después salvó el propio Crespo un cabezazo de Willian José tras quedarse a medias en la salida. Pero el colmo, cuando el cuadro alavesista ya había logrado empatar, llegó en el minuto 39 con un gol de esos que resulta increíble aún viéndolo repetido una y otra vez. Saque de esquina, balón que rebota en varios jugadores hasta quedar manso en los pies de Manu García, que no se entiende con el guardameta y se lo acaba metiendo en propia puerta. Ver para creer, aunque con este equipo ya nada parece imposible. Sobre todo en lo negativo.
Entre esos dos errores incompresibles, el equipo vitoriano sacó una versión que rondó el notable. Con doble presencia ofensiva de Viguera y Toti, el Alavés buscó de manera permanente su banda izquierda con la presencia de un Serrano muy activo y un Raúl García que se convirtió en constante amenaza con sus desdoblamientos. Con el marcador ya en contra, la conexión entre los dos zurdos fue muy beneficiosa para la ofensiva albiazul y en una serie reiterada de saques de esquina Beobide acabó forzando un penalti por jugarse la cabeza. Desde los once metros, el balón ajustado al palo de Viguera hacía ver la luz de nuevo. Y más intenso pudo ser su brillo si poco después Serrano hubiese sido capaz de culminar un gran contragolpe con un remate certero, pero el disparo del catalán se acabó estrellando en la salida de Pacheco. Y, poco después, la más absoluta de las oscuridades volvió a ennegrecer el ánimo de Mendizorroza, incrédulo al comprobar, por complicado e increíble que parezca, que su equipo es capaz de rizar aún más el rizo a la hora de facilitar goles a los rivales.
En la segunda parte Alberto arriesgó al máximo dejando muchos espacios a la espalda de la defensa y tratando de buscar la remontada por todos los medios. Llegó la igualada en el minuto 66 con un espectacular golazo de Viguera y con casi media hora por delante disfrutó de algunas oportunidades que bien pudieran haberle dado un triunfo que le hubiese situado a solo tres puntos de la permanencia. Por desgracia, el mal estaba hecho. Otra vez los fallos estrepitosos eran demasiada losa. De nuevo, viendo el tren de la permanencia pasar.
Valiente. Alberto renovó de nuevo buena parte del once titular con siete caras nuevas, pero algunas apuestas, como las del cambio de portero que era obligada, no le salieron bien. Pese a ello, el Alavés dejó unos cuantos buenos minutos y volvió a sacar a relucir un rendimiento ofensivo notable que a punto le estuvo de dar la victoria. Por desgracia, el peso de los errores fue demasiado grande.
Goles absurdos. El Alavés sigue dando facilidades tremendas a sus rivales y que lleguen goles como los dos de ayer ya no entra en el rango de las casualidades por lo repetitivo de los mismos. Una salida a medias de Crespo y un tanto en propia puerta de Manu García fueron insuperables.
Otra ocasión perdida. El Alavés perdió de nuevo la oportunidad de engancharse a la pelea por la permanencia en una jornada en la que todos los resultados de la zona baja fueron favorables. El conjunto vitoriano consiguió recortar un punto con respecto a la salvación, pero aún se mantiene a cinco cuando se podía haber quedado a tres.
La raza y furia de este Alavés. Uno de esos jugadores que hacen que el equipo nunca se venga abajo. Forzó el penalti y fue fundamental en el trabajo en el centro del campo.
El cambio en la portería era obligado, pero el cántabro heredó los mismos errores que antes cometía Goitia y se llevó otros dos goles que con ciertamente difíciles de entender.
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0-1 (m. 11) Falta que saaca Romero a la izquierda de Crespo que se pasea por el área sin que ni defensa ni portero la despejen y se cuela en la red.
1-1 (m. 23) Claro derribo de Mascarell a Beobide dentro del área y Viguera marca desde los once metros con disparo raso ajustado al palo izquierdo. 1-2 (m. 39) Saque de esquina del Castilla en el que el balón se pasea por el área y cuando parecía que iba a llegarle a Crespo un suave toque de Manu García lo mete en la portería. 2-2 (m. 66) Centro desde la derecha de Medina que baja Quiroga hacia Viguera y el riojano se saca un zurdazo tremendo que supera por alto a Pacheco.
Expulsó a Serrano en el minuto 68 cuando ya estaba en el banquillo. Amonestó a Willian José (minuto 46), Torró (minuto 69), Quini (minuto 71) y Mora (minuto 90).
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