vitoria. Por efecto u omisión, el alavesismo ha comenzado a poner en su punto de mira a Javier Zubillaga, el secretario técnico del club. Tras la penosa derrota del pasado sábado ante el Jaén, una gran parte de la afición abandonó Mendizorroza cargando contra él, criticando abiertamente su gestión y pidiendo incluso su dimisión. Semanas atrás, sobre todo en la red social de Twitter, ya había salido muy mal parado el riojano tras el despido de Natxo González, el entrenador que ascendió al equipo y al que nunca perdonó su pasado como futbolista amateur. Aquella traumática decisión le reportó durísimas críticas por parte de los aficionados. Agotada ya entonces la bala del entrenador -Natxo fue destituido a comienzos de diciembre y sustituido por Juan Carlos Mandiá- y asumido que la actual plantilla no da más de sí para competir en Segunda, lo normal en este tipo de circunstancias es que el siguiente dardo de la indignada masa social fuese a parar al palco. Al presidente oficial, Alfonso Fernández de Trocóniz, o incluso a Josean Querejeta, realmente el factótum que controla el club. Pero no. La pitada, que de momento puede quedarse en el limbo de la anécdota, se centró en Zubillaga por ser éste el máximo responsable de un plantel que en estos momentos ocupa la penúltima posición en la tabla con sólo cinco victorias en 21 partidos.

El calentón de la grada, no obstante, ni fue casual ni desde luego nuevo, y los pitos al final del partido era algo que se veía venir. El detonante habría que situarlo a comienzos de diciembre, cuando el club, siguiendo las directrices del secretario técnico, decidió despedir a Natxo para enmendar el rumbo de un equipo que él mismo había confeccionado tarde y mal y que estaba formado por jugadores de su cuerda que en ningún momento han estado a la altura de lo que se esperaba. Y con aquellos mimbres, muchos de ellos en un estado físico lamentable, tuvo que lidiar el técnico vitoriano desde el inicio de la temporada, en la que apenas aguantó unos meses.

Su destitución nunca sentó bien en la afición, que siempre consideró al técnico de Ariznabarra uno de los suyos. El ascenso de categoría después de cuatro aciagos años en 2ª B áyudó a paliar, en parte, las diferencias que siempre hubo entre Zubillaga y González, pero con la llegada de los malos resultados, los problemas volvieron a la luz. A partir de ahí, lo ya sabido. Natxo pasó a formar parte de la historia del club, optando por moderse la lengua antes que desmontar públicamente algunas cuestiones de las que había sido testigo en su complicada etapa junto al secretario técnico. Lógicamente, muchas de ellas tenían que ver con el propio Zubillaga.

Esa mala relación nunca ha dejado en buen lugar al exfutbolista de Logroño -militó once temporadas en la Real Sociedad y otras cuatro en el Espanyol-, que siempre ha procurado alejarse de los focos con discretas y contadas apariciones. El problema es que ahora, con la mala situación del equipo, aficionados, técnicos y jugadores demandan ya públicamente su implicación urgente en la búsqueda de soluciones, que pasan por encontrar y traer refuerzos para un plantel que ha cerrado una primera vuelta lamentable. El plazo expira el próximo 31 de enero, pero hasta la fecha lo único que ha transcendido han sido los nombres de algunos jugadores como el sportinguista López Garay, el joven centrocampista de la Real Sociedad Javi Ros, Galder Cerrajería o el centrocampista congoleño (con pasporte francés) Moke, actualmente en el Burgos. Todo pura especulación; nada oficial. Ni por supuesto anuncios de contratación alguna. Pero el tiempo continúa avanzando -y con él los periodos de adaptación- y las noticias que llegan a la planta noble de Mendizorroza no son buenas. Inevitablemente, las urgencias han comenzado a poner nervioso a más de uno de los jefes. En ese escenario, todas las miradas colocan a Zubillaga en la picota. Al margen de la cuestión deportiva -a estas alturas y dada la delicada situación del equipo no es nada fácil conseguir chollos a precios de saldo-, el riojano tiene un problema de mayor índole que el puramente deportivo. Y es que puede que en las arcas oficiales del club no haya dinero para fichajes. A este respecto, la LFP aún no ha decidido conceder a la entidad albiazul una ampliación del gasto para este apartado y tampoco hay visos que indiquen que lo vaya a hacer en breve. Las últimas noticias en este sentido fijaban una solución para antes de navidades...

Como quiera que la opción de las cesiones por parte de clubes del entorno tampoco parece ser un campo donde poder depositar alguna esperanza -las relaciones con el Athletic de Bilbao, sin ir más lejos, están oficialmente rotas y con el resto de clubes existen serias dudas de que Zubillaga pueda ser capaz de entenderse- el panorama es desolador.

Expediente a Quiroga Pero se exige una respuesta. Inmediata. La afición lo demanda, Mandiá también, e incluso la propia plantilla ha pedido públicamente ayuda para superar el bache. En juego está la salvación de la categoría y el propio prestigio de su secretario técnico, altamente cuestionado en todas las esferas tras la desastrosa confección de la plantilla que hizo el pasado verano. Por si fuera poco, deberá liquidar también asuntos internos como el de Mauro Quiroga, lesionado durante un amistoso en Argentina las pasadas navidades para el que, al parecer, no tenía permiso del club. Está por ver si el arquitecto Zubillaga saca el látigo y expedienta al delantero argentino.