banda, banda, banda. La consigna ofensiva de Juan carlos Mandiá fue ayer más evidente que nunca. Consciente de la calidad de sus extremos, del potencial aéreo de su equipo y de la endeblez en las salidas por alto de Irureta, el preparador gallego decidió cargar todo el juego en las llegadas por fuera. Una y otra vez, con mayor tendencia a la derecha que a la izquierda, el Deportivo Alavés buscó desplegar al máximo sus alas, buscar el uno contra de los extremos o la superioridad con la incorporación de los laterales, para colgar constantemente balones al área en busca del remate de cabeza o de la segunda opción a través de algún fallo del guardameta armero o un rechace. Como martillo sobre yunque percutió El Glorioso, pero esa insistencia resultó insuficiente al encontrarse con un Irureta brillante bajo palos y su propia torpeza a la hora de embocar sus remates.
En el arranque del partido fue Medina la pieza más activa. En su segundo partido consecutivo como titular, el lateral vizcaíno se soltó mucho más que ante el Lugo y desdobló constantemente a un Toti un tanto desaparecido para poner en jaque a Yuri. Sus incorporaciones propiciaron unos cuantos centros peligrosos y también varias acciones a balón parado en las que los casi siempre precisos servicios de Serrano también crearon enormes problemas a la zaga armera. En esa primera parte, las mejores opciones las tuvieron Toti y Manu García, pero ninguno de los dos tuvo ese acierto que, ya en la reanudación, tampoco acompañó ni a Quiroga ni, sobre todo, a un Viguera que tuvo dos grandes ocasiones.
Y es que ya con Guzmán sobre el césped y con el ariete argentino de referencia, el juego alavesista se volcó ya por completo sobre la banda derecha. Con Quiroga fijando a los centrales y el extremeño poniendo en jaque a Yuri llegaron las mejores oportunidades, pero el acierto no estaba de cara.
Esa sobreexplotación del juego por las bandas impidió ver otro tipo de alternativas, aunque lo cierto es que este equipo no tiene mucho más recursos de los ya mostrados. La falta de calidad en el centro del campo resulta alarmante desde hace tiempo y se acrecienta cuando toca llevar el peso de los partidos. Sin ir más lejos, la creación recaía ayer en un central y un lateral izquierdo reconvertidos ahora en centrocampistas por los problemas existentes en esa zona. Así, de tanto insistir, el Alavés se convirtió al final en un equipo tremendamente previsible.