Torrelavega. No más lágrimas. Con este llamativo eslogan pretendía el Deportivo Alavés abrir una nueva etapa en su historia después de años de muchos sufrimientos y nulas alegrías. Buscaba este club reverdecer los viejos laureles y hacer honor a su glorioso nombre, ennegrecido ya tras tantas decepciones. Al final, tras un penoso transitar, el lema con el que se abrió la nueva temporada que tan pronto se acaba ha terminado por convertirse en realidad. Ni siquiera lágrimas derramó ayer el alavesismo al contemplar, la mayoría desde la lejanía porque ni ganas había de viajar hasta Torrelavega, el prematuro entierro de un equipo que ni de lejos ha respondido a las expectativas que se habían creado. Para completar un curso del todo nefasto, incluso se dejó el equipo vitoriano por el camino su clasificación para la Copa del Rey al ser completamente incapaz de ganar a la Gimnástica en un nuevo partido de una traza lamentable, en el que los albiazules no hicieron méritos en ningún momento para cumplir con la parte del guión que les tocaba.
Con un ambiente como en pocos partidos de Segunda B se ha visto en toda la temporada, el conjunto local demostró de inicio que su necesidad era enorme y se volcó sobre el área alavesista, sobre todo en acciones a balón parado. El apilar hombres en torno a los dominios de Rangel supuso que las acciones fueran siempre peligrosas, aunque a la hora de la verdad el metal albiazul apenas pasó apuros.
Pareció relajarse el cuadro local con las buenas noticias en forma de goles del Logroñés que llegaban desde Las Gaunas. Un punto les bastaba para evitar la promoción. De esa falta de tensión, y de la evidente cojera de un guardameta sensacional como Iván Crespo que lleva semanas con un menisco roto, sacó partido el Alavés para acercarse a su objetivo.
Fue un chispazo de talento puro. El de Meza Colli. Cogió el paraguayo el balón en zona de tres cuartos. Unos pasos y nadie por delante. Mirando con suma pasividad se encontraba la zaga de la Gimnástica. Ni se lo pensó el albiazul. Zurdazo desde la frontal que se fue ajustando al palo con el efecto. Atónito y silencioso se quedó todo el Nuevo Malecón. El play off albiazul se quedaba a un gol de distancia, el que tenía que marcar el Lemona.
El golpe fue casi mortal para una Gimnástica que quedó noqueada sobre la lona y a la que solo un par de discutibles decisiones arbitrales salvaron en el tramo final de la primera parte, primero con un gol anulado a Geni por falta y después con una acción de uno contra uno robada a Jito por fuera de juego. Sin poner demasiado sobre el tapete, solo a golpes de talento, bien pudo haber dejado el Alavés el partido sentenciado y con ello su parte de la ecuación para esperar con un poco más de tranquilidad por el deber cumplido que las ondas llevasen buenas noticias desde Lemona a Torrelavega, ya que el cuadro cementero también sufrió la anulación de un gol que, temporalmente, podía haber metido a los albiazules en play off.
En el inicio de la segunda parte parecía el equipo de Granero tener el partido dominado casi a su antojo mientras esperaba esas buenas noticias que no acababan de producirse, pero en una acción aislada la Gimnástica aprovechó la pasividad visitante para empatar por mediación de Javi Fernández. Volvía el Alavés a tener los deberes por hacer y el interés regresaba al césped del Nuevo Malecón.
Se convirtió el partido en un auténtico querer y no poder para los alavesistas, incapaces de hacer un disparo entre los tres palos en todo el partido más allá del convertido en gol por Meza Colli. Es más, fue la propia Gimnástica la que tuvo las mejores ocasiones para no sufrir hasta el último segundo. Así, con el pitido final no derramó el alavesismo sus tradicionales lágrimas. Ni el derecho a ser consolado se ha ganado este equipo, incapaz siquiera de echar mano de la casta para, una vez imposible el play off, conservar la Copa. Se acabó. Y de la peor manera posible, además.