La pérdida de biodiversidad, el empobrecimiento de los suelos, la falta de relevo generacional y la creciente demanda de alimentos más sostenibles son algunos de los retos que afronta el sector agroalimentario vasco, actualmente inmerso en una profunda transformación ecológica y digital, según dictaminan desde el centro tecnológico Neiker. “Sin embargo, para que este proceso sea efectivo, es necesaria una estrategia de investigación sólida, prolongada en el tiempo y adaptada a las nuevas necesidades derivadas de la emergencia climática”, apuntan.

Por ello, la entidad dependiente del Departamento de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco, ha puesto en marcha la iniciativa Baltsan, una red de ensayos experimentales a largo plazo centrada en la salud del suelo y la sostenibilidad agrícola, ganadera y forestal. La apuesta refuerza el posicionamiento de Euskadi como territorio de referencia en I+D+i agraria a nivel europeo y dota de una herramienta clave para acelerar la transición ecológica en el ámbito agrario.

El objetivo principal de la iniciativa es generar datos, información y conocimiento a lo largo del tiempo para contribuir al desarrollo de sistemas de producción agrícola más resilientes y sostenibles, ofreciendo al sector información útil que facilite la toma de decisiones y la adopción de buenas prácticas.

En una parcela experimental de Zambrana se prueba un modelo productivo agroecológico centrado en frutales de cáscara

“Los ensayos agrarios a largo plazo proporcionan datos relevantes y evidencias más sólidas para tomar decisiones basadas en la información y el conocimiento”, afirma Carlos Garbisu, director científico de Neiker. “Solo con ensayos a largo plazo podemos demostrar que una solución es robusta y duradera. Observamos la evolución de los agroecosistemas para anticiparnos a los efectos de distintas prácticas y sistemas sobre variables clave como la fertilidad del suelo, la biodiversidad o la capacidad de secuestro de carbono”, describe Garbisu.

Seis proyectos activos En más de 40 hectáreas de los campos experimentales de Neiker en Derio (Bizkaia) y Arkaute (Araba), la red Baltsan desarrolla en la actualidad seis ensayos que abordan distintos retos agrarios y ambientales, combinando generación de conocimiento, experimentación y demostración de prácticas innovadoras en un entorno controlado, pero representativo del territorio vasco.

“Los ensayos a largo plazo proporcionan datos relevantes y evidencias para tomar decisiones basadas en la información”

El ensayo más consolidado está vinculado al pastoreo rotativo regenerativo. Desde 2013, el proyecto compara este modelo con el pastoreo continuo tradicional. El método se basa en dividir el terreno en parcelas para alternar el pastoreo con periodos de descanso, lo que favorece la regeneración natural del pasto. Como explica Nerea Mandaluniz, investigadora del Departamento de Producción Animal de Neiker, “esta práctica permite observar un aumento significativo en la calidad del suelo y en la capacidad del terreno para fijar carbono, sin que la productividad ganadera se vea afectada”.

En el ámbito de la viticultura, Neiker lleva a cabo desde 2018 un ensayo con nueve variedades de vid conocidas como piwi, resistentes a enfermedades causadas por hongos y organismos afines como el mildiu y el oídio. Estas propiedades permiten reducir el uso de productos fitosanitarios manteniendo la calidad agronómica y enológica del fruto. Las variedades se están evaluando para comprobar su adaptación al clima y al suelo local, y cuatro de ellas ya han mostrado buenos resultados en términos de resistencia, productividad y calidad.

En esta línea, desde 2019, Neiker prueba en una parcela experimental de Zambrana un modelo productivo agroecológico centrado en frutales de cáscara. En ella, se ensayan distintas combinaciones de variedades de nogal, avellano y almendro, junto con configuraciones de cultivo que varían la distancia entre árboles y los sistemas de poda. Esta diversidad de opciones permite evaluar la adaptación de estas especies al entorno y definir estrategias de manejo que mejoren la productividad sin comprometer la salud del suelo ni la biodiversidad.

Por otro lado, en un ensayo sobre cereales, el centro estudia cómo influye la fertilización orgánica en el rendimiento, la calidad y la disponibilidad de nitrógeno del grano, con el objetivo de mejorar la fertilidad del suelo, reducir la necesidad de insumos sintéticos, como fertilizantes químicos, y contribuir a limitar el impacto ambiental.

En el ámbito forestal, Neiker ha establecido una parcela de observación intensiva a largo plazo en un robledal atlántico. Esta infraestructura permite hacer un seguimiento detallado de parámetros como el estado sanitario del bosque, los ciclos biogeoquímicos del suelo y la presencia de contaminantes atmosféricos. “Gracias a este análisis prolongado en el tiempo, será posible comprender mejor cómo responden estos ecosistemas forestales al cambio climático y a otras presiones ambientales”, asegura Ander Arias, responsable del Departamento de Ciencias Forestales del centro.

Por último, este año ha arrancado un innovador proyecto de agrivoltaica que busca compatibilizar la producción agroganadera con la generación de energía renovable mediante la instalación de paneles fotovoltaicos sobre una finca ganadera. Este sistema permite el pastoreo ovino bajo sombra y analiza simultáneamente la viabilidad de cultivos en condiciones de sombra parcial, el comportamiento del ganado, la calidad del pasto y el impacto sobre la biodiversidad.