“Vitoria se apaga”. Así de tajante se muestra la Asociación Comercio Vitoria, que, mediante su portavoz Pablo Ochoa de Retana, pide a las instituciones públicas que actúen no solo ante un problema económico, sino ante una “tragedia humana” que afecta al conjunto de la comunidad. En su charla con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, repasa la situación actual del pequeño comercio en la capital alavesa y plantea una serie de medidas que, a su juicio, pueden revertir esta tendencia y potenciar el futuro del negocio local.

¿Cómo es la situación actual del comercio local en Vitoria? 

El comercio, en una palabra, agoniza. Pero lo más grave es que no le importa a nadie. Su situación es tan evidente que cualquiera puede verla. Basta con observar las calles, no solo de los barrios, sino de arterias principales que antes estaban llenas, donde era difícil encontrar una lonja vacía. Hoy hay carteles de “se alquila” que llevan meses, incluso años. Es así en el centro, en los barrios, en avenidas principales y secundarias. Es desolador porque parece que la situación va para largo.

"A este paso, Vitoria se convertirá en la Getafe o en el Alcorcón de Euskadi: una ciudad anodina, llena de urbanizaciones donde solo hay comercio en estado de subsistencia"

¿Qué implica lo que menciona de las lonjas vacías en las principales arterias? 

Genera una ciudad sin alma, sin vida, sin identidad. El pequeño comercio es lo que diferencia una ciudad de otra. En unas jornadas recientes organizadas por la Cámara de Comercio, se definió al comercio local como “el eje vertebrador de los municipios”. A este paso, Vitoria se convertirá en la Getafe o en el Alcorcón de Euskadi: una ciudad anodina, llena de urbanizaciones donde solo hay comercio en estado de subsistencia. La mitad de las calles están vacías de locales y, por tanto, vacías de gente. Una cosa lleva a la otra.

¿Cuáles serían las causas de esta situación que describe como agónica? 

La Vitoria de siempre —el Casco Viejo, el Ensanche…— se ha despoblado. Con la construcción de los barrios nuevos, dos generaciones se han desplazado fuera del centro. Hemos creado una ciudad que rodea al núcleo original, y que funciona a dos velocidades. En los barrios nuevos hay centros comerciales, grandes superficies, viviendas con una o dos plazas de garaje y total dependencia del coche. Todo se construye para el vehículo. En cambio, en el centro, se aplican otras normas, otras restricciones, otra filosofía. Eso provoca que los 80.000 vitorianos que se han ido a las afueras no se sientan atraídos por el centro.

¿Qué motivos puede haber para que no se alquilen los locales del centro?

Se dice que es por el precio del alquiler, pero no es cierto. En la calle Dato, por ejemplo, los precios son más bajos que en San Sebastián, Pamplona o ciudades similares. Puede que haya casos puntuales de propietarios que piden cifras desorbitadas, pero la mayoría se adapta al mercado porque lo que quiere es alquilar. En 2019, un estudio situó a Vitoria como la penúltima ciudad de España en comercio por habitante, solo por delante de Guadalajara, una ciudad dormitorio. Está claro que hay una crisis del comercio en general, por el auge del comercio online y por lo poco atractiva que resulta la profesión de comerciante. Pero desde 2008, hemos pasado de 1.237 negocios –carnicerías, panaderías, zapaterías, librerías…– a 737. Es decir, un 40% menos. Es escandaloso.

"Desde 2008, hemos pasado de 1.237 negocios –carnicerías, panaderías, zapaterías, librerías…– a 737"

¿Qué actitud cree que tienen las instituciones ante esta realidad?

El Ayuntamiento, en lugar de hacerse eco de la realidad que denunciamos desde hace años, insiste en una ciudad “green”, muy bonita para la foto, cuando la realidad es otra. Y es que es una ciudad vacía. Quieren hacer una isla verde en el centro de Vitoria, pero lo que están creando es un agujero. Por mucho que repitamos esta crítica, no quieren escuchar. Siguen instalados en su modelo idealizado, convencidos de que Vitoria es “Green Capital”. Parece que un coche contamina solo si circula por el centro, pero si lo hace por Avenida Zabalgana, entonces no contamina.

¿Y qué hay detrás de cada persiana que se baja? ¿Qué supone para las familias, para la ciudad? 

Es un drama. No se trata solo de un puesto de trabajo. Detrás de cada negocio hay una familia. Muchas veces, el cierre implica la ruina de esa familia y de su futuro. En Llodio ha cerrado Guardian, dejando a 170 personas en la calle. Todas las instituciones, desde el Gobierno Vasco hasta el Ayuntamiento, se han movilizado en una semana. Pues bien, en Vitoria, desde 2008 hasta hoy, hemos perdido el equivalente a un “Guardian” cada año y medio o dos. Pero como son cierres silenciosos, sin capacidad de protesta ni de paralizar la ciudad, no importa. Una ciudad sin comercio es una ciudad sin alma, sin vida, sin capacidad de atracción.

"En Vitoria, desde 2008 hasta hoy, hemos perdido el equivalente a un “Guardian” cada año y medio o dos"

¿Qué se le pide al Ayuntamiento desde la Asociación Comercio Vitoria? 

Lo primero, que reconozca la situación. Y luego, que haga un plan de ciudad. Pero un plan que no dependa solo del Departamento de Comercio, porque el comercio se ve afectado por decisiones que se toman en todos los departamentos. Hace falta un plan estratégico ambicioso, con presupuesto y compromisos a corto, medio y largo plazo. También hay que facilitar el transporte al centro. Con el BEI y la zona de bajas emisiones, Vitoria se ha convertido en un “escape room”. Además, proponemos una excepción fiscal, como la que ya se ha aplicado con éxito al cine. Podría aplicarse también al pequeño comercio para quienes tienen la valentía de abrir un negocio, porque eso aporta valor a la ciudad. 

"Con el BEI y la zona de bajas emisiones, Vitoria se ha convertido en un “escape room”"

Una de sus quejas es que al comercio local “se le infantiliza”. ¿A qué se refieren exactamente?

Nos referimos a que, cuando planteamos propuestas serias, no se nos toma en serio. Se nos percibe como un sector menor, a pesar de que hay 3.000 comercios y una generación de PIB altísima, con muchísimo empleo y con todo lo que genera la vida en la ciudad. Aun así, se nos trata como si no supiéramos lo que necesitamos, como si tuvieran que decirnos cómo hacer las cosas. Cuando reclamamos un plan de ciudad, nos responden con promociones en la radio, sorteos, vales descuento o una charanga. Eso no cambia una tendencia que está acabando con el comercio.

¿Qué sensaciones tienen respecto al presente y el futuro del sector? 

El presente es malo. Es evidente para cualquiera que pase por Vitoria. Pero lo más preocupante es que las instituciones niegan el problema. Y si niegas el problema, niegas la solución. Nos tratan como si estuviéramos saboteando el eslogan de ciudad que quieren vender. Eso es lo más grave. Pero si se acepta la realidad y se ponen en marcha las propuestas que hemos hecho, se pueden hacer muchas cosas. Vitoria es una ciudad espectacular, a una hora de muchas capitales. Podría ser muy atractiva, pero ahora mismo la estamos matando.