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Producir local para "alimentar al mundo" desde Vitoria

El proyecto Aleko, nacido para obtener más alimentos de cercanía y fomentar el relevo generacional en el campo, florece. La llegada de ocho vacas para implantar el pastoreo regenerativo ha sido su último hito

Producir local para "alimentar al mundo" desde Vitoria

Un estudio encargado por el Centro de Estudios Ambientales (CEA) arrojó el alarmante dato de que solo el 1,15% de los productos frescos que se consumen en Gasteiz provienen de Álava, una tasa que apenas crece hasta el 3% si el límite geográfico se establece en la CAV.

Este hecho, sumado a otro tan preocupante como es la elevada edad media del primer sector –59 años–, propició la unión de varios agentes locales con el ánimo común de cambiar las cosas: por un lado, aumentando la producción de alimentos kilómetro cero para reducir la dependencia de las cadenas globales; por otro, fomentando el relevo generacional en el campo. Dos objetivos a los que se añadía la necesaria descarbonización del sistema agroalimentario.  

Base de operaciones de Aleko, en Monasterioguren.

Así surgió Aleko, que poco más de año y medio después de que ese informe del CEA viera la luz ha pasado de ser un deseo más o menos lejano a una realidad tangible y esperanzadora.

El impulso definitivo se produjo cuando esta iniciativa, bautizada como Crops4Life, fue una de las seleccionadas por el programa de la UE para el Medio Ambiente y la Acción Climática (LIFE) y logró la financiación necesaria para echar a andar. 

Desde Monasterioguren

El concejo vitoriano de Monasterioguren, situado a escasos diez kilómetros de la trama urbana, se convertiría después en la base principal de operaciones del proyecto.

Un espacio natural privilegiado donde la tierra ya ha comenzado a producir y al que, como hito más reciente, acaban de llegar unas nuevas vecinas muy especiales, ocho vacas que practicarán el pastoreo rotacional regenerativo y el manejo holístico en el terreno. NOTICIAS DE ÁLAVA se ha acercado allí para conocer de primera mano todo lo que supone Aleko. 

Variedades de kale, uno de los cultivos ecológicos que estos días emergen en las huertas de Aleko.

“Con la agroecología queremos dar de comer al mundo. Es nuestro objetivo claro. No pretendemos que esto se quede en una cuestión de cuatro personas románticas. Hablamos de una opción profesional, de vida y de alimentar a la sociedad”, asegura rotundo David González, miembro de Sustraiak Habitat Design, una pequeña cooperativa dedicada al impulso de iniciativas basadas en el uso de técnicas de agricultura regenerativa y parte activa del proyecto.

Junto a ella, integran Aleko el propio CEA –como entidad coordinadora–, la consultora agrosocial Neus Monllor, la cooperativa de reparto Eraman, Soilik, el área municipal de Promoción Económica, Neiker –como socio tecnológico– y la Diputación alavesa, en este caso como observadora.  

Aperos de labranza y parte de las vacas del proyecto.

Un circuito “corto”

El proyecto se basa en la generación de un circuito “corto”, dividido en tres “patas”: producción, distribución y consumo. 

La primera se apoya en un espacio test agrario, que es un lugar de “protoemprendimiento” entre la escuela agraria y la producción profesional, repartido en distintas parcelas de Monasterioguren.

“Para quien quiere emprender, hacerse con un tractor o un pabellón sin saber si realmente el campo va a ser lo suyo es muy difícil. Del aprendizaje a hacerse autónomo hay un salto muy grande”

David González . Sustraiak Habitat Design

Allí, personas más o menos jóvenes que desean dedicarse al sector primario pueden ensayar el modelo de negocio que tienen en mente sin poner en riesgo sus economías. “Para quien quiere emprender, hacerse con un tractor o un pabellón sin saber si realmente el campo va a ser lo suyo es muy difícil. Del aprendizaje a hacerse autónomo hay un salto muy grande”, contextualiza González.

Aleko sería, pues, algo así como un máster o un posgrado para alguien que se forma en instituciones como el Instituto Agrario de Arkaute.

Otra de las variables del proyecto es tanto el fomento como el estudio de un modelo de emprendimiento colectivo. “Uno de los problemas del sector es que está excesivamente individualizado. Si tienes que cuidar animales los 365 días del año, ¿qué pasa con tu vida personal?”, pregunta el experto. 

Por este motivo, a las personas que inician su itinerario en Aleko se les anima a crear pequeñas cooperativas para diversificar sus producciones, algo que a futuro les permita lograr mejores ingresos y evitar que su actividad sea incompatible con el descanso y el ocio.

En primer plano, Mar Jiménez, de Lur Honera. Al fondo, Carlos Barinaga, de la primera promoción de Aleko.

Se trata, en definitiva, de promover una economía social solidaria para que el día a día de quien emprende en el campo sea mejor.

Antes de comenzar el aprendizaje sobre el terreno, los participantes en el proyecto, también llamados testers, pasan por una fase formativa de seis meses en la que aprenden todo tipo de técnicas relacionadas con la agricultura regenerativa, la ganadería diversificada y la gestión forestal, fórmulas de cooperativismo o gestión de grupos, solo por citar unas pocas temáticas.

Posteriormente, comienzan un periodo de testeo –de ahí el anglicismo– para llevar a la práctica los conocimientos adquiridos, una etapa que se extiende durante un año más y que, si va bien, concluirá con su inscripción como profesionales. 

Frutales, huevos... y patos 

Ya sobre el terreno, la producción sigue varios modelos distintos: el hortícola biointensivo, que se ensaya en las huertas de Basaldea –en Abetxuko–, otro de los espacios hacia los que se ramifica Aleko; la horticultura extensiva, con cultivos extensivos de secano; la fruticultura –pronto se plantarán los primeros manzanos o perales en Monasterioguren–; o el silvopastoreo, basado en esa introducción de ganado en el monte para devolver fertilidad a la tierra y, entre otros beneficios más, reducir el riesgo de incendios.

El espacio también contará “en unas semanas” con otras especies de árboles, como nogales o avellanos, y a partir de la primavera –cuando el tiempo temple– sumará a su fauna pollos y gallinas para la producción de carne y huevos. También contemplan contar con patos para ayudar a combatir posibles plagas de caracoles o babosas, así como para aportar a la cadena alimenticia huevos y carne.   

Parcela cultivada de Monasterioguren.

Antes de que todo esto llegue, de las huertas de Monasterioguren ha salido ya una “muy buena producción”, totalmente ecológica tras el cambio de modelo llevado a cabo en sus tierras, gracias también al uso de biofertilizantes elaborados allí y al “maremágnum de microbiología” que se está generando.

Toma la palabra Mar Jiménez, 50% del colectivo Lur Honera, que es una de las primeras experiencias que han germinado –nunca mejor dicho– en Aleko: una cooperativa agroecológica que ya ha sacado adelante con éxito la pasada huerta de verano y está en proceso de hacer lo propio con la de invierno.

“Buscan producto de calidad y aquí parece que lo encuentran”

Mar Jiménez . Lur Honera

De allí han salido los primeros tomates producidos en el marco de este proyecto, pimientos, cebollas, patatas, dos tipos de alubias –blanca arrocina y morada de Elorza–, crucíferas –coliflor, brócoli, romanescu– o puerros.

Estos días, precisamente, en una de las parcelas de Aleko puede verse cómo crecen tanto estas últimas hortalizas como diferentes tipos de kale –una variedad de col– o acelgas que, una vez cosechadas, Eraman se encarga de distribuir en bicicleta por los domicilios, los restaurantes o las tiendas que así lo deseen.

Lur Honera también suele atender pedidos de fuera de Álava, que pueden realizarse en https://app.katuma.org/aleko/shop.

“Buscan producto de calidad y aquí parece que lo encuentran”, apunta orgullosa Jiménez, quien tiene claro que tras terminar esta fase de mentoring en Monasterioguren –el próximo agosto– quiere dedicarse al campo.

“No sé si en un año, en dos, en cinco o jubilado, pero me dedicaré a esto en algún momento”

Carlos Barinaga . Primera promoción de Aleko

“Lo importante es con quién. Yo ya parto de una pequeña experiencia hortícola, yo sola, que es donde no quería seguir. Emprender en colectivo es la clave. Y esto es una gran oportunidad para generar experiencia”, remarca.

Carlos Barinaga, otro de los alumnos de la primera promoción de Aleko –fueron 15 personas en total–, tilda su experiencia de “fantástica”.

Siempre ligado laboralmente a la industria, las responsabilidades personales y familiares de este vecino de Murgia no le han permitido ahora, como deseaba, desvincularse de ese mundo, aunque se muestra seguro de que “en algún momento” dará el salto al primer sector. “No sé si en un año, en dos, en cinco o jubilado”, remarca sonriente.

La segunda promoción de Aleko ha iniciado este febrero el itinerario formativo diseñado en el proyecto. Son seis nuevas personas que aprenderán diversos manejos de la agricultura regenerativa a lo largo de este 2025 y testearán después, ya sobre el terreno, sus respectivos proyectos de emprendizaje. “Estamos identificando un perfil interesante. Viene gente con estudios, en muchos casos superiores y con más de 30 años, que ya ha probado la precariedad del mercado laboral y quiere un cambio significativo para su vida, pero también aportar a la sociedad”, expone David González, de Sustraiak Habitat Design. 

Según explican fuentes del CEA, el camino de esta flamante promoción va a presentar algunos cambios respecto al realizado en 2024. La formación teórica será entre febrero y julio, 630 horas distribuidas en módulos que abarcarán temáticas tan variadas como las bases de la agricultura regenerativa, la horticultura biointensiva, horticultura extensiva y los cultivos de secano, la fruticultura, el silvopastoreo y la gestión forestal o la construcción de pequeña herramienta y maquinaria. Más adelante, entre julio y noviembre, entrarán en la fase práctica, a la que seguirá la impartición de un nuevo módulo de emprendizaje en el sector agrario de 140 horas. 

También como elemento interesante y novedoso respecto al ejercicio anterior, el proyecto creará espacios para que tanto las personas que inician el itinerario este año como quienes lo realizaron el pasado puedan compartir sus experiencias y favorecer así la consolidación de sus proyectos. “Es muy interesante que la gente que comienza apoye a la que lleva más tiempo, compartiendo conocimiento y ayudándose unos a otros”, apunta González. 

Otra novedad es que la formación teórica de esta segunda promoción se impartirá en la Casa de la Dehesa de Olarizu debido a su proximidad a las fincas que Aleko dispone en Monasterioguren. Será en este espacio y en el semillero de empresas agroecológicas Basaldea donde se realice, de nuevo, la formación práctica.

Otro reto importante que se marca González pasa por “implicar a la ciudadanía”, pues Aleko no solo busca producir alimentos locales y ecológicos, sino garantizar el relevo generacional en el campo. “Y eso sin los consumidores no se puede hacer”, enfatiza. 

Mientras unos se marchan, aunque periódicamente regresen a Monasterioguren, otras han llegado allí para quedarse por mucho tiempo... y tener además descendencia.

Se trata de ocho imponentes vacas de las razas sayaguesa y alistana que con su presencia van a ayudar a mejorar la calidad tanto del suelo como del pasto del que se alimentan y devolver la fertilidad al terreno, contribuyendo además a su conversión en sumidero de carbono para ayudar a la lucha contra el cambio climático

David González, de Sustraiak Habitat Design, junto a dos de las vacas.

Las reses, todas preñadas, se ubican estos días en una zona perimetrada segura, tendrán a sus crías durante la primavera –estas, a su vez, también serán madres o se emplearán para producir carne– y, en adelante, serán soltadas en la dehesa del cercano monte Egaña, una extensión de 40 hectáreas, para su gestión sostenible. 

Las vacas, ya acostumbradas al pastoreo regenerativo, han llegado desde una explotación de Aranda de Duero (Burgos) en la que recientemente ha comenzado una nueva vida profesional Diego Varona, ingeniero agrónomo y también alumno de la primera promoción de Aleko.

"Los modelos regenerativos me llamaban la atención y me gustaría, en un tiempo, iniciar algo por mi cuenta”

Diego Varona . Primera promoción de Aleko

“Quería pasar de ser técnico a trabajar en el campo directamente, y fue una experiencia bastante gratificante. Los modelos regenerativos me llamaban la atención y me gustaría, en un tiempo, iniciar algo por mi cuenta”, anhela. 

En lo que a la distribución toca, al margen de apostar por un reparto de los alimentos cercano y en medios sostenibles como la bicicleta, Aleko mira más allá de sus límites actuales y prevé involucrar a futuro a un número creciente de productores alaveses ahora “más enfocados en comercializar hacia fuera” para que “piensen en la ciudad”, apunta González.

La creación de una nueva plataforma digital donde colgar la producción disponible, una suerte de market place, serviría para llegar de manera sencilla a los puntos de consumo.

Diego Varona, de la primera promoción de Aleko.

En este último ámbito, la tercera pata del circuito de Aleko, sus impulsores abogan también por fomentar la compra pública descarbonizada, haciendo que la Administración sea un tractor del sector mediante la adquisición de alimentos para comedores como los de las residencias de mayores o las escuelas.

El proyecto tendrá una duración total de cuatro años y medio, un periodo tras el que sus impulsores pretenden continuar adelante ya sin el paraguas financiero de Bruselas.