Las campas de Armentia se convirtieron ayer en el lugar de peregrinación de los miles de alaveses y gasteiztarras que, esquivando la tentación de construir un puente festivo de cuatro jornadas y emigrar a cualquier destino, optaron por quedarse en casa y honrar primero a San Prudencio y desplazarse el lunes a Estibaliz para repetir, en ese caso, con la patrona del territorio.
A diferencia años pasados en los que era habitual organizar esa escapada a lugares de sol y playa con el buen tiempo asegurado, la favorable climatología de ayer fue protagonista destacada de la jornada. Con el mercurio disparado hasta una máxima de 25,7 grados en la estación de Abetxuko, según los datos de Euskalmet y, a pesar de no brillar con toda su intensidad el astro rey, el Paseo del Santo fue una autopista repleta de gasteiztarras que completaron los poco más de dos kilómetros que separan Armentia del centro de la ciudad.
La mañana se despertó con cielo cubierto y una temperatura primaveral, a diferencia de otros años en los que un impermeable y el paraguas eran los compañeros inseparables de los romeros que decidían echar la mañana en Armentia. Esa bonanza climatológica fue el factor que señaló la celebración de San Prudencio de ayer como una de las más multitudinarias de los últimos años despojada ya de cualquier restricción de los duros años de la pandemia. A pesar de todo eso todavía fueron visibles algunas mascarillas entre quienes pulularon por la catarata de tentadores puestos ordenados a lo largo de Armentia.
El talo y la sidra, protagonistas
Como si fuera una gran zoco al aire libre en la hilera de tenderetes era posible encontrar desde las habituales rosquillas, con y sin baño entre 6,50 y 7,50 euros, los pasteles vascos, todo tipo de embutidos, fruta, chucherías para los más pequeños y también complementos de moda como viseras y artilugios para el hogar. Por encima de todos ellos, la tradición manda y un año más las numerosas tabernas montadas en Armentia fueron las estrellas de la fiesta como lugares en los que repostar, hacer una parada e hidratarse ante las impropias temperaturas de este atípico y caluroso final de abril.
Talos y botellas de sidra fueron, de largo, los productos más demandados por los romeros y sin importar el precio. Fue en esos puestos donde más colas se empezaron a organizar ya desde ya desde antes del mediodía y primeras horas de la tarde. Con una mínima variación, los talos se cotizaban a seis euros, mientras que para remojar el gaznate una botella de sidra costaba siete euros o si se compraba un par, la tarifa se moderaba hasta los diez.
Misa pontifical
El programa de actos previstos se desplegó a lo largo de la jornada y uno de los más madrugadores volvió a ser la misa pontifical. La cercanía de las elecciones, dentro de 29 días tocará pasar por las urnas, propició una elevada presencia de representantes institucionales. Representantes de la Junta Administrativa de Armentia ejercieron de perfectos anfitriones con invitados como el diputado general de Álava, Ramiro González, el presidente de las Juntas Generales, Pedro Elosegi, el delegado del Gobierno en Euskadi, Denis Itxaso, o la consejera de Políticas Sociales del Gobierno Vasco, la gasteiztarra Nerea Melgosa. Por parte del Ayuntamiento, el alcalde Gorka Urtaran, en su última romería, estuvo acompañado por varios concejales.
El detalle
Furor por las fresas de Álava
Buenas ventas. Dentro del gran mercado al aire libre en el que se convierte cada edición de la romería de San Prudencio en la jornada de ayer, discutiendo el protagonismo del talo y la sidra, las fresas de Álava emergieron como grandes estrellas gastronómicas de la jornada. Un pequeño puesto de los productores de Fresaraba despachaba a toda velocidad pequeños paquetes de este fruto producido en el territorio. Las colas fueron permanentes para hacerse con alguno de los envases de 475 gramos por los que había que desembolsar cuatro euros por unidad. Muchos de los clientes se llevaban un par de pequeñas cajas y a pesar de no tener ni tan siquiera anunciado el precio en un cartel el trasiego de compradores fue incesante mientras no se dejaban de despachar estas joyas producidas en Álava y que apuestan por recuperar el sabor tradicional de las fresas, frente a otros que carecen de ese gran aliciente.