Aunque la identidad de los disciplinantes se mantiene en el más absoluto de los secretos, sí es conocido que cada año acuden algunas personas desde Álava para convertirse en los célebres picaos o acompañantes de ellos, como ocurre una vez más este año.
Los inquietantes picaos o disciplinantes de la Sonsierra riojana recorrieron ayer las calles de la villa y también hoy Viernes Santo, manifestando su penitencia con golpes de un mazo de tersas cuerdas de algodón y aliviando el dolor dejándose picar la espalda con una torta de cera armada de afilados cristales.
La historia de los picaos se remonta al año 1088, cuando el rey de Nájera-Pamplona, Ramiro Sánchez, casado con una hija del Cid, reclutó soldados en la Sonsierra para participar en la conquista de Jerusalén. La tropa llegó hasta la Probática Piscina, lugar en el Evangelio donde narra que Cristo curó a un paralítico que llevaba allí 38 años, encontrando una pieza de la Santa Cruz, que fue regalada, en premio a su valor, a los voluntarios de la Sonsierra. Además, el rey dejó en su testamento que se construyera una basílica y una casa de juntas, en aquella tierra riojana, a los pies de Sierra Cantabria, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Piscina, voluntad que se cumplió en 1136, año en el que la tradición marca la creación de la Cofradía Negra. Y allí sigue la iglesia románica, que tiene al lado un conjunto de tumbas antropomórficas excavadas en la roca.
No fue hasta 1500 cuando se inicia la constancia documental de su existencia y de que los cofrades hacían la penitencia en el interior de San Juan de Cerca, edificio adosado a la iglesia parroquial de San Vicente de la Sonsierra. Así fue hasta finales del siglo XIX, cuando, coincidiendo con los movimientos sociales y enfrentamientos religiosos, los cofrades deciden salir a la calle y participar en el Vía Crucis y en la procesión del Santo Entierro.Casi mil azotes
Desde entonces, unos hombres cubiertos con hábitos blancos y las espaldas al aire se azotan con un terso fajo de hilos de algodón -entre 800 y 1.000 golpes cada penitente- mientras algunas personas entonan unos viejos romances, media docena de los cuales se atribuyen a Lope de Vega. El rito comienza tras la procesión de la Santa Cena del Jueves Santo, en el Vía Crucis, y se repite a las 23.00 horas en el rezo del rosario, en el interior de la iglesia. Al día siguiente los penitentes vuelven a salir a la calle después de la procesión del Vía Crucis y durante la del Santo Entierro, acompañados en todos los casos por los cofrades de negro.
La costumbre comienza con el rezo, por parte del penitente, ante la imagen de la Virgen Dolorosa. A continuación, el acompañante, miembro de la cofradía, retira la capa marrón de los hombros y le acompaña durante el recorrido hasta que considera, de acuerdo también con el práctico, que el número de golpes es suficiente.
Tras los azotes, el penitente es llevado a la casa de juntas, donde otros hermanos clavan en los moratones, tres veces en cada lado de la espalda, unas tortas de cera del tamaño de la palma de la mano llamadas esponjas, que llevan seis cristales muy afilados en su borde, para permitir que brote un poco de sangre y cese el dolor, tras lo cual vuelve a golpear para aliviar la presión. Las heridas son lavadas con agua de romero puesta al sereno durante las noches anteriores.
Este espectáculo, que todavía tiene una notable dosis de religiosidad, atrae a miles de personas de toda España, aunque solo pueden participar -de forma anónima- quienes reúnan los requisitos que impone la cofradía: ser mayor de edad, varón, que dispongan de certificado expedido por el párroco de su lugar de residencia y hayan sido autorizados por el prior o abad de la cofradía.Las mujeres solo acompañan
Las mujeres, que en el siglo XVI pertenecían a ella y que luego desaparecieron, pueden pertenecer a la cofradía como miembros de pleno derecho desde el año 1998. Su penitencia se limitará a la tradicionalmente ejercida por ellas como marías. Las marías se llaman así por acompañar a las procesiones vestidas con el manto de la Virgen de los Dolores, con el rostro cubierto por puntillas, que protegen su anonimato, van descalzas e incluso con cadenas. Pueden ir un máximo de cuatro por procesión, con los mismos requisitos que los hombres y, por supuesto, también acompañadas por miembros de la Veracruz.
En la jornada de hoy viernes, las salidas de los picaos serán a las 11.30 horas, en el Vía Crucis al Monte del Calvario, y a la tarde a las 20.30, en la procesión del Santo Entierro. Los disciplinantes no volverán a salir a la calle hasta la Cruz de Mayo, el día 3 de ese mes, si es domingo y si no tendrán que esperar hasta el domingo siguiente, y en la jornada de la Cruz de Septiembre, día 14 de septiembre si es domingo y si no el domingo siguiente es la fecha para poder celebrarlo.