Tras una exitosa andadura de cuatro años en la calle Domingo Beltrán, el restaurante A Fuego abre una nueva etapa con su cambio de ubicación a la calle Abendaño 31.

Lo hace a un local con historia en el barrio de San Martín, en el que durante varias décadas se asentó el Asador Sidrería Arabatxo. Desde su barra se despacharon miles de tortillas de patata y sabrosas raciones de caracoles coincidiendo con las fechas de San Prudencio. Uno de esos clientes era Josu Alonso, cabeza visible de A Fuego y vecino de la zona, que también probó y saboreó aquellas viandas y otras delicias como las patatas con jabalí.

El restaurante A Fuego se traslada a Abendaño

Amplia acera para 11 mesas de terraza

Después de una amplia trayectoria profesional como parrillero, con etapas en otros locales de Gasteiz, Josu Alonso vio en el local del Arabatxo la ocasión perfecta para el crecimiento de A Fuego. La imposibilidad de montar una terraza en la anterior ubicación de Domingo Beltrán fue la razón que llevó a Josu Alonso a sondear locales en otras zonas de la ciudad para prender la mecha de una nueva etapa.

"La calle Abendaño es una zona más viva y la anchura de la acera nos permite poner una amplia terraza con las 11 mesas que nos ha autorizado el Ayuntamiento. Esta ubicación es mucho mejor", resumen Alonso como razones que le llevaron a embarcarse en esta nueva aventura. Asi lo ha corroborado este primer fin de semana en la amplia acera de la calle Abendaño y que en jornadas soleadas permite disfrutar sentado a la sombra de la consumición.

El aterrizaje y los meses previos hasta la apertura del viernes han precisado de un "buen lavado de cara del local" para dotarle de una decoración más moderna y actual. "No es más grande que el anterior, pero está el espacio bien aprovechado para poder sentar a la mesa a unos 40 comensales en total", concreta Alonso. Así se observa una vez que se accede al nuevo A Fuego, con una zona de mesas en la parte derecha, otro espacio para quienes acceden a la barra y sus mesas altas en la parte izquierda y al fondo del restaurante y, tras subir unas escaleras, el luminoso comedor principal.

Parrilla como especialidad

El cambio de ubicación física del restaurante no va a sacar del camino a Josu Alonso de la labrada trayectoria de consumado especialista en carne a la parrilla. Quiere dar un paso más a la hora de difundir esta manera de saborear la carne y hacer que los gasteiztarras extraigan todo el sabor de la carne madurada.

El restaurante A Fuego se traslada a Abendaño

Por esa senda, ha plantado junto a la barra del local una "cámara de maduración, que no expositor de carne", puntualiza, para que sus "rubias gallegas" como Josu llama a los costillares que lucen en la cámara adquieran los "matices de sabor más intenso y de carne más tierna tras perder el agua que se lograr dejándola madurar 180 días", explica.

Esta cámara controla de manera exquisita la humedad y temperatura de las piezas durante ese largo proceso de maduración que puede llegar a los seis meses. "Cogemos las piezas con unos 40 o 50 días de maduración, que ya es un tiempo adecuado, y lo mantenemos hasta los 80, 120 o esos 180 días para llegar a la maduración extrema", apostilla Josu Alonso desde la barra de la calle Abendaño.

El restaurante A Fuego se traslada a Abendaño

El restaurante A Fuego se traslada a Abendaño

Arroz de chuleta

Todas las piezas de carne que se pueden saborear en A Fuego proceden de vacas llegadas de Galicia, el norte de Portugal y también de Asturias que el proveedor Discarlux hace llegar al restaurante. No todo es carne en las elaboraciones de Josu Alonso, que también se maneja con el "pescado de temporada a la parrilla, marisco y producto fresco", resume.

Los arroces son otro de los puntos fuertes en la carta de A Fuego. Entre ellos destaca el "arroz de chuleta de vaca gallega como marca de la casa. Es una marca de la casa y no creo que nadie más en Vitoria lo haga", concreta el responsablede A Fuego. Para ello emplea un arroz seco de molino y todo el resto de complemento para servir en la mesa una mezcla poco habitual con el arroz y la chuleta gallega, que sorprende y seduce al comensal.