- Ahora que la pandemia del covid-19 ha motivado tener que desviar la mirada hacia los recursos turísticos del entorno más cercano, uno de los lugares más visitados en las últimas semanas ha sido el túnel de Leorza-Cicujano, una de las infraestructuras del trenico que fue rescatada de su destrucción por falta de mantenimiento y hoy luce brillantemente una larguísima decoración de pinturas realizadas por Irantzu Lekue, con la ayuda de muchos vecinos del entorno.
Explica el alcalde de Arraia-Maeztu, Enartz Gorrotxategi, que “se trata de un proyecto que comenzó hace un par de años, con la intención de no hacer solo una intervención en el túnel de Leorza-Cicujano, sino que se desarrollaba a través de iniciativas puntuales en toda la Vía Verde, en el tramo alavés. Iba desde la colocación de una escultura en la parte de Olaranbe, en Vitoria, hasta intervenciones en los túneles de Trokoniz, Leorza Cicujano, Atauri, Antoñana y Ullibarri”. Para ello había un compromiso de anualmente realizar estas actuaciones puntuales a lo largo de cuatro años desde el departamento de Medio Ambiente de la Diputación de Álava.
La persona elegida para esa tarea fue Irantzu Lekue, que ya tiene trabajos realizados en la comarca de Montaña. La artista cuenta que lo que se puede ver es el resultado de los trabajos realizados por ella misma y con la colaboración de vecinos de todas las edades de Apellaniz, Maeztu, Elortza, Atauri e incluso de Santa Cruz de Campezo.
En total se realizaron 45 intervenciones pictóricas sobre placas de hormigón que habían sido instaladas en la obra previa llevada a cabo por la Diputación de Álava para reforzar el túnel y mejorar su estado. Los motivos pictóricos que se han incluido hacen referencia a hitos y cuestiones relacionadas con el tren Vasco Navarro y su construcción. “Hemos incorporado las historias que han pervivido de generación en generación y hay que destacar el gran trabajo y las aportaciones de expertos como Javier Suso, con su colección y recopilación de imágenes del Vasco Navarro, o Javier López de Luzuriaga, de la asociación Birding & Natouring, que han realizado mejoras, propuesto adecuaciones y mejorado el proyecto”, explica.
Tanto ellos, como los propios vecinos de la zona, especialmente los más mayores que tuvieron la suerte de ver al trenico circular, o conservan más recuerdos, aportaron con sus historias el diseño final del túnel. Y el punto de partida fue un encuentro en Maeztu con todas las personas que quisieron participar en esta tarea. Irantzu menciona a uno que recordó romerías, otro a los diferentes nombres en euskera antiguo que se usaban en la zona. También estuvo la persona que ha rehabilitado el apeadero de Cicujano, otro trajo un farolillo antiguo con filtros intercambiables, y una larga serie de objetos, imágenes y recuerdos. Así se pudo hablar con una persona encargada de cambiar las agujas y a quien los chavales de la localidad le tomaban el pelo en broma y él les respondía.
De esta manera, antes de entrar en el túnel, en una zona reforzada con un arco metálico, se llenó con las imágenes de las hojas de suelo levantándose como si acabara de pasar el tren y a continuación hay una zona revocada con gunita, donde muchas personas dejaron constancia de sus ideas: las hojas de los árboles.
Nada más entrar hay un mosaico de billetes de tren y le siguen diferentes imágenes de personas que trabajaron en el trenico, “destacando el trabajo de las mujeres, porque el trenico fue innovador en la contratación de mujeres como jefas de estación y otras tareas. De hecho, encontramos una imagen de una mujer conduciendo la locomotora”. Con esas imágenes se hace la presentación de la obra a la entrada.
A continuación, sigue explicando la artista, aprovechando los conocimientos de los integrantes de Birding & Natouring se reflejan diferentes animales de la zona, tanto de agua, como las truchas, como los mamíferos, entre ellos los abundantes jabalíes o los ya extintos ciervos de la zona (en Atauri algunos se despeñaban desde los riscos), el tejón, o las aves, como la paloma torcaz o los insectos como las abejas, tan importantes en la zona.
Antes de salir del túnel se retoma de nuevo la vida de los pueblos por los que pasaba el trenico, de las labores que se realizaban para cargar y descargar las mercancías a base de bueyes, la carga de los minerales en los vagones, la espera de las personas en las estaciones o en los pasos, para cruzar la vía. También se han incluido imágenes ajenas al tren, pero de la zona, como la historia de las niñas que fueron condenadas y asesinadas por brujería o el médico anarquista de Maeztu Isaac Puente.
Ya en el exterior, hubo unos tubos colocados en la época del tren para pasar agua de un lado al otro a causa de la sequía. El tubo se quitó, pero en el exterior ha quedado una zona hormigonada y allí, gracias a los conocimientos de Javi Suso se reflejaron las estaciones, algunas de ellas ya no existen, del segundo recorrido del trenico que unía Gasteiz con Lizarra.
La obra de Irantzu Lekue es un fiel reflejo de la vida en la zona, de los recuerdos y las raíces de la comarca, porque supo captar las emociones de las cosas que se contaron y fueron los montañeses los que entregaron con generosidad sus recuerdos. Así no es de extrañar que el túnel que une estas dos localidades atraiga cada año a más de 200.000 personas para recorrerlo y que éste verano, en especial. Hayan sido muchas más. “Ya nos han pedido que coloquemos algún banco en las cercanías del túnel, porque el recorrido es tan cómodo que vienen personas de todas las edades a disfrutarlo y les apetecería descansar disfrutando de la vista del túnel”, comenta a DNA satisfecho el alcalde de Arraia-Maeztu.