- Los bosques y montes de todo el territorio están plagados de huellas de actividad humana que antaño eran base de economía y subsistencia, hoy caídas en desuso y, prácticamente, olvidadas. Pueden ser restos de neveros para la recogida de nieve con la que conservar alimentos; de ericeras para el almacenaje de castañas; de canteras moleras en las que se fabricaban las enormes piedras del mecanismo de los molinos harineros, o de carboneras, para la fabricación del combustible vegetal con el que se alimentaba el fuego de las ferrerías, por citar alguno.
Pues bien. En la comarca cantábrico-alavesa se van a iniciar este verano dos proyectos de recuperación de estos vestigios, hoy considerados patrimonio etnográfico. El primero de ellos corresponde a la junta administrativa de Baranbio que, en colaboración con la asociación etnográfica Aztarna de Amurrio, proyecta arreglar el muro del vivero de Arlamendi, mediante un auzolan en el que tomarán parte tanto profesionales como personal voluntario.
En concreto, este vivero -un cercado de piedra que se construía antaño para proteger de la fauna y el ganado plantas de roble y haya, destinada a la creación de plantaciones forestales de calidad en las cercanías de pueblos y caseríos- se encuentra a tres kilómetros de la citada localidad, en pleno parque natural del Gorbea. De hecho, está situado en una zona del término municipal de Zuia, aunque la propiedad es de la citada junta de Baranbio y, según explica el miembro de Aztarna, Luiso López, “cuenta con una superficie de unos 5.000 metros cuadrados, una longitud de pared de 300 metros y una altura de dos metros”.
Éste también apunta que la ubicación del vivero en ese lugar no es casualidad, sino que se debe “a la existencia de canteras de piedra que hay en la zona (Arri-ola-mendi)” y que, aunque en principio no hay datos de su construcción, “todos los datos señalan que es del siglo XVIII”, subraya. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que “es único en tamaño y construcción” y que el pueblo de Baranbio “sacó a subasta por última vez su aprovechamiento en 1901”. Así no es de extrañar que haya llegado a nuestros días semiderruido, pero gracias a él hoy se pueden ver en el entorno bellos ejemplares de robles y hayas.
Asimismo, en el otro extremo del Valle de Ayala, en el rural barrio Isusi de Llodio, el Ayuntamiento va a intervenir el antiguo calero de Mintegieta. “Es de modelo francés y se empleó, aproximadamente, hasta 1950 por su anterior propietario, Lázaro Eskuza. El consistorio lo ha adquirido mediante una permuta para ponerlo en valor, como elemento etnográfico de interés a nivel municipal”, informa el concejal del medio rural, Joseba Amondo. Se trata de un horno en el que se cocía piedra para convertirla en cal que, posteriormente, se empleaba en construcción, abono de la tierra o desinfectante de cuadras y paredes.
La intervención en el de Llodio va a consistir en el derribo de la mampostería, tanto del almacén del calero como del propio horno para su reconstrucción; para después abordar la sustitución del tejado, la puesta en seguridad de la boca del horno y el acondicionamiento de los entornos de acceso al almacén y a la propia estructura del fogón.
Las obras se prolongarán, previsiblemente, durante tres meses y cuentan con una inversión municipal de 34.963,35 euros. “Gracias a esta rehabilitación, que estará finalizada antes de diciembre de 2020, se va a poder recuperar un elemento de interés etnográfico en un barrio como el de Isusi, cercano al Conjunto monumental de Santa María del Yermo”, concluye Amondo.