- Samantha González, lógicamente preocupada por los últimos rebrotes de covid-19, apuesta por dotar de recursos suficientes al sistema público y apela a la responsabilidad ciudadana para no dar pasos atrás mucho antes de lo deseable.
Ha pasado poco más de un mes desde el inicio de esta nueva normalidad y la evolución de la pandemia está marcada estos días por la proliferación de rebrotes. ¿Sorprendida?, ¿preocupada?
-Mis compañeras, por las que hablo, han pasado un momento muy duro. Han tenido mucha sobrecarga asistencial y emocional en el acompañamiento de los pacientes que estaban solos y de sus familiares. Han sufrido la enfermedad. Han pasado mucho miedo y frustración por no tener los medios necesarios para protegerse. Miedo también por luego llegar a casa y contagiar a sus familiares... Y a todo esto se ha unido que somos una profesión con un 70% de mujeres que luego siguen con una atención y unos cuidados en casa. Hay gente que está exhausta y que todavía no ha tenido vacaciones. Osakidetza nos ha recomendado que las cojamos antes de que acabe octubre, pensando en una segunda oleada del covid y la temporada de gripe en otoño. Si ahora nos hacen otra vez un cierre, aunque sea un confinamiento de los que se denominan quirúrgicos, y eso implica para esas compañeras no poder hacer los planes que tienen, va a ser un jarro de agua fría. Por eso hay que pedir a la población que por favor siga las recomendaciones, que use el sentido común y que tenga en cuenta que el virus no se ha ido de vacaciones.
Con todo lo que ha pasado, ¿estaría el colectivo preparado para soportar ahora esa segunda ola?
-Estaría con muchas flaquezas. Tenemos a mucha gente que no se ha incorporado, que sigue de baja, y tenemos también un déficit de sustituciones importante. Nuestras compañeras recién salidas, de cuarto de Enfermería, han empezado a trabajar desde finales de mayo. No hay gente en las listas para cubrir a nuevas enfermeras que pudieran caer de baja. Sería un problema realmente grave. Porque si algo nos ha enseñado esta pandemia es que si hay falta de salud, eso tiene una influencia grandísima en la economía y en la política. El capital humano, la enfermería pero también el resto de profesionales, es la clave de la sanidad pública. Puedes tener muchas camas de UCI, pero si no tienes enfermeras que puedan aplicar cuidados de UCI, no tienes nada.
Habla de mucha gente en situación de baja. ¿Cuáles son los motivos?
-Hay compañeras que han estado con coronavirus y todavía no han podido incorporarse a su trabajo. También tenemos personal sensible que tampoco ha vuelto. En general, hay gente que se ha quedado muy tocada. Y tenemos un problema añadido en la atención primaria, que todas las profesionales en las que se están apoyando las enfermeras gestoras de casos ahora tienen un trabajo nuevo que se une a la atención a sus pacientes crónicos, que todavía tienen revisiones pendientes. Todo esto unido a esas bajas y a las vacaciones hace que muchas estén pasando penurias para cubrir a esas compañeras que no están. El ámbito que ahora está frenando y evitando ir a esa segunda ola es la atención primaria, con su trabajo de detección y seguimiento de casos. Necesitamos un presupuesto para primaria estable, coherente y suficiente para lo que nos viene. Por eso para nosotras es tan importante la Iniciativa legislativa popular (ILP) sobre los ratios que ahora ha estado paralizada en el Congreso.
¿Esta falta de personal que tantas veces han calificado como estructural se ha solventado de alguna forma por parte de Osakidetza?
-De la atención primaria hemos hablado en la mesa sectorial cuando ha habido movimientos y huelgas sobre la mesa. Ni antes ni ahora estamos hablando otra vez de primaria. Y las medidas que se han tomado han sido, por ejemplo, recortar el horario de algunos centros de salud en ciertos periodos. Con esto no estamos de acuerdo porque es una merma de la calidad para el ciudadano. Lo que se tiene que hacer es ir de frente hacia la primaria, dotándola de ese presupuesto y tomar medidas potentes. No paliativas y diez minutos antes de que tengas el problema. Siendo coherentes, si queremos rentabilizar un gasto, es mucho mejor invertir en promoción de la salud y en prevención de la enfermedad que después en las personas que terminen hospitalizadas.
Si viniese esa segunda ola, ¿sería precisamente la primaria el flanco más vulnerable del sistema alavés?
-Lo más vulnerable siempre son los centros sociosanitarios de mayores y las UCI. Pero sí que sería importante que la primaria fuera lo más potente y lo mejor dotado. Porque eso sí nos aliviaría y haría que no se vuelva a saturar el medio hospitalario.
Osakidetza decidió cerrar Salburua como centro de salud específico para el covid a comienzos de junio. Visto lo visto, ¿Zabalgana y Lakuabizkarra pueden quedarse cortos?
-Ahora mismo no, porque aunque estamos teniendo rebrotes, el virus está apareciendo en mucha gente joven que no presenta patología. Y con estas personas no es necesario hacer muchos cuidados. En el momento que esto se nos vaya de las manos y la gente contagiada sí empiece a tener problemas de salud importantes, supongo que dos centros sí serán pocos.
Los datos de la pandemia indican por el momento esa estabilidad en Álava, pero ¿empiezan a percibir ya una mayor presión asistencial en algunos centros?
-Empezamos a tener las orejillas tiesas. No está habiendo un problema, pero desde luego sí que han crecido los casos ingresados en los hospitales. Son muy poquitos todavía, pero hay que recordar que hasta hace poco los teníamos a cero. Y estos son los casos que luego nos dan problemas. Estamos muy pendientes de qué es lo que está pasando, sobre todo en estos últimos cuatro o cinco días.
¿Han tenido ya contagios estos días entre el colectivo?
-Tenemos a mucha gente aislada porque ha estado en contacto con casos positivos, pero hará cuatro semanas que Osakidetza no nos facilita el dato de profesionales infectados. No tenemos datos, pero lo que sí se palpa es que no hay compañeras afectadas.
Osakidetza llevó a cabo en el HUA varias intervenciones para hacer frente a un eventual colapso, como la dotación del edificio de consultas con camas. ¿Cree que estas actuaciones serán suficientes si tenemos una segunda oleada fuerte?
-No sé si serán suficientes, pero sí creo que serían una gran ayuda. Hablamos de dos áreas que daban cobertura a muchas camas de hospitalización y que no se llegaron a utilizar en uno de los peores momentos de la pandemia.
¿Volcarse en el covid ha supuesto dejar, no tanto desatendidos, pero sí algo más olvidados otros perfiles de pacientes, como los mayores o los crónicos?
-Yo creo que sí. Y esto lo sé más por amigas o por ciudadanos que me dicen que tienen familiares mayores a los que antes veían en sus centros cada cuatro meses y que ahora hace ya siete que no los ven. Aquí se está acumulando un trabajo importante, sobre todo en los crónicos y en los centros de salud. Intervenciones sí que se están haciendo y las listas de espera se están reduciendo, pero las revisiones en los centros de salud están yendo muy lentas.
Otra de las denuncias de su colectivo durante la pandemia ha sido la falta de elementos de protección como mascarillas o EPI. ¿Hay servicios en los que siguen escaseando?
-No. Ahora mismo no tenemos un problema real de falta de equipos de protección, pero sí tenemos diferencias con Osakidetza en torno a los protocolos, sobre qué tenemos que utilizar y cuándo lo tenemos que utilizar. Desde Satse pedimos que sea el profesional el que valore, dependiendo del escenario que tenga delante, qué equipo de protección tiene que utilizar. Por poner un ejemplo, tú no le puedes pedir a todos los pacientes que estén 24 horas con la mascarilla. Porque a veces están vomitando, tienen dolor, están desorientados, son niños... Con lo cual, el personal muchas veces está cubierto de una manera deficiente con una mascarilla quirúrgica, que en realidad a quien protege es sólo al paciente. Sabemos que es un virus bastante escurridizo, porque a veces ocurre que esos pacientes ingresan con una PCR negativa y a la tercera que le hacemos sale positiva. Esto supone una incertidumbre a la hora de estar trabajando en un sitio supuestamente limpio. No podemos hablar de ninguna área libre de covid. Es una utopía que no podemos constatar.
Al menos, el personal sí que ha acumulado una experiencia que en marzo no tenía.
-Sí. Se ha aprendido a trabajar de una manera que antes no se conocía. En un principio lo que había era mucha incertidumbre, de arriba a abajo. Desde el gerente hasta la consulta. Y según fueran las circunstancia, las compañeras tenían que reinventarse. Había un montón de protocolos y cambios de protocolos que ni siquiera daba tiempo a leer. Siempre ha sido así, pero las enfermeras han vuelto a demostrar una gran capacidad de adaptación a las nuevas realidades que han ido surgiendo.
Una capacidad no siempre reconocida, por cierto.
-Tenemos siempre un problema y esta pandemia también lo ha puesto de relieve. Parece que los cuidados pertenecen al ámbito de la mujer, privado y gratuito. La enfermería es un poco la prolongación profesionalizada de ese cuidado. Con lo cual, nos cuesta mucho que nuestros dirigentes nos den el prestigio que realmente tenemos. Porque también somos docentes, investigadoras, gestionamos... Hace poco hemos estrenado un mural en Vitoria con motivo del año internacional de la enfermería que viene a representar todo eso. Estamos muy agradecidas al reconocimiento de la población y a sus aplausos, pero a nuestros dirigentes sí que les pedimos un reconocimiento más. Por ejemplo, en la nueva Ley vasca del empleado público deberíamos estar en el grupo A, pero nos han hecho a fisioterapeutas y enfermeras un grupo especial, el A2, sin ningún razonamiento basado en nuestros estudios. Por otra parte, en la pandemia hemos visto también que nuestra profesión puede tener mucha más penosidad y peligrosidad que las que habíamos admitido todos hasta ahora. Por eso pedimos también a esos dirigentes que se planteen una jubilación anticipada y voluntaria como sí tienen otras profesiones. Hemos visto a compañeras de cierta edad que han incurrido en graves riesgos estos últimos meses.
"Hemos visto que nuestra profesión puede tener mucha más penosidad y peligrosidad que las que habíamos admitido hasta ahora"
"Sería importante que la atención primaria fuera lo más potente. Eso haría que el medio hospitalario no vuelva a saturarse"
"Puedes tener muchas camas UCI, pero si no hay enfermeras que puedan aplicar cuidados para esas unidades, no tienes nada"