- El futuro del txakoli alavés no solo está ligado al de la hostelería y el turismo, los más afectados por esta crisis, sino también al de una naturaleza que no para y está exuberante, con lo que muchos -incluido el presidente de Arabako Txakolina y de la Asociación de txakolineros artesanos de Álava, Luis Mariano Álava- temen que a la ya asumida drástica bajada de ventas de esta temporada, se le sume un más que probable aumento de producción que, otros años, hubiera provocado verdadero júbilo pero que éste se ha trocado en auténtico pesar.
Defina en una palabra el sentir del sector txakolinero alavés en estos momentos.
-Preocupación y, si se me permite una segunda, doble. Nuestro sector va intrínsecamente unido al de la hostelería y el turismo y, si ellos están seriamente afectados por las circunstancias, nosotros igual. Fueron los primeros en cerrar y son los que más tarde van a recuperar actividad. Y todo lo empeora la incertidumbre en torno al cuándo y al cómo, porque nadie lo sabe. Podemos afrontar pérdidas, pero hasta cierto punto, y aquí ya no hablamos en ningún caso de retornar a la situación en la que estábamos antes del coronavirus sino simplemente de poder volver a trabajar a un nivel que nos permita mantener el tipo, para no desaparecer.
¿De cuánta gente afectada estamos hablando?
-El sector del txakoli en Álava se articula, por un lado, en torno a la denominación de origen Arabako Txakolina, con unas directrices muy claras a cumplir a la hora de elaborar los caldos y, por el otro, está la Asociación de productores artesanos de txakoli de Álava, y yo soy el presidente de ambas. Todos los txakolineros profesionales de la DO están en la asociación, pero no todos los productores están en la DO, porque elaboran para consumo propio y sin ánimo de lucro, pero siempre pensando en salvaguardar y mantener la cultura del txakoli en el Valle de Ayala. Me refiero a esos baserritarras que siguen cuidando con mucho mimo las cepas situadas en los lindes de sus caseríos y terrenos, a muy pequeña escala, pero que fueron el embrión del que surgió la propia Denominación de Origen. Entre unos y otros seremos en torno a un centenar de personas. El personal profesional de bodegas son los menos, ya que los productores de uva suponen un 80%. Pero entre éstos últimos el tema está muy disperso y fraccionado, ya que unos producen más de 200.000 kilos de uva al año y otros solo 200 con los que elaboran 300 botellas, a lo sumo, para casa. Eso sí, cada vez de mayor calidad, eso también se cuida y mucho fuera de las exigencias de la Denominación.
Y mayo siempre ha sido el mes de las celebraciones para todos.
-Ciertamente. Ya fue San Isidro, patrón de los labradores y, por tanto, nuestro, y siempre aprovechábamos para -sin dejar de trabajar, porque en esta época el viñedo está en plena ebullición- para reunirnos y hablar de nuestras cosas, y este año ha sido imposible. También es el mes de la fiesta del Txakolin Eguna en Amurrio que, inicialmente, nos hemos visto obligados a posponer. Y ya veremos al final qué pasa, porque aquí cambian las normativas de un día para otro, como hemos visto con las terrazas hosteleras, que se ha tenido que recular para evitar desmadres. Cualquier iniciativa que se tome en este sentido es muy difícil de controlar, pero algo se nos ocurrirá para celebrar la nueva añada cumpliendo con las normativas higiénico-sanitarias y de distanciamiento de seguridad imperantes.
No se le ve muy convencido.
-Es que la situación empieza a ser agobiante. Los bares y restaurantes son nuestro principal canal de venta, y están como están, dando los primeros pasitos de retorno a la actividad, con muchísimas dudas.
¿Y el comercio? Las tiendas de alimentación no han cerrado en ningún momento.
-El txakoli que absorben las grandes superficies y comercios es meramente testimonial, tampoco estamos todas las bodegas representadas en sus baldas, a lo sumo tienen uno o dos vinos por Denominación de Origen. La mayoría no las vemos como posibles clientes potenciales y las exportaciones, a Japón, Estados Unidos. También están totalmente paralizadas por la pandemia. Reitero que la doble preocupación está ahí, porque no se acaba de ver cómo ni cuándo se va a recuperar la normalidad conocida en el sector hostelero. No es fácil y tampoco creo que sepan cómo hacerlo ni las propias instituciones para que haya equilibrio entre garantía sanitaria y salud económica. Los primeros intentos de regulación ya se están viendo.
¿Tienen una cifra estimada de bajada de ventas para 2020?
-Sí, la media es de un 40%, aunque cómo en todo los hay más pesimistas y también más optimistas al respecto. Y a lo pendiente de dar salida en almacén hay que sumarle lo que vendrá, porque -a diferencia de otros sectores, que paran la máquina y dejan de producir por falta de pedidos- nosotros no podemos hacerlo. La naturaleza no para y además, este año, parece una mala broma, pero climáticamente está siendo muy bueno, por lo que el viñedo esta espectacular y exuberante. Falta mucho aún para vendimia, pero todos los pronósticos apuntan a un aumento de kilos de uva y, por tanto, un crecimiento de producción, con el que en otras circunstancias estaríamos dando botes de alegría, pero que ahora añaden problemas a la lista.
¿Están analizando posibles soluciones?
-Por supuesto. Se están pensando medidas excepcionales de cara a la próxima cosecha para intentar dar una estabilidad, o mejor dicho, un equilibrio al sector. Sabemos de sobra que vamos a salir perjudicados todos, bodegueros, productores de uva y distribuidores, todos, pero que al menos sea más repartido, de forma que uno no salga de la crisis calvo y otro con melena. Es decir, estamos buscando fórmulas solidarias para compartir perdidas, en este caso a río revuelto no puede haber ganancia de pescadores. A ver cómo hacemos para que en el sector txakolinero nadie se convierta en el pagano de esta crisis.
¿Entran las instituciones públicas en esas medidas?
-¡Claro! Estamos estudiando las opciones junto con ellas y todo pasa porque haya ayudas por su parte, sabiendo de sobra que tampoco nadan en la abundancia, porque la recaudación también está descendiendo. Esto es una rueda, y es todo muy serio y preocupante. ¡Vamos a tener un otoño caliente no, incandescente!, e insisto que habrá que buscar fórmulas entre todos no para repartir ganancias, sino pérdidas.
"La media estimada de bajada de ventas para este año es de un 40%. Además se augura una cosecha
con un aumento de kilos?