Tras dos años de intervención y una inversión de algo más de 100.000 euros, la Diputación Foral de Álava ha recuperado el rincón más romántico del Parque de Garaio. La vieja Iglesia de San Esteban, reducida a ruinas durante décadas, se ha despojado de vegetación y escombros para reivindicar parte de su antiguo esplendor, lista para ser disfrutada por excursionistas, ciclistas y por todas aquellas parejas que busquen un rincón apartado dentro de este gran espacio verde. En la presentación de la nueva imagen del otrora templo religioso -fue desacralizado después de que el pueblo de Garaio perdiera sus habitantes- estuvieron presentes el diputado de Medio Ambiente y Urbanismo, Josean Galera, la directora del Departamento foral, Amaia Barredo, y la arquitecto responsable de la actualización de la infraestructura, Irene Zuñiga. También contaron con la presencia de la pareja de cigüeñas residentes en lo alto de la torre de la iglesia, que desde su nido siguieron con curiosidad la presentación.
La principal novedad que descubrirán todos aquellos que se acerquen a la edificación, emplazada junto a la oficina de información del parque provincial, será la limpieza. Los arbustos y los cascotes han desaparecido por completo y el enclave muestra una imagen arreglada y sencilla. En segundo lugar llama la atención la intervención -que no rehabilitación-, ejecutada respetando los elementos originales de la construcción y evidenciando todos aquellos lugares en los que se ha actuado.
Se puede acceder al interior, aunque de momento la torre permanece cerrada, a través de un pequeño camino de madera. No existe suelo ni techumbre y el recinto se encuentra desnudo al margen del césped recién plantado. La idea, tal y como avanzó el diputado, consiste en habilitar, en cuanto se disponga de fondos para ello, un pequeño mirador en la propia torre, muy cerca de las cigüeñas.
En el exterior, también se ha recuperado el pequeño cementerio anexo y se ha acondicionado un banco semicircular para poder disfrutar de la sombra de los árboles en este rincón privilegiado. Además de proceder a una restauración paisajística y medioambiental del emplazamiento, se ha pavimentado una nueva senda que enlaza con el Mirador de las Colas de Zadorra, ubicado en una cota ligeramente superior y que ofrece unas vistas magníficas del entorno.
“Con esta intervención en dos fases cumplimos un doble objetivo, restaurando este edificio emblemático del parque de Garaio y mejorando la propuesta y el área de descanso para paseantes y ciclistas”, detalló Galera, quien también subrayó la relevancia de la consolidación de la torre para las cigüeñas blancas, “una especie cuya conservación apoya el Departamento foral de Medio Ambiente y que vuelven cada primavera, fieles a su cita desde el año 1995 en el que instalaron su nido”.
El responsable foral recordó que la parroquia de San Esteban se erigió en 1762 y mantuvo el culto hasta 1966, poco después de que el pueblo de Garaio quedara prácticamente abandonado con la construcción del embalse de Ullibarri-Gamboa. El pantano anegó gran parte de las tierras de cultivo y acabó con el modo de vida de sus vecinos.