vitoria - Correr o pasear en total oscuridad, por una vez, sabiendo que luego volverá la luz, es una experiencia de adrenalina pura. Por obligación, por necesidad, por fortuna, los sentidos cotidianamente adormecidos cobran fuerza. La humedad en el pelo pesa, el viento en la piel acaricia, el perfume a vegetación mojada atraviesa el olfato. Las imágenes se reconstruyen, en función de las voces y de los sonidos. Vuela la imaginación. Y también se dispara el miedo, la sensación de inseguridad, como si el suelo fuera una cuerda floja. Al cerrar los ojos y avanzar se aprende mucho; sobre todo, a ponerse en el lugar de quienes son invidentes. “Repetiremos en otra ocasión. Ha merecido la pena. Nos ayuda a tener más empatía y permite reivindicar los derechos de estas personas”, sostuvieron Maite y Ana, al finalizar una de las marchas más especiales del año en Vitoria.
La ONCE Álava celebró ayer la XIX Carrera de Cascabeles Por una sociedad inclusiva. Una prueba muy especial que, esta vez, unió sus fuerzas a la II Carrera popular 11 kilómetros solidarios, evento de Cruz Roja que busca recaudar fondos en favor de diversas acciones sociales. A primera hora de la mañana había llovido generosamente y el cielo amenazaba con volver a descargar su hastío otoñal, pero al final la climatología respetó a los participantes. Tampoco habría importado demasiado que se hubieran cumplido las perores predicciones meteorológicas. Cientos de personas, tantas como en anteriores ediciones, hicieron caso omiso al aviso de agua y se concentraron en el parque de La Florida para sudar o mojar la camiseta.
A las once tuvo lugar la salida de los atletas inscritos en los 11 kilómetros solidarios. Pudo verse, entre los corredores, a Martín Fiz, uno de esos atletas comprometidos con las buenas causas. Y ésta era una de ellas. El dinero recaudado gracias a las matriculaciones permitirá entregar lotes alimentarios e higiénicos a niños de entre 0 y 18 meses que viven en familias alavesas en situación de riesgo de exclusión social. En esta ocasión, además, la solidaridad hizo doblete. Cinco minutos más tarde, se inició en el mismo lugar la Carrera de Cascabelas, en la que los participantes cubrieron un trayecto corto dentro del parque corriendo o caminando en parejas, unidos por una cuerda, portando un cascabel como señal auditiva, haciendo uno de guía y el otro de invidente con un antifaz. Ciudadanos anónimos, integrantes de colectivos sociales y algún que otro político probaron y disfrutaron del experimento.
El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, presidió el acto, que contó además con la representación institucional del diputado de Administración Local, Javier Ruiz de Arbulo; el presidente territorial de la ONCE en Euskadi, Aitor González; el portavoz alavés, Rafael Ledesma; el presidente de Cruz Roja de Euskadi, Iñaki Irusta; y su homóloga en nuestro territorio, Estibaliz Arnaiz. También estuvo entre ellos la directora del CPI Sansomendi, Eva Sancho, quien recogió el Cascabel de Oro, premio otorgado anualmente por la ONCE. La de su entidad fue, de todas, la candidatura más votada on line.