El estudio arqueológico del poblado fortificado de la Edad de Hierro en el monte Babio de Izoria, en Ayala, se ha adentrado este mes de julio, en una nueva y última etapa, en la que se ha echado mano de los avances tecnológicos de cara a acotar, de algún modo, la vasta extensión de terreno que ocupa (10 hectáreas) y centrarse en aquellas zonas donde, el más que completo análisis topográfico del yacimiento, realizado el pasado agosto mediante dron, ha arrojado la existencia de estructuras en el subsuelo.
De hecho, el equipo dirigido por el arqueólogo ayalés y miembro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Jon Obaldia Undurraga, que se puso al frente de la excavación en 2018, cuenta ahora con una radiografía bastante nítida del terreno, que se ha visto reforzada por dos modernas prospecciones geofísicas, una magnética y otra de georradar, y que es lo que les ha hecho abrir una enorme cata de 5x10 en la zona aterrazada, la más grande hasta la fecha, a ver si dan de una vez con la base de alguna vivienda y poder así dar respuesta a una de las grandes incógnitas de este poblado: ¿cómo vivían estas personas, en casas redondas o cuadradas, y cómo se estructuraban?.
"Terminamos este sábado y aún nos queda casi un metro que excavar para llegar a donde vivía esta gente. No obstante, vamos tranquilos porque quedan otras dos campañas por delante y esta vez no se va a tapar”
“Empezamos el pasado lunes 14 y, por lo que respecta a este año, culminaremos este sábado, aunque aún nos queda casi un metro que excavar para llegar a donde vivía esta gente. No obstante, aunque no hayamos dado con ningún hallazgo llamativo o relevante, vamos tranquilos porque quedan otras dos campañas por delante y esta vez no se va a tapar”, ha explicado Obaldia a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, en referencia a que el año próximo podrán seguir donde lo dejaron, sin tener que volver a empezar de cero “ya que se va a proteger con geotextil y plástico, y vallar”, ha aclarado.
Visita guiada
Asimismo, esta semana andan documentando la cara interna del primer recinto amurallado ya que, pese a que de las campañas previas ya tienen una idea bastante fidedigna de cómo era el sistema defensivo de este poblamiento, “el estudio topográfico del año pasado sacó a relucir varias posibles estructuras que estamos interviniendo a ver qué son, y algo va saliendo”, asegura el arqueólogo, que invita a todo el que quiera conocer in situ el yacimiento a acercarse a la cima del Babio, a las 10.30 horas de este sábado (26 de julio).
Y es que será cuando lleven a cabo la ya tradicional visita guiada anual y gratuita, que irá acompañada, además, de un almuerzo preparado por la junta administrativa de Izoria que, junto al Ayuntamiento de Ayala, es la que aporta la ayuda para seguir adelante con el estudio de este poblado que -en base a la datación del carbón hallado tanto en la muralla inferior como en la superior- les ha permitido demostrar que estuvo habitado entre el 800 y el 430 antes de Cristo.
Es decir, del Bronce Final a la primera Edad del Hierro, y no solo eso, sino que se dieron diversas fases de poblamiento en una horquilla de entre 300 y 500 años, ya que han dado con pruebas de que “reformaron una parte de muralla que se les cayó. Algo que ocurre tras muchos años y que no se molestarían en arreglar de no tener la intención de volver a ocuparlo”, matiza Obaldia.
Pastores guerreros
La tesis que baraja el experto es que se trataba de autrigones, una etnia guerrera que vivía por temporadas en la cima del Babio dedicada a la agricultura y al cuidado del ganado, al igual que siguen haciendo los pastores de nuestros días, y que tenía un sofisticado sistema de defensa para hacer frente a las amenazas de otras comunidades.
Éste está conformado por dos murallas paralelas concéntricas que abrazan la cumbre. “Una de 246 metros y otra de 560, y de bastante altura, en una ubicación sumamente estratégica, pues desde allí podían controlar la entrada y salida de mercancías, tránsito humano, e incluso militar, a todo el Alto Nervión”, subraya Obaldia.
A parte de estructuras, las piezas más extraordinarias halladas hasta ahora (todas ellas bajo la custodia del BIBAT, el museo de arqueología de Álava en Vitoria-Gasteiz) son una quesera de casi dos mil años de antigüedad, un cinturón decorado con marcas de agua y la clavija de una lanza Pilum; así como cerámica de almacenamiento, semillas y una ingente cantidad de restos óseos de animales domésticos que confirma el carácter pastoril de los moradores de esta cima desde ocho siglos antes del inicio de nuestra era.