Las caras en la entrada al pabellón de la Estació del Nord de Barcelona, ubicación en la que la plana mayor de ERC siguió ayer la noche electoral, eran todo un poema. De hecho, la portavoz de los republicanos, Raquel Sans, auguró que no iba a ser “una buena noche”. Acertó de pleno. El tremendo batacazo que sufrió la formación que tenía en el president Pere Aragonès su principal baza electoral no se pudo ocultar, ni siquiera tratar de esconder. Esquerra Republicana de Catalunya pasa a ser tercera fuerza en el Parlament con un desplome de trece escaños, con una pérdida de 180.000 votos. Fue una debacle sin paliativos.
El desgaste por haber llevado las riendas de la Generalitat durante estos tres últimos años ha tenido un efecto pernicioso para ERC. A ello se unió una baja participación electoral -no llegó a superar el 58% de catalanes- que en nada benefició a los republicanos. El propio Aragonès personificó la derrota en su comparecencia, en la que lamentó “no haber logrado seducir al electorado. Hoy -por ayer- ERC ha obtenido unos muy malos resultados”, arrancó su alocución el que hasta ahora ha sido president. “La ciudadanía de Catalunya ha considerado que le toca a otro partido liderar la nueva etapa que se abre”, insistió un Aragonés que, apuntó que “acompañará a esa decisión” siempre bajo las líneas maestras “que todo el mundo conoce” de su formación: “republicanismo e independentismo”, abrevió, como vigas de un proyecto político “que tiene 93 años de historia”.
En todo caso, Aragonés no pudo sino lamentarse de que “la polarización” hubiera “ganado” las elecciones. Y constató dos realidades que se abren de cara al futuro. La primera, que corresponderá a PSC y a Junts conformar esa nueva etapa”. Y, la segunda, que “la extrema derecha ha conseguido penetrar en el Parlament -por Vox y Aliança Catalana-”, ante lo que llamó a rebelarse. Por último, auguró que la siguiente legislatura estará “repleta de dificultades”,, si bien confió en que “a ERC nos que da mucho camino por recorrer. Y así lo haremos”.