Israel, el país del mundo que más población ha vacunado -casi la mitad de sus 9 millones de habitantes- gracias a un contrato millonario con Pfizer a cambio de ceder datos sanitarios, goza de estos días de lo más parecido a la normalidad que se ha vivido desde que el coronavirus se extendió provocando una pandemia mundial.
Muchos son los que miran de reojo a este país que no deja de sorprender con medidas post-covid no exentas de polémica. Más aún cuando la segunda cumbre de los líderes europeos sobre la pandemia abordará este mismo jueves, de nuevo, la propuesta del certificado de vacunación que defienden los países del Sur, entre ellos España, y que tiene como objetivo tratar de reactivar la economía centrándose en el sector turístico de cara a la temporada de verano. Una propuesta que no tiene el visto bueno de Francia ni de Alemania, temerosos de las nuevas variantes del coronavirus y precavidos ante el lento ritmo de la vacunación en los 27 países de Unión.
El pasaporte verde o el reciente brazalete electrónico para cumplir la cuarentena son algunas de las medidas que ha impulsado el Gobierno israelí.
El primero se obtiene ocho días después de recibir la segunda dosis y tiene una validez de seis meses. Con él en la mano, se puede ir a conciertos, de compras o al gimnasio, por citar alguna de las ventajas de haberse inmunizado frente al covid en Israel; actividades todas ellas restringidas para quien no ha recibido la vacuna. Un pasaporte verde que se traduce en una aplicación para el móvil, un pase VIP de camino a la tan ansiada normalidad.
Otra de las medidas propuestas en Israel ha sido los corredores turísticos o, lo que es lo mismo, acuerdos bilaterales con países como Grecia para que las personas vacunadas puedan viajar entre ambas zonas sin restricciones.
Entre estos paquetes de medidas anunciadas por el Gobierno de Benjamin Netanyahu -quien, no hay que olvidar, se enfrenta a unas elecciones el próximo 23 de marzo-, se encuentra el brazalete electrónico para que los viajeros que regresan al país desde el extranjero puedan cumplir la cuarentena en sus hogares, en lugar de los hoteles designados para ello. A modo de las pulseras que se usan en los arrestos domiciliarios, Israel propone esta forma de cumplir la cuarentena en casa -monitorizado por las autoridades 24 horas- previo pago de un depósito en torno a los 400 euros.
Todas estas medidas que el Gobierno israelí ha puesto en marcha han sido también objeto de críticas por parte de una parte de la población que las considera discriminatorias. De hecho, el propio proceso de vacunación ha sido polémico al llevarse a cabo en dos ritmos muy distintos: el acelerado entre la población israelí y el cuenta a gotas de la palestina.