barcelona - No hay vuelta atrás en el cisma abierto en el seno de la CUP. Seis de los quince miembros que integran su Secretariado Nacional presentaron ayer su dimisión al unísono por discrepancias con la estrategia llevada a cabo por la dirección durante los últimos meses, cuyas decisiones calificaron como “sectarias y maquiavélicas”. El férreo rechazo a la figura de Artur Mas y la posterior enmienda a la totalidad que tumbó los Presupuestos del Govern catalán han supuesto una grave división interna que no ha tardado en exteriorizarse.
Poble Lliure, una de las organizaciones que conforman la organización asamblearia, pidió el jueves la renuncia en bloque de toda la cúpula del partido. Su exigencia supuso un duro aviso que, de no tenerse en cuenta, podría acabar con la ruptura de la formación. La renuncia de una importante parte de la dirección ha desatado ahora todas las alarmas. Los que ayer abandonaron la cúpula están precisamente en la órbita de esa ala, considerada como la más moderada. No obstante, los firmantes de la carta -Ester Rocabayera, Guim Pros, Joel Jové, Omar Diatta, Roger Castellanos y Tomàs Sayes- actuaron a título personal y, de hecho, se desmarcaron de la arriesgada exigencia de este sector. En su opinión, durante los últimos tiempos “se han generado graves disfunciones democráticas” que han puesto en cuestión el modelo asambleario y transparente característico de la CUP. Los dimisionarios acusaron a la dirección de haber utilizado los mecanismos de toma de decisiones en beneficio de “posicionamientos concretos” y que, además, los diferentes posicionamientos que se han tomado “nos alejan de la estrategia independentista que habíamos asumido programáticamente”.
Los firmantes de la renuncia abogaron por la renovación integral del partido como método de garantizar la continuidad de un proyecto “netamente democrático, transparente y asambleario” y al observar una amenaza real de ruptura. En este sentido, llamaron a reformular su estructura, pues consideran que los estatutos de la organización han sido incumplidos “interesadamente” para dificultar la participación de la militancia en un partido que cuenta con una estrecha relación con sus bases a la hora de tomar decisiones tal y como se evidenció en los fallidos intentos por investir a Artur Mas como president de la Generalitat. En la misiva, titulada Recuperemos el hilo de la historia: recuperemos credibilidad y coherencia, los implicados advirtieron del goteo incesante de bajas de militantes que ha vivido la organización durante los últimos meses, hecho que adujeron para expresar su incapacidad para seguir legitimando el máximo órgano ejecutivo de la CUP.
LA CUP LO LAMENTA Los cuperos que aún permanecen en la dirección no tardaron en responder al incendiario comunicado de los seis miembros que presentaron su renuncia. En una nota, lamentaron su decisión y desmintieron categóricamente la ausencia de democracia interna. Subrayaron que “todos los procesos de debate y decisión se han hecho con las garantías democráticas disponibles” y que los aún miembros del Secretariado Nacional tienen la conciencia “muy tranquila”. Asimismo, se reafirmaron en la utilidad del asamblearismo como “herramienta legítima y válida de tomas de decisiones”.
La crisis interna de la CUP ya está teniendo efectos al margen de la propia organización. El primero en salir a la palestra fue el cabeza de lista de CDC a las elecciones generales del 26-J, Francesc Homs, quien resaltó ayer que la “firmeza” de su partido tras fracasar en el intento por aprobar los Presupuestos está empezando a dar resultados. El exconseller tendió la mano a los cuperos para continuar adelante con la hoja de ruta soberanista aprobada en el Parlament y recuperar la confianza perdida “siempre y cuando tengan ganas de que la recuperemos”.