WASHINGTON. En el encuentro, Malala, de 16 años y excandidata al Premio Nobel de la Paz para este año, ha criticado que los ataques con aviones no tripulados perpetrados por Estados Unidos contra objetivos insurgentes en Pakistán "insuflan el terrorismo", según ha informado la cadena paquistaní Geo TV.

Malala ha recriminado que dichos bombardeos se hayan llevado por delante vidas de "personas inocentes", razón por la que, según la niña, se está propagando cierto resentimiento entre la población paquistaní hacia los Estados Unidos.

Además, estos ataques están distanciando a los gobiernos de ambos países, ha lamentado Malala en un comunicado, en el que pide más cooperación bilateral.

Por otra parte, Malala ha destacado los proyectos de ayuda a la educación y al desarrollo de las economías locales promovidos por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en la provincia de Jaiber Pajtunjuá, y en las áreas tribales situadas en el noroeste del país, en la frontera con Afganistán.

La esposa del presidente de Estados Unidos, Michelle Obama, y el padre de Malala, Ziaudin Yousafzai, también se encontraban presentes en la reunión entre Obama y la joven, que era favorita para ganar el Premio Nobel a la Paz de este año, concedido finalmente a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.

OVACIONADA EN EL BANCO MUNDIAL A sus 16 años, la activista pakistaní Malala Yousafzai fue ovacionada por cientos de personas en la sede del Banco Mundial (BM) por su discurso a favor de la igualdad de la mujer y la educación en el que pidió "más dinero para profesores que para soldados".

Malala celebró el Día Internacional de las Niñas con un coloquio con el presidente del BM, Jim Yong Kim, en el que defendió el valor de la educación como base del desarrollo y la paz en el mundo.

La joven recordó a los Estados Unidos que la gente que sufre en Afganistán y Pakistán también quiere el fin de terrorismo, "pero si se quiere acabar la guerra con otra guerra nunca se alcanzará la paz. El dinero gastado en tanques, en armas y soldados se debe gastar en libros, lápices, escuelas y profesores".

Los ecos de la voz de Malala sonaron en el gigantesco vestíbulo de la sede del Banco Mundial, repleto de jóvenes estudiantes, mujeres y funcionarios asistentes a la asamblea anual del BM y el FMI, con una autoridad que no dejó indiferente a nadie.

"No alzo mi voz para gritar, sino para que aquellos sin voz puedan ser escuchados", aseguró Malala.

"No queremos políticos que tomen todas sus decisiones con el único objetivo de imponer sus ideologías, lo que queremos es que escuchen a la gente", indicó Malala, que había sido nominada para el Premio Nobel de la Paz, que hoy fue fallado a favor de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).

Malala, que recibió justo hace un año un disparo en la cabeza en un atentado talibán contra ella en el Valle del Swat (noroeste de Pakistán), dijo que debido a su activismo a favor del derecho de la mujer a recibir educación y a sus denuncias de la represión talibán en su región supo que la iban a intentar matar.

"Sabía que me iban a disparar, pero no quise parar mi campaña (contra la influencia talibán y a favor de la educación). Estaba preparada para que me dispararan", aseguró Malala, que presentó en el coloquio su libro "Yo soy Malala" y su fundación "Malala Fund".

El presidente del BM anunció un aporte de 200.000 dólares para la fundación, dedicada a promover el acceso a la educación de las mujeres, una carencia en muchos países pobres.

La joven aseguró que sus planes de futuro son seguir "acumulando conocimiento" y iniciar una carrera política, que ahora ha cambiado por su anterior sueño de ser médico.

"Una médico puede ayudar a una comunidad pequeña, a víctimas tiroteadas, pero si me convierto en política puedo actuar a favor de muchos, para que mañana ningún doctor tenga que tratar a una niña víctima de las armas", afirmó.

Malala, que fue salvada de morir de un disparo en la cabeza en un hospital británico, recordó cómo la llegada de los talibán a su comunidad obligó a las mujeres a no ir a la escuela o el mercado y vestir burka, además de provocar otras injusticia contra la población.

"Era como una película que empieza en un lugar bello, como es el Valle de Swat, luego llega el malo. Como en toda película ganará el héroe y habrá final feliz", reflexionó Malala, que vive en el exilio y bajo amenazas de muerte.

A la salida los asistentes se mostraron "impresionados por la inspiración" que transmitió Malala, su "integridad", mientras que algunos predecían que "algún día será primera ministra de Pakistán", como dijo ella misma recientemente en entrevista con Efe.