En Euskadi, dos hechos han marcado el año, no sin relación entre ambos: la reconfiguración del mapa político en torno a las dos citas electorales del año y el anuncio del "cese definitivo de la actividad armada" de ETA. Si 2009 quizá fue eso que se llama en narrativa break point, el nudo de la trama, y 2010 un año de transición con mucha cocina, 2011 ha sido el año del gran desenlace pero también, quizá con más intensidad, de la promesa de varios comienzos.

La irrupción de la izquierda abertzale en la legalidad de la mano de EA y Alternatiba, la asunción con Sortu de la Ley de Partidos, su rechazo explícito a la violencia a pesar de que el Supremo vetara su inscripción en una sentencia en la que la Sala del 61 se dividió al máximo y que el Constitucional tenga la patata caliente en el horno desde hace meses sin haberse pronunciado; acompañada por la cadencia de comunicados de ETA en los que, primero en enero anunció un alto el fuego permanente y verificable en respuesta al emplazamiento del Grupo Internacional de Contacto liderado por Brian Currin, y después en marzo se mostraba dispuesta a una verificación "no formal" de su alto el fuego; y la pista de aterrizaje que el 17 de octubre le brindó la Conferencia de Paz de Aiete, que bajo los auspicios de Lokarri reunió a destacados representantes internacionales como Kofi Annan, Gerry Adams o Bertie Ahern; fueron el cúmulo de factores que como fichas de dominó desembocaron el 20 de octubre en el anuncio del "cese definitivo" de ETA. La gran noticia sin duda alguna del año, probablemente la gran noticia de los últimos treinta años en Euskadi.

El fin de ETA abre un nuevo tiempo, un camino hacia la reconciliación que tiene un interesante punto de referencia en la ponencia sobre víctimas policiales creada en el Parlamento Vasco este año y cuyos trabajos -con la ausencia de PP y UPyD- empezaron formalmente en septiembre, pero han comenzado a dar frutos, como las ayudas por montante de un millón de euros previstas para 2012 para este colectivo. En este ámbito, la declaración de reconocimiento a las víctimas que hizo la izquierda abertzale en el marco del Acuerdo de Gernika el pasado 17 de diciembre -reconociendo "el dolor y el sufrimiento" y mostrando su "pesar" a las víctimas "tanto de la violencia de ETA como de las estrategias represivas y de guerra sucia de los Estados español y francés"- es otro de los elementos a tener en cuenta de cara al próximo año político.

Unida a la paz, la otra gran noticia de este año político en Euskadi es el vuelco del mapa electoral. A falta de una, dos citas electorales han constatado por un lado la incidencia del nuevo rumbo de la izquierda abertzale y de la desaparición de ETA en el escenario político y, por otro, el desgaste que la acción de gobierno propio y ajeno, en la figura de José Luis Rodríguez Zapatero, ha supuesto para el PSE. Pero también el viraje político, o la apertura de puertas, que Antonio Basagoiti ha imprimido en este nuevo escenario al PP vasco, al mismo tiempo que la erosión del PNV como partido referencial del nacionalismo.

de sortu a amaiur

Retorno a las instituciones

Poco de lo ocurrido en la política vasca en 2011 puede explicarse sin la vuelta de la izquierda abertzale a la legalidad. Su intento, histórico, vía Sortu ha quedado paralizado en el Constitucional. Por ahora. Iñigo Iruin y Rufi Etxeberria presentan los nuevos estatutos (7 de febrero, Palacio Euskalduna) en los que la izquierda abertzale da un paso definitivo e inédito: asume literalmente el marco legal impuesto por la Ley de Partidos y rechaza explícitamente todo tipo de violencia, incluida la de ETA. Rufi Etxeberria va incluso más allá: si los tribunales exigen más, Sortu "tendrá que atender a los requerimientos".

Pero el veto de la Sala del 61 del Tribunal Supremo a Sortu (23 de marzo) activa el plan B: el famoso polo soberanista construido en torno al Acuerdo de Gernika con Eusko Alkartasuna y Alternatiba. Nace Bildu, que logra salvar al Constitucional entrada alguna hora después de entrada ya la campaña electoral (6 de mayo) de las municipales y forales del 22 de mayo. Los tribunales tienen muy complicado vetar una coalición en la que aparecen dos partidos con historial acreditado de actividad institucional y rechazo de la violencia. Y Bildu rentabiliza al máximo la situación en las urnas: primera fuerza en Gipuzkoa, segunda en Euskadi; los votos le aúpan hasta la Alcaldía de Donostia y la Diputación de Gipuzkoa, además de una larga lista de ayuntamientos. Los mejores resultados de la historia de la izquierda abertzale, pulverizados apenas seis meses después, en las generales, al lograr seis diputados en la CAV -primera fuerza en número de escaños-, siete con el de Navarra, aunque finalmente se quedaran sin grupo propio, a expensas de lo que decida el Constitucional.

la crisis del pse

Dos batacazos en seis meses

Los socialistas pagan los platos rotos, de la crisis, del desgaste de la acción de gobierno, pero también de la falta de liderazgo en el avance hacia el fin de ETA -paradójico siendo bajo su mandato cuando ETA anuncia su fin-, lo que será motivo de dura autocrítica por parte del presidente del PSE, Jesús Eguiguren, en una entrevista publicada apenas 24 horas antes de que ETA anunciara su "cese definitivo": "La pena es que algunos lo han tenido delante de las narices y no se han dado cuenta de que era el momento de la paz. Los que están gobernando aquí (por Madrid) y en el País Vasco. Eso ha permitido que Bildu se nos haya adelantado y capitalice la paz".

El lehendakari no es ajeno a ese déficit -lo reconoce ante los altos cargos de su Gobierno antes del verano- y en el Pleno de Política General (29 de septiembre) descubre un decálogo para abordar el nuevo tiempo político que ya se perfilaba, en el que plantea entre otras medidas una flexibilización de la política penitenciaria. Este intento por retomar el liderazgo en materia de pacificación se resiente cuando la celebración de la Conferencia de Aiete y el posterior anuncio del "cese definitivo" de ETA le pilla en viaje oficial en Estados Unidos.

Derrota amarga del PSE en las municipales y forales, con caída en porcentaje de voto incluso mayor que la que azota al PSOE en el conjunto del Estado. De rozar en 2007 la Diputación guipuzcoana, incluso la alavesa, el PSE se desmorona: pierde las alcaldías de Gasteiz y la histórica de Donostia. Sus tres secretarios generales territoriales dejan las portavocías de los grupos junteros. Y el lehendakari lanza un órdago a José Luis Rodríguez Zapatero: al PSE no le basta la renuncia del presidente a repetir como candidato y exige un congreso extraordinario del PSOE que reconstruya el discurso socialista (24 de mayo). La exigencia de Patxi López se inscribe en una realidad más amplia: 2011 es el año de la crisis, pero también es el año de la indignación, del movimiento del 15-M, de la toma de las plazas para reclamar que otra política y otra economía es posible.

El PSOE sangra por la izquierda, como lo comprobará amargamente en las generales del 20 de noviembre, con un nuevo revolcón electoral en el que pierde cinco escaños en la CAV. La demanda de López tenía un dardo envenenado: la celebración del congreso extraordinario obligaba a elegir a un secretario general. Cuestiona el PSE directamente a un Rodríguez Zapatero que, durante el mandato de López, pareció durante muchos momentos tener un aliado más próximo en el PNV que en el PSE. La negociación de transferencias pendientes del Estatuto de Gernika en el marco del pacto presupuestario de 2011 fue buena prueba de la sintonía entre Moncloa y Sabin Etxea -y de la debilidad parlamentaria de Zapatero-, el mayor traspaso competencial desde el primer paquete estatutario, que se completa a lo largo de 2011.

Zapatero desactiva el intento con una Conferencia Política a la vuelta del verano, pero la operación se salda con la eliminación de un plumazo de las primarias para elegir al candidato a las generales y la designación por aclamación de un Alfredo Pérez Rubalcaba que sabe que tiene a las huestes más zapateristas, lideradas por Chacón, dispuestas a presentar batalla.

reconfiguración del escenario

El PNV se renueva y el viraje del PP

El PNV ha vivido también un año complejo, envuelto en la paradoja de verse relegado de otra Diputación más -en este caso la guipuzcoana-, con resultados discretos también Álava y pérdida en noviembre de un diputado en las generales; y, sin embargo, reforzado el liderazgo de Iñigo Urkullu en pleno proceso de asambleas para designar al nuevo Euzkadi Buru Batzar a mediados del próximo enero. Electoralmente, la irrupción de Bildu -luego de Amaiur- ha lastrado a los jeltzales cuestionando la estrategia del partido en Gipuzkoa, con conato público de enfrentamiento entre Urkullu y el PNV guipuzcoano tras las generales de noviembre.

En Araba es inevitable aludir al caso Miñano, en el que están implicados varios exburukides jeltzales. Dos comisiones de investigación han trabajado en paralelo este año: Parlamento Vasco y Juntas Generales, mientras continúa la instrucción del sumario. Sólo la pieza relacionada con el supuesto espionaje a personalidades políticas, sociales y económicas del territorio ha avanzado en los juzgados hasta el auto que a mediados de diciembre ordenó la apertura de juicio oral -será ya en 2012- contra Aitor Telleria y los dos ertzainas imputados en esta pieza. Un maremágnum en el que la posición de Iñaki Gerenabarrena al frente del Araba Buru Batzar se ha resentido, a tenor de cómo ha evolucionado el proceso de elección de los integrantes del Euzkadi Buru Batzar y que arroja dudas sobre cómo se desarrollará ya entrado 2012 la renovación de la ejecutiva alavesa.

2011 fue también el año del viraje del PP vasco. Lentamente, pero Antonio Basagoiti ha acabado el año suscribiendo acuerdos históricos, por lo inédito, con el PNV: primero el presupuestario de Bizkaia -y Araba- y luego el pacto sobre el consejo de administración de Kutxabank, este último para desagrado de su socio preferente. Pero también retomando relaciones. El primer paso: reunión con Aralar el 29 de noviembre. Próximamente, está previsto otro encuentro entre los populares y Eusko Alkartasuna. En este año, el PP ha recuperado el Ayuntamiento de Gasteiz y la Diputación alavesa y ha situado a Alfonso Alonso en la portavocía del grupo en el Congreso, aunque sin lograr capitalizar en Euskadi el aplastante triunfo de Mariano Rajoy.

Más revueltas han bajado las aguas en Ezker Batua. El pasado verano se consumó la ruptura en el partido, madracistas y aranistas divididos finalmente con la polémica negociación del Gobierno foral alavés en el epicentro -tras revelar el PNV las demandas económicas y de puestos que el sector liderado por Javier Madrazo les había hecho llegar para respaldar la investidura de Xabier Agirre en una negociación paralela a la oficial-, alumbrando una nueva sigla en el panorama electoral vasco: IU-Ezker Anitza. En este proceso de reconfiguración del mapa político, uno de los movimientos más significativos se produce con la integración de Aralar y Bildu en Amaiur (3 de septiembre), paso que desactiva definitivamente una Nafarroa Bai en horas bajas y que despierta suspicacias en un sector de la formación de Patxi Zabaleta, significativo pero minoritario. Estas reconfiguraciones propician inéditas alianzas políticas: como las mencionadas entre populares y jeltzales, pero también la que une a Bildu y PSE-EE en torno a la reforma fiscal o la que suman la coalición soberanista y el PNV en torno a los Presupuestos de Gipuzkoa.

En el ámbito judicial, se pueden destacar dos sentencias. Por un lado, la que en septiembre condenó en la Audiencia Nacional a Arnaldo Otegi y Rafa Diez Usabiaga, entre otros, por el caso Bateragune; por otro, la del Tribunal Supremo que a mediados de noviembre absuelve a los guardias civiles condenados por torturas a los miembros de ETA Igor Portu y Mattin Sarasola.