Una mujer ciega desde hace 16 años, Bernadeta Gómez, de 56 años, consiguió percibir formas, ver varios colores y reconocer algunas letras gracias a un implante en el cerebro. En el marco de una investigación realizada por la Universidad Miguel Hernández de Elche, a la mujer se le implantaron un centenar de electrodos en la región cerebral asociada a la visión.
La investigación
Es la primera vez que se emplea este sistema en una persona ciega. Se trata de un nuevo implante cerebral basado en microelectrodos intracorticales capaz de inducir la percepción de formas y letras. En la placa hay 96 electrodos de 1,5 milímetros de longitud y 80 micras de diámetro. “Tienen el tamaño de las neuronas con las que queremos comunicar”, explica Eduardo Fernández, director del Grupo de Neuroingeniería Biomédica del Instituto de Bioingeniería de la UMH.
Eduardo Fernández, director del Grupo de Neuroigniería Biomédica de la Universidad Miguel Hernández, de Elche. Foto: Efe
Si bien los científicos llevan años probando este tipo de implantes en personas con parálisis o con problemas de comunicación, es la primera vez que trabaja con una persona ciega.
En esta investigación participan también, además de los científicos de la universidad alicantina u grupo del Instituto de Neurociencia de Países Bajos y otro de la estadounidense Universidad de Utah.
Este sistemas es de dos direcciones ya que además de enviar señales eléctricas, recogen la respuesta neuronal que se produce y la mandándola a un sistema externo. El sistema se completa con un aretina artificial qe se monta en unas gafas normales. Su misión es convertir el estímulo óptico en uno eléctrico que active el cerebro. “Nos saltamos el ojo” resume el profesor Fernández.
Largo camino para cuatro voluntarios
A pesar de este primer éxito, el propio Fernández se encarga de enfriar las perspectivas ya que todavía hay “mucho problemas por resolver. De hecho, una vez finalizados lo seis meses de trabajo con Bernadeta Gómez, la mujer volvió a su condición de invidencia. Gómez lo explica con sencillez: “Tenía muy claro que no iba a recuperar la vista”.
Este aspecto es importante que quede claro, es una investigación con mucho futuro pero todavía queda muy lejos lograr una visión funcional. Debe se así porque la Universidad Miguel Hernández busca cuatro voluntarios más para este ensayo pionero. El caso Bernadeta es una prueba piloto que debe ser ampliada y replicada, y que los que quieran participar y ofrecerse voluntarios deben tener claro que van a participar en una investigación y que no van a recobrar la vista.
A lo largo de los seis meses que ha durado este primer estudio en el que participó Bernadeta Gómez, tuvieron que hacer muchas pruebas. La primera de ellas averiguar el rango necesario del estímulo para conseguir que el cerebro respondiera.
Bernadeta Gómez, durante una de las sesiones de trabajo. Foto UMH
Después, activar uno por uno cada electrodo hasta lograr que Bernadeta viera un destello, un punto de luz. A partir de ahí se fueron aumentando el numero de electrodos activados simultáneamente y realizando combinaciones con ellos. Pasó a ver barras y cuadrados, aprendió a ver patrones. Al final disitinguía algunos colores y algunas letras.