después del éxito sin paliativos de GH VIP -a pesar de las ladillas de Matamoros o precisamente por ellas-, a uno le vienen las ganas de aplaudir el regreso de Salvados con Jordi Évole. Se coló en la fiesta de Vox donde ni estaba invitado ni lo esperaban. Un nuevo conejo de la chistera la de este mago de la televisión que tiene la habilidad de tocar los temas más candentes en el momento oportuno. Y eso gusta porque buena parte de la televisión actual está hecha a la medida de las promociones. Cantantes que van a vender su disco; actores que hablan de su última serie o película; escritores que van a hablar de su libro. Este medio se está convirtiendo en el cortijo divulgador de los mismos vendedores. Y hablando de cortijo: ya están desembarcando los nuevos mandatarios en el canal autonómico andaluz. Dicen que van a despachar a las productoras que hasta ahora hacían la mayor parte de los programas d de Canal Sur. El cambio que se avecina se ha trasladado también a la armada que ahora recorren el Peñón de Gibraltar haciendo sonar a discreción la música del himno español (la letra se la dejan a que llegue Marta Sánchez). Y no se sabe si ha sido por error o una manera de decirlo cuanto antes, pero Movistar ya ha confirmado que subirá sus tarifas entre 5 y 13 euros para el nuevo año. Algo que muchos nos temíamos porque integra el catálogo de Netflix en su oferta. Al final este gigante mundial que nació de las desaparecidas tiendas de alquiler de vídeos ya está aquí. Aquellos conocidos Blockbuster forman hoy parte del recuerdo y las nuevas generaciones solo podrán ver los VHS en series tipo Cuéntame cómo pasó. Hay algo fantástico y terrorífico también: cada año el número de canales y títulos que guarda nuestro mando se multiplica de manera vertiginosa. Esa imposibilidad de ver todo aquello que se produce provoca angustia; un tipo de angustia distinta, eso sí, a la que se siente cuando lees que la mitad de la audiencia se lo pasa viendo GH VIP.