MADRID. En el marco de las quintas jornadas 'Avances en Nutrición. Su impacto sanitario y social', organizadas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Asociación de Estudios Nutricionales (ASEN), esta experta ha analizado los beneficios de esta bebida cuando es consumida "con moderación y dentro del patrón de la dieta mediterránea".
En ese sentido, ha destacado los resultados de un estudio realizado por el ICTAN, organismo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que determinó que el consumo moderado durante un mes podría producir una mejora en el sistema inmunológico, especialmente en las mujeres.
Según instituciones internacionales, se entiende por consumo moderado de alcohol una ingesta que no supere los 30 gramos al día en los hombres, lo que equivaldría a tres cañas de cerveza tradicional o 600 mililitros, y 20 gramos al día para las mujeres, dos cañas o 400 mililitros.
Y en lo que respecta a los beneficios cardiovasculares, Marcos ha destacado que también hay evidencia científica de que tanto la cerveza como otras bebidas fermentadas como el vino o la sidra son beneficiosos por su contenido en antioxidantes naturales, entre los que destacan los polifenoles.
El lúpulo contenido en la cerveza podría influir positivamente en los parámetros sanguíneos del metabolismo oxidativo, evitando la oxidación de las células. Y tras el consumo de cerveza sin alcohol se aprecia una posible reducción en los biomarcadores de inflamación y en el daño oxidativo, y un aumento en la defensa antioxidante, con implicaciones en las enfermedades cardiovasculares.
De igual modo, los niveles en sangre del colesterol HDL, el denominado 'bueno', también podrían experimentar un aumento tras un consumo moderado de cerveza, lo que se asocia a un posible menor riesgo de cardiopatías isquémicas y protección del organismo frente a enfermedades cardiovasculares.
MEJOR COMPOSICIÓN CORPORAL ENTRE LOS CONSUMIDORES
Por otro lado, durante el encuentro se presentaron datos de otro trabajo que apunta que los consumidores moderados de cerveza presentan una composición corporal más adecuada que los no consumidores, especialmente en el caso de los varones, con una menor circunferencia de cintura y porcentaje de masa corporal.
Unos resultados que contrastan con la llamada "barriga cervecera" que habitualmente se asocia al consumo de cerveza, ya que la aportación calórica de la cerveza es muy baja. En concreto, una caña de 200 mililitros tiene tan sólo 90 kilocalorías y en el caso de la cerveza sin alcohol esta cantidad se reduce a una media de 34.
Según Marcos, el consumo moderado de esta bebida no es culpable de la obesidad, sino una alimentación desequilibrada, la falta de ejercicio y, en algunos casos, la información genética.