Posiblemente sea una de nuestras características más peculiares.

Una silueta femenina en el relieve montañoso, la forma de un caballo en las nubes, o una cara en la espuma del café. De manera inconsciente, nuestra mente relaciona las formas del exterior con perfiles familiares.

La pareidolia, del griego eidolon ‘figura’, también se manifiesta en animales. Una investigación de la Universidad de Cambridge demostró, que, en 2017 varias ovejas reconocían el rostro de Barack Obama en imágenes.

El fenómeno psicológico, con años de historia, posee una función similar a los dispositivos de reconocimiento facial más recientes. Una reciente investigación de la Universidad de Nueva Gales manifestó la gran importancia de esta capacidad humana, pues al fin y al cabo, los rostros humanos revelan muchas cosas. Para dicho experimento, 60 voluntarios tuvieron que observar varios objetos, que, producían pareidolia.

En un primer momento, los ‘ojos’ de estos objetos creaban una falsa ilusión de mirar más hacia el lado izquierdo y, sorprendentemente, los ojos de los sujetos voluntarios se desplazaban hacia la derecha.

Adaptación del cerebro

El neurocintífico Colin Palmer sostiene: “Esto refleja una especie de proceso de habituación o adaptación en el cerebro en el que las células involucradas en la detección de la dirección de la mirada cambian su sensibilidad cuando estamos expuestos repetidamente a rostros con una dirección particular de la mirada”.

De cualquier modo, el estudio ha demostrado, que, saber controlar esta capacidad nos ayuda a reflejar el procesamiento de información, en los mecanismos sensoriales visuales, que mayormente se usan para el análisis de los estados emocionales en los rostros.

Lo que está claro, siempre estamos observados.