Después de sus primeras experiencias laborales en Logroño, Alejandra Salazar sintió que el cuerpo le pedía nuevos desafíos. “Me gustan los retos y me presenté a un proceso de selección de un grupo bodeguero del que salió una propuesta muy interesante. Buscaban una persona para que constituyera el área de compras, que no existía como tal, y para que llevase a cabo todo el proceso de digitalización que la bodega necesitaba”, cuenta Alejandra.