Naturaleza, historia y gastronomía a raudales convierten a Álava como un destino idóneo para desconectar en Semana Santa. Paisajes montañosos como el de Aramaio, viñedos que enamoran por sus colores y sus vinos, historia medieval en pueblos y ciudades... No hace falta recorrer demasiados kilómetros para descubrir la magia.
Bienvenidos a Aramaio, la pequeña Suiza vasca
Descubrir Aramaio, la Suiza de Euskadi por sus montañas y verdes prados que recuerdan a los Alpes suizos, es disfrutar de paisajes de ensueño y sumergirse en la naturaleza con rutas de senderismo como la del nacedero del río Zadorra o la ascensión al monte Untzillaitz. Un gran destino para explorar pueblos con encanto, como Ibarra y su iglesia de San Martín de Tours, o Arexola, un ejemplo de la arquitectura tradicional vasca, con caseríos de piedra y madera, así como disfrutar de los acogedores agroturismos de la zona donde desconectar unos días.
El Alto de Besaide es el punto donde se unen las tres provincias. Situado entre los montes Udalaitz y Anboto, cuenta con una piedra que marca la unión de estos territorios. En el lugar se erige un monumento a los montañeros desaparecidos
Alrededor, visita el Parque Natural de Urkiola, con el santuario de San Antonio y la cueva de Mari, la diosa vasca. A pocos kilómetros, es posible inmiscuirse y dejarse llevar en el casco histórico de Durango y su animado ambiente.
Labastida, sabor a Rioja Alavesa
Rodeada de viñedos, Labastida es un pueblo castizo en el corazón de la Rioja Alavesa, famoso por su tradición vinícola que se remonta a siglos atrás. Su casco antiguo, tan bien preservado que parece casi intacto al paso del tiempo, invita a un paseo singular por calles empedradas, donde se levantan casas señoriales y monumentos de gran valor histórico, como la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un ejemplo del arte gótico, y la ermita del Santo Cristo, en la zona más alta de Labastida, ofreciendo las mejores vistas panorámicas del municipio.
Este rincón alavés es también un ‘must’ para los amantes del enoturismo. Su ubicación dentro de la Denominación de Origen Rioja permite disfrutar de bodegas familiares y grandes productores, donde se elaboran algunos de los vinos más premiados del mundo.
Rioja Alavesa es una subdenominación dentro de la Denominación de Origen Calificada Rioja, que produce vinos con carácter y personalidad propia debido a sus elementos naturales diferenciados.
Un plan para Semana Santa, sin miedo a equivocarse, bien puede ser descubrir alguna de estas bodegas con visita guiada y su posterior cata. Y una vez abierto el apetito, la gastronomía local, con platos como el cordero asado o los pimientos rellenos, sumarán nuevos estímulos a una experiencia culinaria única.
Vitoria-Gasteiz, una ciudad milenaria
Vitoria-Gasteiz es una perla medieval que ha logrado mantener su esencia a través de los siglos. Su núcleo antiguo, con un diseño que data del siglo XII, conserva su disposición original en forma de almendra y está lleno de calles adoquinadas, torres de defensa y palacios renacentistas que llevan al visitante a otra época. La Semana Santa se presenta como una fecha perfecta para descubrir los tesoros que esconde esta ciudad milenaria.

Uno de los principales encantos es la Catedral de Santa María, una edificación gótica majestuosa que ha inspirado a autores tan célebres como Ken Follett. Los recorridos guiados por el templo sagrado ofrecen la oportunidad de conocer los secretos de su rehabilitación y la historia de la ciudad desde sus inicios. A muy poca distancia, la iglesia de San Pedro alberga vestigios de la muralla gótica del siglo XIII, otro indicio del pasado protector de la ciudad.
Pasear por el centro histórico es sumergirse entre mansiones y palacetes, como el Palacio de Bendaña o la Casa del Cordón. Asimismo, las diferentes rutas temáticas sobre la ciudad permiten explorar en profundidad la evolución arquitectónica de la capital vasca, abarcando desde sus construcciones medievales hasta el neoclasicismo y la modernidad.
Para los apasionados de la historia, pasear por la Muralla Medieval es un paseo cautivador por una de las edificaciones defensivas más bien conservadas de Euskadi. Y si se desea un recorrido más animado, las plazas de la Virgen Blanca y del Machete son el centro de la ciudad y el sitio ideal para mimetizarse con el ambiente.
La Semana Santa es una oportunidad idónea para saborear la gastronomía local. Establecimientos como El Portalón, situado en una posada medieval, son especialistas en platos típicos como el bacalao al pil-pil y la txuleta de vaca. Asimismo, en los bares del centro histórico se pueden disfrutar de grandes pintxos acompañados de vinos de Rioja Alavesa logrando que el legado del medievo sea escenario de un presente perfecto.